domingo, 4 de septiembre de 2011

El portazo. Por Fernando Jáuregui

La vida parlamentaria está, entiendo, para aceptar sus reglas en la totalidad. Quien gana una votación, la gana. Quien la pierde, la perdió y hasta la próxima. Puede que la normativa electoral española no garantice una pura y milimétrica representatividad en la escala voto-escaño (no la garantiza, de hecho, y los partidos nacionales "minoritarios" lo sufren); pero eso ni justifica que algunos diputados abandonen el hemiciclo cuando se va a votar algo que les disgusta, la reforma constitucional en este caso, ni hace que el filibusterismo parlamentario sea precisamente una práctica a recomendar.

Lo digo, claro, por la tormentosa sesión de este viernes, que aprobó por abrumadora mayoría la reforma del artículo 135 de la Constitución, estableciendo un techo presupuestario para el gasto. Algunos de quienes se oponían, desde la izquierda, a esta reforma, convirtiéndola en caballo de batalla frente a los "mayoritarios", es decir, socialistas y populares, dieron el portazo y se ausentaron de la Cámara; otros advirtieron de que no lo hacían para impedir que se votasen las enmiendas transaccionales propuestas por los nacionalistas catalanes. Y, para colmo, el presidente de la Cámara Baja, José Bono, trató de impedir, reglamento en mano eso sí, con el cierre de puertas, que algunos peneuvistas también saliesen del hemiciclo de manera extemporánea.


Así, la antepenúltima sesión parlamentaria antes de la disolución del Parlamento se convirtió en casi un espectáculo circense a cuenta de una reforma sin duda apresurada, escasamente consultada y, si quieren, precipitada, pero consensuada entre los dos grandes partidos nacionales, que representan, entre ambos, la voluntad de veintiún millones de electores. Me pareció que se daba un espectáculo no demasiado edificante por parte de quienes, alegando que la reforma debería haber sido sometida a referéndum -cosa que en absoluto pide la Constitución-, trataron de si no boicotear sí, al menos, empañar la grandeza del acto parlamentario.

Para colmo, en las afueras de la Cámara, la policía extremaba las precauciones para impedir las protestas de los "indignados", crecidos con las proclamas de su líder ideológico, Stephan Hessel, aterrizado en Madrid para pedir nada menos que "inventar" otra democracia. Personalmente, estoy de acuerdo: hay muchas cosas que han de cambiar en el sistema. Pero no será con el portazo parlamentario ni con el mero grito callejero ante una cuestión que, como esta reforma constitucional, creo que no merece tanta alharaca, como empezaremos a regenerar la democracia. Y yo, desde luego, parafraseando al presidente norteamericano, prefiero Parlamento sin calle que calle sin Parlamento.


Periodista Digital – Opinión

Austeridad. Los recortes no destruyen empleo. Por Ignacio Moncada

Al igual que un aumento del gasto público no crea empleo, tal y como se ha demostrado, una política de austeridad no lo destruye. Más bien al contrario.

La crisis de deuda pública que llevamos más de un año sufriendo ha sido un duro varapalo para quienes han estado abogando por disparar el gasto. Nos prometieron que sólo había una manera de salir de la crisis: dejando que los políticos gasten el máximo dinero posible con cargo a la deuda del Estado. Así, decían, en poco tiempo íbamos a estar creciendo y con pleno empleo. Qué mal queda, tras defender esta tesis en público, que el resultado sea una crisis de solvencia de tremendas proporciones. A lo que en España se suma la cifra histórica de cinco millones de parados. Como en política y en economía jamás se reconoce un error, los defensores del keynesianismo, que es la ideología que se ha aplicado para llegar a esta situación, argumentan que el problema es que no ha habido suficiente gasto público. Que no hay crecimiento porque, pese a ejecutar los mayores planes de estímulo jamás vistos, hemos estado tímidos en el dispendio. Extraño razonamiento cuando se hace desde el borde mismo de la suspensión de pagos.

Por fin alguien en España ha decidido coger el toro por los cuernos. María Dolores de Cospedal, presidenta de Castilla-La Mancha, ha anunciado un recorte del 20% del gasto público de la comunidad. Y lo ha hecho, además, con una importante carga política: no ha tocado el sacrosanto gasto social para el progresismo español. Este recorte es de unas proporciones jamás vistas en España. Si se hubiera aplicado, no sólo a Castilla-La Mancha, sino a todo el Estado, el ahorro hubiera sido de alrededor de 100.000 millones de euros. Una cifra que habría acabado con el problema del déficit público. Esto contrasta con el famoso tijeretazo dado por Zapatero en mayo de 2010, en el que el ahorro fue casi 10 veces menor, y además lo hizo llevándose por delante a pensionistas, funcionarios y familias.

Ante esta valiente medida, el PSOE se ha lanzado, tal vez herido por el efecto electoral de la misma, a despreciarla. Rubalcaba habla ahora de los "recortadores", dando a entender que sigue pensando que el despilfarro es el camino correcto. El Partido Socialista criticó la medida argumentando que "destruiría 15.000 puestos de trabajo". Esto es falso. Al igual que un aumento del gasto público no crea empleo, tal y como se ha demostrado, una política de austeridad no lo destruye. Más bien al contrario. Al no gastar más de lo que es asumible, se deja de penalizar a las familias y a las empresas con mayores impuestos (presentes o futuros), y deja de canalizarse todo el ahorro disponible hacia el Estado, liberándolo para inversión privada. Los recortes de gasto público activan un proceso de saneamiento de las cuentas públicas, de mayor desahogo privado y de amortización de deudas, que genera un marco estable para el crecimiento y la creación de empleo. Aunque, eso sí, siempre hay unos empleos que es necesario destruir: los de los políticos que, mediante el dispendio desenfrenado, han terminado por hundir la economía española.


Libertad Digital – Opinión

Cada sardina a su ascua. Por Andrés Aberasturi

Es la hora del filibusterismo o, si lo prefieren y para que suene menos duro, de arrimar descaradamente el ascua a la sardina de cada uno. Y para eso valen todos los argumentos incluso los que no resisten un mínimo examen de rigor y coherencia. La reforma de la urgente y apresurada de la Constitución -por culpa del Gobierno que se había choteado del PP cuando este la había pedido hace un año- ha abierto la espita de todo el pintoresquismo de un país que cada vez me cuesta más entender. Porque la reforma aprobada en el Congreso es, si me apuran, casi una reforma técnica, necesaria en estos tiempos de crisis, fruto directo de una gestión desastrosa de ZP y más pronto que tarde estará en todas las constituciones de la Unión Europea. Es que la cosa no tiene más recorrido y los que hace de esta medida un red-bull, los que le ponen alas, minutos de televisión, posibles huelgas e ingeniosas pancartas es porque se aprovechan de la forma: que lo que hasta ahora parecía intocable y sagrado, el melón imposible de abrir, se cate en un "plis-plas" como negara Rubalcaba. Y una vez abierto, el desmadre natural y previsible: Izquierda Unida que pide que seamos república federada, ERC y PNV que piden la autodeterminación y CIU que pide justo lo contrario de lo que se trata de reformar. Un pequeño descalzaperros mientras los indignados del Congreso abandonaban el pleno lenta y ordenadamente, eso si. De la nota poética se ocupaba el presidente Mas curando hablaba de que estas decisiones del PSOE-PP "aumentan la distancia emocional entre España y Cataluña".

Y así están las cosas de revueltas. Menos mal que ahora la reforma tiene que ir al Senado, esa Cámara entregada en cuerpo y alma a solucionar grandes conflictos tales como que el color "gualda" (término casi exclusivo del léxico de la heráldica) de la bandera española fuera designado como "amarillo". Tras semejante éxito -debido al senador Cela- es cierto que el Senado entró en un breve letargo de más de treinta años, del que sin duda despertará cualquier década de estas.

Pero si en la Cámaras las cosas andan movidas, ni les cuento en otros ámbitos en los que la tijera de la crisis empieza a cortar nunca se sabe si por lo sano o por lo enfermo. Que tendrá que haber planes de ajuste y ahorro, parece innegable y lo que es falaz es jugar con los números: si se recorta presupuesto, habrá más paro a corto; cierto, pero es que si no se recorta, habrá banca rota. ¿Qué es preferible? Lo que no tiene ningún sentido es eso que se ha puesto de moda estos días y que parece que sigue practicando el señor Griñán al margen de toda lógica: hacerse trampas en el solitario. Si gastándonos lo que no teníamos hemos llegado a más de cuatro millones de parados, tal vez habrá que plantarse que entre un estado del bienestar y un estado subsidiado hay ciertas diferencias.

Eso si no gana Rubalcaba las elecciones porque, sencillamente, es cierto que tenía el secreto para acabar con nuestros pesares y, encima, ha tenido la generosidad de hacerlo publico sin ningún rubor: "con lo que gano subiendo el impuesto a los ricos y lo que me ahorro quitando las diputaciones, las cuentas cuadran y sin recortar en educación o sanidad que eso lo hacen otros". Ya ves que tontería; con lo fácil que era y a nadie se le había ocurrido. Si cuando te digo que al final va a ganar las elecciones.


PeriodistaDigital – Opinión

El cambio del ganador. Por Pilar Ferrer

A Mariano Rajoy le va como anillo al dedo el gran verso de Santa Teresa: «Nada te turbe, nada te espante. La paciencia todo lo alcanza». En efecto, sin hacer ruido, a quien muchos negaron carisma y ahora le adulan por doquier, camina hacia La Moncloa con rumbo fijo. Tiene guasa que Zapatero, tan defensor del «cordón sanitario» para el PP, despida la Legislatura con una reforma pedida por Rajoy, plenamente aislado por sus antiguos aliados y varios de los suyos.

Ironías de la política ante un candidato, Rubalcaba, a quien todo se le pone en contra. Pasó de burlador, a ser burlado. En este curso del cambio, desde la hermosa Ría de Vigo, en las filas populares se respira satisfacción. Aunque a Mariano, siempre prudente, no le gustan las euforias, lo cierto es que la maquinaria del partido lleva tiempo trabajando a todo gas. Tras el rotundo triunfo del 22-M, el Comité de Estrategia, bajo la presidencia de Ana Mato, ha diseñado una campaña con presencia de su líder en foros dedicados a los problemas ciudadanos. Rajoy cuenta con un magnífico equipo, preparado para llegar al poder tras ocho años de oposición, en un momento muy crucial de la vida de España. No se esperan grandes sorpresas en la elaboración de las listas, aunque si se atisba un relevo generacional. Rajoy necesita ilusionar a un voto joven, profesional y muy desencantado del PSOE. Del perfil de Soraya Sáenz de Santamaría, una parlamentaria de primera, la gran sorpresa por su capacidad política y negociadora. El elogio teresiano de la paciencia es hoy un evidente elogio del ganador.


La Razón – Opinión

Amargo final. Por Fermín Bocos

En el mundo de Zapatero nada es ya lo que era. Todo se ha venido abajo. Tocan a su fin los días de La Moncloa y el panorama político que le rodea no puede ser más desolador. Entre los suyos se escuchan voces que hablan de decepción; incluso de traición a los ideales de la socialdemocracia. ¡Que lejos queda aquél: "No os fallaré" que proclamó el día de su segunda victoria electoral! Desde entonces todo fue de mal en peor para un PSOE aducido por el "zapaterismo", hijuela de corte radical-anticlerical que pretendía pasar por epítome de la modernidad pero que, analizada en sus intenciones y obras, ha resultado ser una floración tardía de algunos de los mitos y tópicos que creíamos desaparecidos con la Segunda República. Ingeniería de las costumbres abandonada hace cincuenta años por la socialdemocracia europea.

Poco que ver, desde luego, con lo que habían sido los gobiernos de Felipe González, comprometidos, de verdad, en la modernización de España apostando por la reconciliación y la superación de la dolorosa fractura dejada por la guerra civil y la postguerra.


Zapatero se va envuelto en la amargura de un fracaso político que no tiene paliativos. No es el responsable de la crisis económica, pero sí de haberla negado y, en consecuencia, de haber retrasado la puesta en marcha de las medidas encaminadas a paliar sus efectos. La frivolidad, propia de un adolescente, con la que no hace tanto tiempo presumía de la pujante situación económica española en los foros internacionales -aquél infantil eslogan de la "champions league"- se tornó en sarcástico bumerang. De iniciar el curso político en las eras de Rodiezmo, mitineando ante los mineros ataviados con pañuelos rojos, ha pasado a vender con cara de cordero degollado la felicitación de Angela Merkel -canciller de un gobierno extranjero-, por una reforma de la Constitución que no era necesaria -habría bastado con rescatar la Ley de Estabilidad Presupuestaria- y que, abierto el melón, nos deja un ambiente político preñado de incertidumbres políticas que se añaden a la ansiedad colectiva ante una situación económicas cuyo principal índice de alarma sigue siendo el paro: casi cinco millones de desempleados. ¡Menuda herencia! No creo que este año se atreva a ir a Rodiezmo.

Periodista Digital – Opinión

PSOE. Los ricos y el tufo. Por José T. Raga

¿Se le ha olvidado al candidato Rubalcaba que su Gobierno, en el que era vicepresidente primero, subió los impuestos que pagan los pobres?

¿Qué tendrán los ricos que tanto obsesionan a la izquierda? O ¿qué tendrá la izquierda en su atractivo por los ricos? Se me ocurre que los ricos tienen aquello que la izquierda desea. Por ello, cuando lo consigue, deja de obsesionarse para pasar a protegerse junto al grupo al que ya pertenece.

De todas formas, lo que es cierto es que la izquierda, para contentar a su clientela de la que es cautiva, necesita mostrar aversión, inquina y persecución al rico –concepto sólo aleatoriamente definido– mostrando su voluntad de destruirle, de hacerle pagar por sus pecados –que sólo existen cuando en su riqueza han intervenido los gobiernos– y fustigarle a través de impuestos para disminuir su riqueza. O sea, impuestos confiscatorios, prohibidos por la Constitución (ya sé que esta referencia no es lo que más gusta a la izquierda, confiada en que le confiscarán su riqueza).


¿Qué alcance tiene, pues, ese reto del candidato del PSOE al del PP para incluir en el programa electoral el impuesto contra los ricos? Para mí, no pasa de sonar a tufo electoralista y, como tal, demagógico. Yo, ciudadano de a pie, sin afiliación a partido, que se siente libre y sin restricciones en el opinión, me sería imposible aceptar que don Alfredo trate de venderme un impuesto para que lo paguen los ricos.

¿Se le ha olvidado al candidato Rubalcaba que su Gobierno, en el que era vicepresidente primero, subió los impuestos que pagan los pobres? Es más, ¿que en el poco tiempo que resta de legislatura, no se renuncia a nuevas subidas del IVA, y de los impuestos especiales –combustibles y tabaco–?

El IVA y los impuestos especiales son impuestos regresivos, que gravan más a las rentas más bajas –los pobres– que a las rentas más altas –los ricos–; simplemente, porque los pobres dedican al consumo mayor porcentaje de sus rentas, del que dedican los ricos. Si por un momento renunciásemos a la demagogia –tarea verdaderamente difícil– sería mejor no haber subido el IVA –sobre todo si piensa que no solo del 16% pasó al 18%, sino que del 7%, aplicable a bienes esenciales, pasó al 8%–.

Se dirá que total, del siete al ocho no va más que un punto; eso es cierto, pero no lo es menos que un punto sobre siete equivale a un catorce por ciento más de impuesto que están pagando todos, pero fundamentalmente los pobres. El paso del dieciséis al dieciocho por ciento, un tipo de bienes en el que también el consumo de los ricos es significativo, supone simplemente un incremento del doce por ciento, con lo que el trato favorable a los ricos es bien evidente. Y esto lo ha hecho un Gobierno (el del PSOE) del que era miembro distinguido el candidato Rubalcaba.

Por eso les decía que me suponía un esfuerzo sobrehumano, oír, siquiera como quien oye llover, esas frases impregnadas de tufo demagógico. Es pedirme demasiado.


Libertad Digital – Opinión

Rajoy, un líder de progreso

La Razón avanza hoy una extensa prepublicación sobre la vida y los proyectos de futuro de Mariano Rajoy. Un reportaje construido sobre los pensamientos, las experiencias y los planes de cambio que aparecen recogidos en el libro «En confianza», publicado por Planeta, y que saldrá a la venta el próximo martes 6 de septiembre. La obra, en la que apela «a todos los que consideran que es el momento de actuar», repasa la infancia, juventud y madurez de un líder político que quiere ser también el principal actor de la recuperación económica y social de España. Rajoy desgrana la columna vertebral de las políticas que aplicará si llega al Gobierno de la nación. Un decálogo en el que están a la cabeza el empleo y la recuperación económica, y entre cuyas premisas más importantes están los contratos más flexibles, la lucha contra el absentismo, la revisión del marco fiscal y tributario o la contención del gasto. Además, apuesta por la defensa de la familia, dando mayor protección a la maternidad y a las familias numerosas. La reforma del sector público y una cooperación más estrecha entre las tres administraciones forma parte principal de sus prioridades. Rajoy también destaca la necesidad de afrontar reformas estructurales en el campo de la energía, tanto en su producción como en la combinación de fuentes energéticas y, de manera relevante, en acometer una reforma en la Educación para que los padres puedan elegir la formación que deseen para sus hijos, sin trabas burocráticas o políticas. Respecto a nuestro modelo autonómico considera urgente un plan de saneamiento basado en criterios de eficacia así como el cierre de los interminables traspasos de competencias a los gobiernos regionales. La regeneración democrática que propone el presidente popular también pasa por la Justicia, para combatir la politización del CGPJ y el TC, así como para trabajar en la divisón de poderes . En política exterior, España deberá volver al espacio que le corresponde en los foros de decisión internacionales; algo que está intimamente ligado al desarrollo de una política de inmigración en la que nuestro país gestione los flujos migratorios para acabar con el «papeles para todos» del PSOE. Como ayer mismo avanzó el presidente del Partido Popular en Soutomaior (Pontevedra), en su apertura de campaña para las elecciones generales del 20 de noviembre, su partido no quiere «ni crispación ni líos», sino «resolver los problemas de España». Como apunta en su artículo de La Razón el vicepresidente del Congreso, Jorge Fernández Díaz, Rajoy no sólo tiene «la ‘‘potestas’’ del mando, sino también la ‘‘auctoritas’’ del que lo ejerce». Un líder para una encrucijada histórica en la que se debe resolver la lacra del terrorismo, con firmeza democrática y desde el respeto a las víctimas, con la vista puesta en el importante esfuerzo colectivo que nos queda por delante. Una ingente tarea que Rajoy, según anunció ayer, llevará a cabo desde el diálogo, la concordia y la moderación. Un mensaje de coraje y ganas en unos tiempos en los que otros, desde el Gobierno, han tirado la toalla, incapaces de enderezar el timón del país. Con el concurso de todos, sumando, sin despreciar apoyos, Rajoy está listo para acometer lo que él mismo ha definido como «una de las mayores empresas modernizadoras de la historia de la democracia».

La Razón – Editorial

Final sin proceso

Mientras ETA no renuncie a las armas, no puede haber movimientos en materia penitenciaria.

El ministro del Interior, Antonio Camacho, ha dejado claro que el Gobierno no hará ningún gesto político, ni movimiento alguno en relación a los presos, mientras ETA no anuncie su disolución. Es su respuesta a la insistencia de la izquierda abertzale en reprochar al Gobierno su "inmovilismo" por no hacer las concesiones que le reclama. Esta respuesta se produce un año después de que la banda anunciara la interrupción de sus actuaciones violentas -que incluye desde enero el cese de la extorsión- y cuando está a punto de culminar una consulta entre los presos de ETA impulsada por Batasuna y sus herederos.

Si ese sector desea conocer la opinión de ETA sobre el abandono de las armas, es lógico que se dirija a las prisiones, pues allí está el 90% de los etarras: 730, frente a medio centenar en libertad, según la policía. Y también es lógico que si desea el aval de las cárceles para sus planteamientos, lo haga mediante la fórmula de menor resistencia: adhesión a la llamada Declaración de Gernika, que es bastante menos que la exigencia de retirada definitiva de ETA.


Esa declaración fue consensuada hace cerca de un año por Aralar, que pedía un fin de ETA sin contrapartidas, y Batasuna, que no renunciaba a ellas. La novedad respecto a anteriores iniciativas era que el primer paso debía ser una tregua permanente de ETA "como expresión de la voluntad de abandono definitivo de su actividad armada". Pero, contradictoriamente con esa voluntad, incluía una lista de condiciones para la paz definitiva. Las esenciales: legalización de Sortu (y derogación de la Ley de Partidos), medidas penitenciarias "como primer paso hacia la amnistía" y compromiso de una negociación política "sobre las causas y consecuencias del conflicto" que incluyera el reconocimiento del derecho de autodeterminación.

Con independencia de que la Constitución prohíbe (artículo 62) los indultos generales y que la legalización de Sortu no depende del Gobierno sino del Tribunal Constitucional, lo que resulta inverosímil es el planteamiento del final de ETA como "proceso" de concesiones recíprocas. Porque los jefes de la banda buscan pretextos para seguir, y un proceso de ese tipo sería la ocasión para intervenir en cuanto surgieran divergencias o resistencias a sus pretensiones; porque solo la retirada definitiva de ETA podría hacer variar la frontal oposición de las asociaciones de víctimas a cualquier medida favorable a los presos; porque el consenso democrático establecido tras la experiencia del proceso que ETA dinamitó en la T-4 es que la disolución de la banda debe ser previa a cualquier eventual iniciativa penitenciaria; porque hasta Otegi ha reconocido que la "mera existencia de ETA" sigue siendo "percibida por algunos sectores" como "una amenaza" (Gara, 17-7-2011).

Fue la convicción de algunos presos etarras (y varios dirigentes de Batasuna, también encarcelados) de que no habría salida para ellos sin disolución de ETA lo que impulsó el cambio de estrategia. Su culminación pasa ahora porque exijan públicamente a ETA su disolución.


El País – Editorial

La "motosierra social" es responsabiliad del PSOE

El PSOE de Zapatero es el que ha creado las condiciones para que ya no valga solamente eliminar lo accesorio: por sus desvaríos culpables y por su sectarismo partidista, hoy es obligado también un recorte en "lo social".

Las primeras decisiones ejecutivas de la presidenta de Castilla-La Mancha y las reiteradas declaraciones públicas de Mariano Rajoy indican un cambio severo de rumbo respecto a la trayectoria de un PSOE que, de la mano de Zapatero, hace tiempo perdió cualquier viso de sensatez en el terreno de la economía. Lo grotesco es que después de haber provocado el mayor desastre conocido en esta materia, que llevará sin duda a duros recortes en el llamado "Estado del bienestar", los socialistas acusen ahora a su rival político de poner en riesgo el papel benefactor del Estado como si ellos no hubieran tenido ninguna responsabilidad en ello.

Las declaraciones de José Blanco acusando sin más al PP de recortar voluntariamente el régimen de protección social de que antes disfrutaban los españoles, como si las circunstancias económicas fueran las mismas que el PP legó a los socialistas a su llegada al poder, son intelectualmente ofensivas y políticamente reprobables.

Esa supuesta "motosierra" que Blanco utiliza en su chascarrillo de inspiración sindical para acusar al PP no se hubiera puesto en marcha si los gobiernos socialistas a todos los niveles no hubieran hecho del despilfarro financiero, del derroche suntuario y de la financiación desaforada de los grupos de presión amigos sus principales señas de identidad.


El caso de Castilla-La Mancha, que los socialistas han decidido utilizar para su propaganda contra el adversario acusándolo de "antisocial", es precisamente un ejemplo excelente de la forma en que el socialismo ha llevado a la ruina a toda una región y las consecuencias que el siguiente Gobierno ha de arrostrar necesariamente . De la mano de los socialistas, la comunidad castellano manchega ha multiplicado por seis su deuda desde 2004, pasando de poco más de 1.000 millones de euros a más de 6.000 en términos absolutos y del 3,7% al 16,9% en relación al PIB regional.

Si los socialistas actuaran con una prudencia elemental cuando están en el Gobierno, sus sucesores no se verían en la necesidad de introducir elementos de austeridad en el ámbito de lo público con el rigor que ahora resulta imprescindible. El PSOE de Zapatero es el que ha creado las condiciones para que ya no valga solamente eliminar lo accesorio: por sus desvaríos culpables y por su sectarismo partidista, hoy es obligado también un recorte en "lo social". Si José Blanco busca al responsable de la "motosierra", que le pregunte a Barreda. Y no sólo a él.


Libertad Digital – Editorial

Turistas que merecemos. Por Arturo Pérez-Reverte

Si hay algo que me sigue dejando patedefuá, pese al escaso margen de sorpresa que a uno le deja ser súbdito español y tener los sesenta tacos casi a punto de nieve, es la facilidad de algunos compatriotas, o como se llamen ahora, para salir en la tele sorprendiéndose ante lo obvio. Lamentando de pronto, pancarta en alto, lo que hasta el más tonto del pueblo veía venir desde hace años, sin otra bola de cristal que el sentido común. Pensaba en eso este verano, durante los incidentes provocados en algunas localidades costeras por hordas de turistas jóvenes, ebrios y gamberros, mientras las autoridades locales y los vecinos ponían el grito en el cielo, preguntándose qué habían hecho ellos para merecer eso. Lamentando que España, o buena parte de su litoral mediterráneo, se haya convertido en la cochinera donde viene a recalar el turismo más cutre y bajuno de Europa. La meca de la chusma cervecera, bailona y vomitona, a veinte euros por noche.

Vaya por delante que turismo basura hay en todas partes. Verbigracia, Italia. En materia de chusma, incluida la indígena, poco tienen que envidiar los primos del Lacio y aledaños a nuestros más conspicuos poligoneros nacionales, o a los turistas de cerveza, discoteca con fiesta de espuma y alivio en el portal. Lo que pasa es que allí, junto a ese turismo de bajo coste y carne sudorosa macerada en alcohol, los italianos, que son varias cosas menos tontos, han sabido mantener, paralela, una oferta turística de alta calidad, con lugares donde el turismo de mayor nivel económico y exigencia, incluida la cultural, también se encuentra a sus anchas. Al menos, de momento. Sitios, ésos, que viven no sólo de la cantidad de botellas de agua mineral, bocatas y pizzas recalentadas que turistas de menos recursos -dignísimos y con derecho a comer, por otra parte- consumen cada día, sino también de viajeros que pueden gastarse durante una cena con vistas al lago de Como, sin que les tiemble el pulso, 150 euros en una botella de Gaja. Por ejemplo.

Pero eso hay que currárselo. Lo fácil es montarlo con docenas de torres de apartamentos y hoteles baratos, tropecientas hamburgueserías y discotecas, barriles de cerveza en cada esquina y guindillas municipales tolerantes con el guiri que, antes de caer en coma etílico o matarse haciendo el gilipollas en el balcón, se desnuda, orina, rompe y vomita por doquier. Reconvirtiendo todo el comercio local, restaurantes, tiendas, bares, para adaptarlo a esa subespecie de clientes. Sin exigir, siquiera, que se pongan la camiseta cuando entran descalzos y rascándose los huevos, o el chichi, y que echen la pota en otra parte; no vayan a irse a comprar a la tienda o al pueblo vecinos. Pero claro. Para combinar este turismo ya inevitable con el de categoría, y aprovechar lo más rentable de ambos, hacen falta cultura, tradición, inteligencia, previsión a medio y largo plazo, y sobre todo la conciencia de que una oferta turística no puede inspirarse sólo en suelta lo que tengas y mañana Dios dirá. Tomemos por ejemplo La Manga, que algunos conocimos de niños cuando era una bellísima lengua de arena desierta entre dos mares. ¿Imaginan lo que sería hoy ese lugar, de haber caído en manos de promotores inteligentes y con una visión de futuro digna, en vez de acabar convertido en un disparate de especulación y una pesadilla urbanística? ¿Calculan la riqueza que estaría generando para toda la región, orientada a un turismo de calidad con servicios impecables?

Lo nuestro, sin embargo, es otra cosa. Cuando cinco mil alemanes, italianos e ingleses empastillados y borrachos, a los que igual dan Lloret de Mar que Tegucigalpa porque van ciegos, lo ponen todo patas arriba haciendo en manada lo que en su país no les permiten que hagan, y los guardias de la porra se ponen de pronto cumplidores y tienen que correrlos a hostias porque le pegan fuego al pueblo, echamos la culpa a los dueños de discotecas, y a la degradación de valores en la juventud, y a la puta que nos parió. Obviando que llevamos décadas pidiendo a gritos esa clase exacta de turistas; y que para complacerlos, beneficiándonos de sus miserables migajas, transformamos muchos de nuestros pueblos costeros en barras al aire libre, arrasamos el buen gusto, liquidamos el comercio tradicional, convertimos a nuestros hijos en camareros de chiringuito y lamemos las chanclas a la gentuza de toda Europa. Por eso tiene coña que ahora, cuando recogemos en el telediario los frutos de nuestro esfuerzo, de ese pan para hoy y hambre para mañana -lo que tarde en tranquilizarse la otra orilla del Mediterráneo-, los alcaldes, concejales, comerciantes y vecinos que por acción o silencio fuimos cómplices de tan grotesco y sudoroso negocio, nos llevemos las manos a la cabeza. Olvidando que a quien pide música luego le toca bailarla.


XL Semanal