Muchos habrán pensado que estamos a 28 diciembre, Fiesta de los Inocentes, al leer la noticia de que la ministra de Medio Ambiente propone prohibir la muerte de los toros en el ruedo. Pero queda una semana y además este periódico no publica inocentadas.
La propuesta de la ministra es la palpable demostración de que en la España surrealista de Zapatero caben las iniciativas más peregrinas, incluso aquellas en las que nadie había pensado como la de Cristina Narbona.
(foto: "Controversia del toro y el torero", última obra de Boadella)
La ministra no pretende que el Gobierno apruebe a corto plazo la prohibición de la muerte del toro en el ruedo, sino que quiere eliminar ese final sangriento en la próxima legislatura. La titular de Medio Ambiente considera que las corridas de toros van contra los derechos de los animales -recientemente protegidos por la reforma del Código Penal que tipifica el maltrato de animales en espectáculos no autorizados- y alega asimismo que en la UE hay una oposición clara a este festejo.
De confirmarse que la prohibición de la muerte del toro en la plaza no es sólo un deseo -respetable- de la ministra de Medio Ambiente, sino la expresión de la voluntad política del Gobierno del que forma parte, estaríamos sin duda ante un un error de proporciones y consecuencias difícilmente calculables, puesto que ningún gobernante se planteó nunca esta medida.
La equiparación que hace la ministra con el maltrato de los animales domésticos, penalizado recientemente, no es adecuada en absoluto. El toro de lidia se cría con el único fin de ser puesto en suerte y sacrificado en la plaza. Por increíble que pueda parecerles a nuestros socios de la UE, la muerte es la esencia de la Fiesta, por lo que la prohibición del estoque sería la desaparición de las corridas de toros en España. Si ésta es la voluntad del Gobierno, sería mejor prohibir directamente el festejo, antes de convertirlo en una pantomima o en un circo.
Evidentemente, la fiesta de los toros tiene sus detractores y, desde luego, comprendemos que haya españoles que no sientan ningún entusiasmo por la suerte de los ruedos, sangrienta al fin y al cabo. Sin embargo, no estamos ante un espectáculo cualquiera. La Fiesta de los toros es una expresión artística, cultural y costumbrista profundamente arraigada en nuestro país al margen de las ideologías políticas. Sería un disparate monumental pretender acabar con ella.
("La historia del toreo está ligada a España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda". Ortega y Gasset)
La propuesta de la ministra es la palpable demostración de que en la España surrealista de Zapatero caben las iniciativas más peregrinas, incluso aquellas en las que nadie había pensado como la de Cristina Narbona.
(foto: "Controversia del toro y el torero", última obra de Boadella)
La ministra no pretende que el Gobierno apruebe a corto plazo la prohibición de la muerte del toro en el ruedo, sino que quiere eliminar ese final sangriento en la próxima legislatura. La titular de Medio Ambiente considera que las corridas de toros van contra los derechos de los animales -recientemente protegidos por la reforma del Código Penal que tipifica el maltrato de animales en espectáculos no autorizados- y alega asimismo que en la UE hay una oposición clara a este festejo.
De confirmarse que la prohibición de la muerte del toro en la plaza no es sólo un deseo -respetable- de la ministra de Medio Ambiente, sino la expresión de la voluntad política del Gobierno del que forma parte, estaríamos sin duda ante un un error de proporciones y consecuencias difícilmente calculables, puesto que ningún gobernante se planteó nunca esta medida.
La equiparación que hace la ministra con el maltrato de los animales domésticos, penalizado recientemente, no es adecuada en absoluto. El toro de lidia se cría con el único fin de ser puesto en suerte y sacrificado en la plaza. Por increíble que pueda parecerles a nuestros socios de la UE, la muerte es la esencia de la Fiesta, por lo que la prohibición del estoque sería la desaparición de las corridas de toros en España. Si ésta es la voluntad del Gobierno, sería mejor prohibir directamente el festejo, antes de convertirlo en una pantomima o en un circo.
Evidentemente, la fiesta de los toros tiene sus detractores y, desde luego, comprendemos que haya españoles que no sientan ningún entusiasmo por la suerte de los ruedos, sangrienta al fin y al cabo. Sin embargo, no estamos ante un espectáculo cualquiera. La Fiesta de los toros es una expresión artística, cultural y costumbrista profundamente arraigada en nuestro país al margen de las ideologías políticas. Sería un disparate monumental pretender acabar con ella.
("La historia del toreo está ligada a España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda". Ortega y Gasset)
Editorial de El Mundo, 21-12-2006