martes, 16 de enero de 2007

La España boba


El presidente del Gobierno hizo ayer una publicidad eficacísima del libro de Gustavo Bueno sobre la forma que tiene Zapatero de relacionarse con la realidad, eso que el filósofo ovetense llama «el pensamiento Alicia» y que es algo así como el buenismo pasado por el cierre categorial o epistemológico del gran don Gustavo.

Pero si yo fuera familiar de Zapatero, antes que filósofo, le buscaría psicólogo o, mejor, psicoanalista, porque ese hombre está fulminado, herido, requemado por dentro y por fuera, sonado y anonadado, hecho un desecho, y debe rehacerse recomponiendo un discurso coherente, no instalándose en la solución habitacional del lapsus. Si no mejora, veo a Rubalcaba como en la segunda temporada de la serie 24, incapacitando al presi y tirando por la ventana a la vicepresi. Lo malo es que el PSOE no tiene a Jack Bauer.

Porque este Zapatero de nuestros pesares y de sus pecados no está bien de la cabeza, del espíritu o del alma, aunque de cuerpo se cuide y pueda jugar al basket. No es o no ha sido capaz hasta ahora de asumir la realidad de lo sucedido y parece uno de esos entrenadores de baloncesto que piden un tiempo muerto prácticamente sobre la bocina y tras unos segundos de frenéticas indicaciones no encuentra forma de dejar salir del corro a sus jugadores para enfrentarse con el destino. Y por una buena razón: es su destino el que se juega.

Si recurrimos al fútbol, ZP es como esos entrenadores que hacen los tres cambios en su equipo, que ha jugado fatal y va perdiendo, en el minuto 82, o sea, tarde y mal. Pero lo peor es que el jugador y entrenador Zapatero se ha instalado en el minuto 80 y ha roto el reloj, como si así no corriera el tiempo. Y corre que se las pela.

Es difícil superar y sería aburrido citar las grandes frases de Rajoy, que estuvo ayer exactamente al revés que Zapatero: soberbiamente realista y realmente soberbio. Como buen político de derechas, Mariano funciona mejor bajo presión y en las peores circunstancias, pero bien puede decirse que estuvo a la altura de las circunstancias. Desnudó, desarboló y descompuso a Zapatero, que se retrató como el más frágil de los zascandiles que hayan pasado por la presidencia del Gobierno.

Es cierto que el proceso de paz nunca fue fiable, ni Zapatero es fiable, ni aquí hay más partido político fiable y a ratos que el de Rajoy. Pero es que, además, con el parking de Barajas ha volado toda la credibilidad de un Parlamento que, con una sola excepción, ha embarcado a la nación en un proceso estúpido y suicida, un sueño de botarates convertido en pesadilla para despiertos.

Como Zapatero no quiere o no puede despertar, a Rajoy le toca despertarlo. Y con él, a esa media España incapaz de afrontar la realidad, boba de solemnidad.

Federico Jiménez Losantos, Comentarios liberales
El Mundo, 16-01-2007

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