viernes, 20 de julio de 2007

La irresponsabilidad de Piqué

La dimisión de Josep Piqué como presidente del PP catalán es todo un torpedo en la línea de flotación del principal partido de la oposición y una auténtica faena para Mariano Rajoy, que se ve obligado a afrontar una seria crisis interna cuando faltan ocho meses para unas elecciones generales en las que se juega su futuro. El ex ministro y líder del PP en Cataluña anunció ayer su dimisión, un día después de que el secretario general, Angel Acebes, viajara a Barcelona para comunicar personalmente ante la junta directiva una reorganización interna, que previamente había sido pactada con el propio Piqué y con Rajoy. Al parecer, el ya ex presidente popular en Cataluña se sintió desautorizado por la dirección nacional y no suficientemente respaldado por Rajoy, porque quería anunciar él los cambios ante los órganos del partido. Además, Piqué responsabiliza al secretario general de haber filtrado a diversos medios una interpretación, a su juicio errónea, de estos cambios como un «golpe de mano» de Génova contra él.

Sea como fuere, Piqué se ha comportado con una gran irresponsabilidad y de forma muy poco leal con un partido que le acogió en su Ejecutiva al mismo tiempo que se hizo militante, gracias a que el entonces presidente Aznar le puso en la primera línea de la política como ministro portavoz y después como responsable de la codiciada cartera de Exteriores. Tras perder las elecciones, Rajoy apostó por situarle al frente del PP catalán, una organización que evidentemente necesitaba un revulsivo que Piqué no fue capaz de darle. Las explicaciones que ha dado su entorno sobre la dimisión suenan únicamente a excusas. Piqué lleva suficiente tiempo en política como para no tener la piel tan fina. Mucho más teniendo en cuenta que Acebes en ningún caso puso en duda la continuidad de su liderazgo en el PP catalán y hasta insinuó que sería el cabeza de lista por Barcelona en las generales.

Es más que probable que la espantada de Piqué sea una forma de endosar a los demás la responsabilidad de sus pésimos resultados electorales en las pasadas municipales en Cataluña, donde sólo se mantuvieron firmes los feudos de las personas con las que él no sintoniza, como Alberto Fernández en Barcelona. Es evidente que el PP tiene un serio problema en Cataluña de cara a las generales. En 2004 logró sólo seis escaños por 21 de los socialistas. El tibio nacionalismo catalán de Piqué, o su vergonzante españolismo, no ha servido para que el partido se recupere electoralmente en esa comunidad. Pero su dimisión en este momento es un contratiempo grave. Los hechos demuestran que hubiera sido mejor que Rajoy hubiera aceptado su renuncia cuando hace dos años le echó un primer órdago con sus injustas e insolidarias críticas contra Acebes y Zaplana.

Editorial de El Mundo, 20-07-2007

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