sábado, 9 de julio de 2011

Rubalcaba ‘se indigna’ y exige a la banca que destine sus beneficios a crear empleo

Primer discurso oficial del candidato del PSOE

Alfredo Pérez Rubalcaba saltó hoy al cuadrilátero electoral alternando golpes de derecha e izquierda. En su esperado primer discurso como candidato del PSOE, trató de conectar con la izquierda indignada exigiendo a bancos y cajas que destinen parte de sus beneficios para combatir el paro juvenil, y proponiendo una reforma electoral para mejorar la representatividad. Pero el todavía vicepresidente también reivindicó el giro económico de José Luis Rodríguez Zapatero, a quien agradeció que haya dado al cara por España. “La deuda hay que pagarla y el pacto del Euro hay que cumplirlo”, advirtió.

El candidato socialista hizo de su discurso una reivindicación de la política como instrumento para solucionar los problemas de los ciudadanos, esbozando los ejes del que será su programa electoral: la creación de empleo, el cambio de modelo económico, la igualdad de oportunidades y la mejora del sistema democrático. No obstante, no desveló su prometida fórmula para combatir el paro, más allá de pedir a la banca que, una vez culminada la reestructuración del sistema financiero, utilicen sus beneficios para crear puestos de trabajo. “Los bancos y cajas pueden esperar, pero los jóvenes, no”, expresó.


Pero los bancos no serán los únicos que tendrán que aflojarse el bolsillo. Entre sus medidas para recuperar el voto progresista, Rubalcaba se comprometió a recuperar el impuesto de patrimonio para los grandes propietarios, de modo que no recaiga de nuevo en las clases medias. A su juicio, se trata de “políticas redistributivas para que quienes no han sufrido la crisis, colaboren para que todos salgamos al mismo tiempo de ella”.

Rubalcaba, como ministro del Interior, ha seguido con atención las protestas del Movimiento 15-M, y parece haber recogido algunas de sus reivindicaciones. Así, planteó la necesidad de incluir en su programa la defensa de una reforma electoral al estilo alemán. Es decir, circunscripciones más pequeñas que las actuales provinciales, de modo que el candidato sea más próximo a los electores, y un resto nacional que amplíe la actual representación de fuerzas parlamentarias. Dado que cualquier reforma electoral necesita de un amplio consenso, la propuesta de Rubalcaba puede quedar en un brindis al sol o en un guiño a los indignados, pero resulta significativo que el PSOE haya dado este paso, tras negarse sistemáticamente a las demandas de partidos como IU o UPyD.

El candidato también ha detectado el desencanto de los votantes progresistas con las medidas económicas que se perciben impuestas desde el exterior, las apelaciones al poder de los mercados o el temor a las agencias de calificación. Por ello, defendió la creación de agencias de rating europeas, la eliminación de los paraísos fiscales y la implantación de un impuesto a las transacciones financieras.

Un sistema educativo perfecto... para crear funcionarios

En su catálogo de reformas democráticas con las que volver a seducir al electorado, Rubalcaba ha incluido también que el Estado ejerza la competencia de controlar los planes urbanísticos, por encima de ayuntamientos y comunidades autónomas, de modo que pueda prevenir la corrupción inmobiliaria y nuevas burbujas. Para el candidato del PSOE, el ladrillo es el gran culpable de la crisis y el desempleo, por lo que su objetivo es “rellenar” con nuevos empleos y empresas el 5% de PIB que ocupaba de más la construcción. “Me voy a partir el pecho por los emprendedores”, afirmó en un intento de disputar al PP su imagen de partido amigo de los pequeños y medianos empresarios.

En un gesto de audacia, se atrevió a definir el sistema educativo español como el mejor para generar funcionarios, aunque lo denunció siendo él mismo “docente y funcionario”. Para cambiar este diagnóstico, abogó por una educación que forme emprendedores, prevenga el fracaso escolar con atención personalizada y selecciones a los profesores con un sistema similar al de los médicos residentes. Y todo ello, aseguró, sin cambiar una sola ley educativa, aunque sí destinando más dinero: “A quien diga que es caro le pregunto cómo de cara es la ignorancia”.

Pero el mensaje de Rubalcaba, aunque también se refiere a la igualdad de hombres y mujeres y a la protección de la sanidad pública, dista bastante del que encumbró entre los votantes de izquierda al Zapatero precrisis. El candidato socialista no puede esconder su larga trayectoria como escudero de Felipe González, primero, y Zapatero, después. Así que Rubalcaba presume de experiencia, de ser socialista, de no haberse “arrugado nunca”, y de trabajar “hasta el límite”. No renegó de su gestión junto al presidente del Gobierno, a quien dedicó grandes elogios por haber dado la cara por España.

Salarios vinculados a beneficios y objetivos empresariales

Su discurso, además de contener derechos, habla de obligaciones, esfuerzo, ortodoxia económica y, de forma difusa, de reformas laborales. “La crisis financiera nos pescó con la deuda al cuello, y tenemos que pagar esa deuda”, advirtió. En esta línea, se comprometió a respetar el pacto del Euro, mantener la reducción del déficit, combatir la inflación, liberalizar mercados y aportar mayor flexibilidad al mercado laboral como piden los empresarios. Aunque no precisó si dará una nueva vuelta de tuerca a la inconclusa reforma laboral de Zapatero, sí apostó por la concertación entre empresarios y trabajadores para fomentar los contratos a tiempo parcial o vincular los salarios a los beneficios y objetivos de las empresas.

Por otra parte, no dedicó ni una palabra a la lucha antiterrorista, a la organización del estado autonómico, y apenas se acordó del PP, aunque lanzó algunos dardos a sus adversarios: “Ningún político de este país se define de derechas, aunque estén a la derecha de la derecha”. Su discurso se alargó una hora, ya que fue interrumpido constantemente con aplausos por los más de 2.000 socialistas que completaron el aforo del Palacio Municipal de Congresos de Madrid. Rubalcaba estuvo arropado por familiares y amigos, así como por la dirección del partido, miembros del Ejecutivo, barones autonómicos y figuras como Javier Solana o Carlos Solchaga. También estuvo Carme Chacón, derrotada antes incluso de poder competir en las primarias, y que ayer vio como Rubalcaba se lanzaba a la carrera electoral con un compromiso: “No voy a comprometer nada que no me vea capaz de cumplir”.


El Confidencial - Opinión

PSOE. Por favor. Por Maite Nolla

A Zapatero se lo ha acabado cargando la economía. Ya ves tú, la economía. No tenía ni idea de economía, ni le importaba lo más mínimo, ni había ganado las elecciones para hacer en el Gobierno nada que tuviera que ver con la economía.

Visto el resultado, tuvieron la oportunidad de convocar elecciones la misma noche del 22 de mayo, y nada. Pudieron aprovechar el debate sobre el estado de la Nación para disolver y hacer algo medianamente digno, que es irse ya, y tampoco. Y ahora, nuevamente, en lugar de convocar elecciones para el primer día en que lo permita la Ley, tenemos que soportar otro cambio de Gobierno y el nombramiento de nuevos ministros para que Rubalcaba pueda preparar tranquilo su derrota.

Y es que no podemos perder de vista de qué tipo de políticos estamos hablando: llegaron arrasando con cualquier respeto mínimo al contrario y a la mitad de los españoles que no les votan, y para irse su conducta no es muy distinta. Su idea iba mucho más allá de gobernar y de aplicar su programa; su voluntad era la de mover la línea y situar a una gran parte de los españoles en la marginalidad, en la radicalidad y en la caricatura. Y en eso, su éxito ha sido razonable, y si no váyanse al ayuntamiento de Lizarza. Pero como la vida y la política tienen estas cosas, a Zapatero se lo ha acabado cargando la economía. Ya ves tú, la economía. No tenía ni idea de economía, ni le importaba lo más mínimo, ni había ganado las elecciones para hacer en el Gobierno nada que tuviera que ver con la economía; pero ha sido su tumba política. Por eso, en la réplica a Rajoy, en el debate sobre el estado de la Nación, sólo le faltó tirarle el micro. ¡Qué rabia! Zapatero nos había sido enviado para lo del Estatut y para compartir el premio Nobel de la Paz con Otegi, pero no para hablar de Moody’s o de las primas de riesgo.

Y, como les decía, se van a ir como vinieron. Ya no van a hacer nada de lo que les mandan y tienen una macroencuesta que apunta a un desastre total, y, en cambio ahí siguen, utilizando al Gobierno para que Rubalcaba haga oposición al Gobierno; total para nada, porque ya va tarde, y en lo que no va tarde es ridículo, y lo que no es ridículo es patético. Así que vamos a disfrutar durante unos meses más de este Gobierno sedado, para que Rubalcaba pueda hacerse una foto evitando que se cumpla alguna orden de desahucio de un juzgado de primera instancia. Iros ya, por favor.


Libertad Digital - Opinión

No acaba de pasar. Por M. Martín Ferrand

Es necesario, para el bien de la democracia, que las televisiones públicas desaparezcan.

Alberto Oliart ha sido, en su cargo de presidente de RTVE, como un cuadro de Piet Mondrian. Abstracto. Mucha estética y argumento escaso. De no ser por su coste elefantiásico se acercaría al vacío absoluto. Era algo previsible, y segura y malvadamente también previsto, cuando el consenso entre el PSOE y el PP le nombró presidente de la corporación pública en noviembre de 2009. Los acuerdos entre los dos grandes partidos nacionales que parten de las mayorías reforzadas como garantía pluralista son siempre una chapuza, un engendro. A una de las partes, la dominante, le conviene un hombre activo y próximo, y a la otra, la instalada en la oposición, un santón con vocación de rémora y freno. Así sale lo que sale.

Ahora, al dimitir, Oliart ha puesto en evidencia a sus mentores. ¿Qué razones pudieron potenciar su figura hace veinte meses? Un octogenario retirado, consagrado a la actividad agropecuaria en Extremadura y que, en su pasado anterior, nunca alcanzó los dos años en sus cargos más relevantes —ministro de Industria y Sanidad con Suárez y de Defensa con Calvo Sotelo—, buen jurista y dudoso bancario, ¿da el perfil que requiere una empresa pública como RTVE? Lo más sorprendente en tan delirante designación fue que el interesado aceptara el nombramiento. Siendo, como es, un hombre de formación y experiencia, tenía que saber lo que le esperaba al frente de un Consejo de Administración integrado por paniaguados de cuota y canonjía, militantes o devotos que reproducen la proporcionalidad parlamentaria.

Asegura el maestro Manuel Alcántara, filósofo de guardia y poeta voluntario, que lo peor que nos pasa es que no acaba de pasar. Así es en verdad. RTVE es una muestra palpable de la doctrina Alcántara. «Lo que nunca muere», como el serial radiofónico de Luisa Alberca y Guillermo Sautier Casaseca. Y es necesario, para el bien de la democracia, el progreso de la información independiente, la normalización del mercado y la evitación del despilfarro nacional que las televisiones públicas desaparezcan. No tienen razón de ser. Constituyen un anacronismo, como las radios, que arranca de sus maléficos efectos propagandísticos en la Segunda Gran Guerra que volvieron audiovisualmente desconfiado al Viejo Continente. ¿Admitiríamos desde la exigencia democrática la existencia de una prensa del Estado? Carecen de sentido las piruetas del consenso que, para neutralizar los efectos de una televisión que nos cuesta 2.000 millones anuales, lleva a los grandes partidos a nombramientos como el de Oliart. Menos abstracción y más realismo. El modelo es el de Goya en Saturno devorando a un hijo.


ABC - Opinión

El Milagro de P Punto (y el incierto futuro del Partido Socialista). Por Federico Quevedo

Cuando ustedes lean estas líneas, si lo hacen antes de que Alfredo Pérez Rubalcaba intervenga en su discurso de aceptación del encargo de cabeza de lista del PSOE a las próximas elecciones generales, les pasará lo mismo que a mí el viernes cuando las escribí: que no tenía ni idea de qué iba a decir el ya proclamado candidato socialista a la Presidencia del Gobierno. Si lo hacen después de su intervención tendrán una ventaja: conocerán su discurso y tendrán elementos de juicio de los que este que suscribe no disponía en el momento de sentarse delante del ordenador. Pero para el caso, da igual. Lo que cada vez es más evidente es que el Partido Socialista se enfrenta a una de sus situaciones más difíciles desde la Transición, seguramente la más difícil de todas porque la perspectiva, pase lo que pase o haya pasado lo que haya pasado el sábado por la mañana, es la de una derrota sin precedentes en las urnas hasta el extremo de que si se cumplen las encuestas podría quedar muy por debajo de los 125 escaños que obtuvo Joaquín Almunia en el año 2000. Algunos dicen que podría incluso bajar de los cien escaños, pero a mi eso me parece excesivo.

Lo cierto, en cualquier caso, es que desde las elecciones de 2008, cada convocatoria electoral supone un varapalo para el PSOE, tanto que las encuestas suelen quedarse cortas en su previsión de resultados. ¿Pasará lo mismo en las generales? Nadie lo sabe, pero lo que sí sabemos es que de aquí a que se celebren, la agenda político-económico-social actúa en contra del PSOE y a favor de ese aire de cambio que se levantó a modo de vendaval el pasado 22 de mayo. Es más, si se cumplen las previsiones y además de las generales el PSOE pierde también las autonómicas andaluzas, se dará la circunstancia de que nunca un partido político, en este caso el PP, ha acumulado tanto poder, y nunca la oposición ha disfrutado de tan poco, tanto a nivel local, como autonómico y nacional. Con todo lo que eso conlleva, no solo en términos de presencia y de influencia, sino también de capacidad de ‘colocación’. De ahí los nervios, de ahí la crispación que se vive en el seno del Partido Socialista y que éste intenta trasladar al debate político.


El PSOE necesita un milagro y como al tratarse de un partido laicista y netamente alejado de cualquier influencia religiosa no pueden encargárselo a santo o divinidad alguna, han optado por poner la consecución del mismo en manos de una sola persona, de un solo hombre: Alfredo P Punto Rubalcaba, quien desde el día de hoy y hasta el momento en que los ciudadanos acudan a las urnas se echa la mochila a la espalda con el reto de conseguir dicho milagro que permita al PSOE no ya ganar - eso parece imposible-, sino al menos salvar los muebles. Un reto que el propio partido sitúa en ese listón de los 125 escaños en las generales - de ahí para arriba será un éxito, y para abajo un rotundo fracaso- y el mantenimiento del poder en Andalucía, aunque sea pactando con Izquierda Unida ya que parece más difícil que en aquella comunidad se reproduzca lo ocurrido en Extremadura si el PP no logra mayoría absoluta. Establecidos los objetivos, ahora viene lo difícil para el candidato P Punto: cómo conseguirlo.
«El PSOE necesita un milagro y como al tratarse de un partido laicista y netamente alejado de cualquier influencia religiosa no pueden encargárselo a santo o divinidad alguna, han optado por poner la consecución del mismo en manos de una sola persona.»
Si algo cabe valorar del personaje es su habilidad y su astucia, claro que no es lo mismo ponerlas en práctica en lo que a él siempre le ha gustado más -la fontanería-, que hacerlo a la vista de todo el mundo. P Punto no es precisamente un hombre inmaculado en su gestión, y tiene fama de enterrador. Ha formado parte, además, de este Gobierno desde el principio, luego difícilmente va a poder resultar creíble la principal estrategia de su campaña electoral: alejarse del zapaterismo y dar ese giro a la izquierda que el PSOE cree que le reclaman sus bases. Venir ahora a contarnos lo malos que son los banqueros después de haberles hecho el caldo gordo durante todos estos años es una broma de muy mal gusto, sobre todo cuando hay gente pasándolo muy mal por culpa de los abusos de poder de las entidades financieras -algún día, si quieren y me dejan, pongo nombres y apellidos a situaciones escandalosas-…

¿Dónde estaba P Punto cuando, en efecto, los bancos y las cajas concedían toda clase de préstamos hipotecarios y personales sin ningún tipo de garantía y con la sola intención de presentar los mejores resultados a las cúpulas para que los incentivos fueran desproporcionados? Porque este mismo partido que ahora va a liderar P Punto y que le pone la proa a los banqueros, es el mismo partido que lleva ocho años gobernando y que, sobre todo, no movió un músculo para cambiar la situación en la primera legislatura cuando algunos técnicos del Banco de España ya advertían de lo que estaba pasando. Como tampoco puede ser creíble el discurso regenerador en boca de quien desde el primer momento solo aceptó el encargo de liderar el PSOE a cambio de que no hubiera primarias o éstas se amañaran, como así se hizo, para que las ganara él. Le queda la opción de cargar contra el PP y de utilizar, como ha hecho otras veces, los resortes del Estado de Derecho para atacar a su rival político, pero se supone que ya no estará al frente de los ministerios que le dan ese poder, y que por lo tanto no dispondrá de los efectivos bajo su mando de los que antes disponía para llevar a cabo su labor de ensañamiento contra la oposición.

Cuando escribo estas líneas lo único que sabemos, por filtraciones del propio equipo de P Punto, es que el acto del sábado va a ser muy novedoso y va a deparar no pocas sorpresas… Puede ser. Los socialistas son unos maestros de la gesticulación, pero la escenografía, por muy impactante que pueda resultar, no esconde la verdadera realidad de este país, y esa realidad es terriblemente dolorosa, y lo va a seguir siendo en los próximos meses. Y P Punto es tan responsable de esa realidad como lo es el presidente Rodríguez Zapatero, porque no solo ha sido su vicepresidente, sino que en el último año prácticamente él ha ejercido, sin que los españoles le hubiéramos votado y elegido para ello, de verdadero presidente del Ejecutivo, dejando a Zapatero a un margen que casi roza la humillación. No es que yo vaya a defender ahora a Zapatero: lo que defiendo es la naturaleza de la democracia, porque fue a Zapatero a quien se eligió para gobernar, no a Rubalcaba. Pero da igual. A estas alturas ya todo es pura pantomima y un intento a la desesperada por evitar la debacle. La esperanza agónica de un milagro. El Milagro de P Punto.


El Confidencial - Opinión

Lento estorbo. Por Alfonso Ussía

Pretender que todos los estorbos se adapten a la misma velocidad es una quimera. Hay estorbos rápidos y fugaces, y estorbos lentos y parsimoniosos. En su lecho de muerte un conocido banquero agonizaba mientras su mujer y sus hijos rezaban un rosario detrás de otro. El banquero, con plena lucidez, sintió un atisbo de pereza cuando su familia inició el tercer rosario. «Dejadlo ya, que nos estáis estorbando a mí y a la muerte». El empresario era persona profundamente cristiana, pero en el umbral del Más Allá las voces plañideras y estridentes estorban, y a su mujer se le conocía en la sociedad de Madrid como «la Cacatúa», no por la belleza y exotismo de su plumaje, sino por su perforante y destemplada voz.

Estorbar es de mala educación. Hay gente que estorba en los lugares menos indicados para tan desagradable acción. En el aeropuerto de Barajas, Terminal 2, a las cuatro de la mañana hay asientos de sobra para aguardar la llamada de embarque a los aviones. Está demostrado. Siempre aparece un pasajero que con excesivo equipaje de mano se sienta al lado de otro, agobiándole, estorbándolo, cuando tiene a su disposición hileras completas de asientos sin ocupar. Es lo que se conoce como el «estorbador de aeropuertos», especie muy abundante en España.


Otegui, Arnaldo, formó parte del comando que intentó asesinar a Gabriel Cisneros. Gaby superó un balazo en el hígado que entorpeció su vida, y que al cabo de los años, resultó determinante para acelerar su muerte. Arnaldo Otegui, como dirigente máximo de Batasuna y demás engendros del terrorismo, jamás lamentó la muerte de los más de novecientos inocentes asesinados por la ETA. No le estorbó la sangre derramada en torno a los cuerpos de los niños, ni las nucas abiertas en los militares, guardias civiles, policías, y mujeres y hombres de la calle caídos por la barbarie terrorista. No le estorbó la angustia de los secuestrados, muchos de ellos torturados y finalmente asesinados. No le estorbó durante décadas el éxodo de centenares de miles de vascos que hicieron las maletas y se instalaron en otros lugares de España para disfrutar del derecho a la vida y la tranquilidad. Si no le estorbaron las bombas, las balas y las tragedias de los familiares de los muertos y de los heridos y mutilados, menos podían estorbarle los insultos, las amenazas y las coacciones. En ese aspecto, hay que reconocer que Otegui ha sido un individuo que ha vivido sin conocer la molestia del estorbo.
Hasta ahora.

En el juicio del «caso Bateragune» ha manifestado que le «sobra y estorba la violencia». No que le repugna. Tan sólo le sobra y estorba. Su abogado, Iñigo Iruin, ha ensalzado el mérito de Otegui atribuyéndole la falta de atentados en los dos últimos años. El reconocimiento de ese mérito conlleva la responsabilidad de haber permanecido callado y cómplice durante los años más sangrientos y estremecedores de la banda estalinista vasca. Tiene suerte, mucha suerte Otegui por haber encontrado al fin la sombra del estorbo después de tantos años de espera. De tantos años de complicidad. De tantos años de dolor.
De tantos asesinatos.

La vida es así. Uno crece con la perversidad libre, se forma en la maldad insaciable y se reúne y colabora con la cobardía más sanguinaria y menos estorbada, y después de casi mil muertos el estorbo llama a su puerta. Muy lento ese estorbo. Muy falso ese estorbo. Muy mentiroso y cínico ese estorbo. Pues que se estorbe. Pero en la cárcel.


La Razón - Opinión

PSOE. Números "rojos". Por Pablo Molina

El felizmente extinto "cinturón rojo" de Madrid es quizás el ejemplo más obsceno del derroche de unas administraciones politizadas hasta la médula, pero los casos se multiplican en toda España.

Las consecuencias inmediatas del cambio de Gobierno producido en varios miles de ayuntamientos de toda España demuestran que la ley histórica basada en la equivalencia Socialismo = Ruina no admite excepciones. Es una Ley de Hierro de la política que se cumple de forma inexorable, especialmente cuando un alcalde socialista abandona el consistorio tras al menos ocho años de mandato. No porque el socialismo no sea capaz de arruinar a un municipio entero en un plazo menor, sino porque para completar su obra y que la destrucción sea absoluta hasta los socialistas necesitan, al menos, dos legislaturas.

La certeza del fin de sus mandatos, salvo honrosas excepciones, no ha servido para que los alcaldes del PSOE hagan un esfuerzo de austeridad con el fin de dejar a su sucesor unas finanzas aseadas. En algunos casos ni siquiera se han ocupado de que exista un control riguroso de las cuentas para que el alcalde entrante tenga una idea aproximada de la ruina que hereda, porque hasta los libros de contabilidad han desaparecido y los registros informáticos borrados.


La parte más grotesca de todo este asunto es que los mismos que no sólo han arrasado las arcas públicas sino que además han generado deudas insostenibles para el tamaño de sus municipios son los mismos que pasado mañana se manifestarán a las puertas del ayuntamiento para protestar por los "recortes sociales" de la derechona. El PP recorta derechos, será el lema, pero no explicarán que es porque antes ellos los han hecho inviables a base del despilfarro estructural que inevitablemente genera el socialismo allí donde se aplica.

El felizmente extinto "cinturón rojo" de Madrid es quizás el ejemplo más obsceno del derroche de unas administraciones politizadas hasta la médula, pero los casos se multiplican en toda España. Hay ayuntamientos que han tenido que negociar sus deudas con las compañías de agua, gas y electricidad para que no les corten el suministro, lo que da una idea bastante aproximada de la forma en que han sido gobernados en los últimos tiempos.

Con su política de tierra quemada, los ediles socialistas revelan la importancia que en realidad otorgan a la labor de servicio a los ciudadanos para la que fueron elegidos. Primero el PSOE, después sus dirigentes, a continuación los militantes y, en último lugar, si es que queda algo, las necesidades de los ciudadanos. Unos patriotas, los tíos.


Libertad Digital - Opinión

Duros, euros y demás carencias. Por Ignacio Camacho

El sustrato del lenguaje nos revela inmigrantes en el euro, nativos de divisas viejas: «No hay un puto duro»

La moneda mental y sentimental de las generaciones del siglo XX es el duro. Nativos de la peseta, en el euro somos inmigrantes más o menos adaptados, como en el universo digital. Con la divisa vigente pagamos (cobrar no está de moda), pero para tener una idea real de sus magnitudes necesitamos, sobre todo ante las grandes cifras, convertirlas al cambio antiguo. Y el lenguaje, que es donde se sedimentan las categorías intelectuales —la sintaxis es una cualidad del alma, decía Valèry—, sigue apegado al viejo sistema monetario autóctono; aún llamamos pesetero al que se mueve por intereses pecuniarios y al ver telarañas en la caja fuerte se nos escapa el lamento castizo de Esperanza Aguirre: «No hay un puto duro».

A la presidenta madrileña la han vestido de limpio por su desenfado adjetival, ese desahogo coloquial y cheli que quienes le conocen saben que caracteriza su lenguaje cercano, pero de ese lapsus de micro abierto lo más interesante en el sustantivo. La memoria histórica del duro. El euro es todavía una dimensión para tecnócratas, un problema para economistas y un objetivo para especuladores. Euros son lo que (no) tenemos en el banco, lo que asfixia la hipoteca, lo que estrecha la nómina a quienes aún disponen de ella. El euro se nos antoja una proporción de ricos, financieros y gobernantes, que lo manejan en unidades de millón (meuros les dicen los eurócratas de Bruselas) con la familiaridad displicente de la plutocracia. Por eso ha descendido el número de millonarios; los que tienen dinero son los mismos de siempre, pero la divisa eleva el listón conceptual y un tipo que gana seiscientos mil pavos tiende a considerarse a sí mismo miembro de la clase media. Todavía hay chiringuitos de inversión donde por menos de esa cifra no se te ponen al teléfono.

Para toda esa gente, la crisis es un problema de circulante y de estabilidad monetaria; para los demás se trata de una cuestión de supervivencia. Las hormigas humanas que Orson Welles veía desde la noria del Prater mantienen con el euro una relación de ansiedad porque no lo ven en cantidad suficiente para permitirse no pensar en él. Si las administraciones no tienen «un puto duro» —hasta Obama está a punto de suspender pagos… en dólares—, el resto anda sin un maldito real, sin una miserable pelaque alivie las cuitas de las facturas domiciliadas a primeros de mes. Secos, tiesos, caninos; el idioma es muy fértil en metáforas de la ruina porque la pobreza es una realidad histórica y estadísticamente más constante y más amplia. Se lo dijo Hemingway a Scott Fitzgerald en casa de Gertrude Stein, cuando el exquisito autor de «Suave es la noche» filosofaba sobre la simpleza intelectual de los magnates que había conocido: «Sí, Scott, los ricos y los pobres son en el fondo exactamente iguales; la única diferencia está en que los ricos tienen mucho más dinero».


ABC - Opinión

La decisión de Alfredo P.

«Espero verles en mi otra vida política». La frase, pronunciada ayer ante los periodistas tras su último Consejo de Ministros, era de Alfredo Pérez Rubalcaba. El vicepresidente primero del Gobierno, portavoz del Ejecutivo y ministro del Interior anunciaba lo que, para todos, era sólo cuestión de horas: su pase a la primera línea del PSOE para encabezar la candidatura socialista a las elecciones generales. Con su decisión, fuerza la máquina del partido para acudir hoy al Comité Federal con el fin de ser proclamado, oficialmente, candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno. Algo que sin duda acompañará de un pormenorizado desglose de lo que será su campaña. Rubalcaba, un animal político de larga trayectoria desde los ya lejanos tiempos de Felipe González, intenta reinventarse y presentarse como «lo nuevo» en un momento crítico para su partido. No le será fácil vender su mercancía de más de lo mismo a unos electores que, si bien reconocen su buen trabajo en la lucha contra el terrorismo etarra y sus constantes golpes al entramado radical, no olvidan que su partido es el responsable directo –ya que del PSOE ha sido la responsabilidad de Gobierno–, de las actuales cifras del paro, que ronda los cinco millones de personas, y de unas políticas de ajuste económico que no se han detenido ante el sueldo de los empleados públicos o los pensionistas. No resultará fácil presentarse como alternativa cuando uno proviene del mismo Ejecutivo que lleva en paro técnico desde el anuncio de su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, de no volver a presentarse a unas elecciones generales. Algo que resulta más obvio aún a la vista del anuncio realizado ayer por Rubalcaba, que ha oscurecido todavía más la importancia de Rodríguez Zapatero, ya que debería ser el presidente el que anunciase la marcha de su vicepresidente, y no al revés, como ayer sucedió. Su pase a primer línea electoral deja una vacío de poder demasiado obvio ante el que pocos se preguntan ya cómo será cubierto en este desfallecido Ejecutivo. En su salto a la arena electoral, Alfredo P. Rubalcaba, como él mismo se ha vendido en los últimos días, lleva de fábrica su buena capacidad para comunicar y su camaleonismo ante situaciones complicadas. Sin embargo, y como hemos visto en los últimos días, ciertos coqueteos con las bases más izquierdistas de su partido o movimientos como el 15M le perjudicarán. En un momento de grave crisis económica y de ataques desde el exterior a nuestra deuda soberana no es de recibo que se cometa el error de cargar contra nuestras entidades financieras. De él se espera mayor responsabilidad que de ciertos ministros con sus ataques a nuestros bancos. Y más con las pruebas de estrés de la Unión Europea a las puertas. El horizonte político de Rubalcaba no es esperanzador, ni para él ni para su partido. Sin embargo, puede ser constructivo. Podría y debería serlo si trabaja con el ganador de las próximas elecciones generales en la recuperación de la riqueza y gobernabilidad de España.

La Razón - Editorial

Un pacto con futuro

El acuerdo entre CiU y PP para los presupuestos de 2011 abre un horizonte de colaboración.

Convergència i Unió y el Partido Popular cerraron ayer en Cataluña un pacto de gran calado político que formalmente es un acuerdo para aprobar los presupuestos de 2011. A dos días de que se cumpla el primer aniversario de la masiva manifestación contra la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto, la realidad se ha encargado de mostrar la fragilidad de los grandes principios cuando se ponen al servicio de la aritmética parlamentaria. El Partido Popular, autor del recurso contra el texto estatutario y promotor de una campaña en la que utilizó toda la munición de tópicos anticatalanistas, va ahora del brazo de quienes defienden el derecho a decidir y un pacto fiscal similar al vasco o al navarro.

El actual presidente de la Generalitat, Artur Mas, llegó a firmar ante notario, en septiembre de 2006, que nunca pactaría con este partido, algo de lo que ya se arrepintió en apenas el plazo de una legislatura. Arguyen los convergentes que no han encontrado predisposición para el acuerdo presupuestario con otras formaciones, como el PSC o Esquerra. Tampoco han hecho muchos esfuerzos para buscarlo porque tenían ante sí un camino trazado mucho más claro. Es más cómodo un acercamiento al PP, que sin apenas contrapartidas recupera su pulso político en Cataluña, en una operación que además allana el camino para el momento, probablemente muy próximo, en que los populares puedan exhibir una victoria en las elecciones generales. En eso sí que la CiU de Mas se parece como una gota de agua a la de Pujol: hay que primar para los pactos a quien gobierne o vaya a hacerlo en Madrid. El PP puede presentarse con esta política de pactos en todas direcciones (CiU en Cataluña, PSOE en el País Vasco, IU en Extremadura) como el partido vertebrador capaz de establecer alianzas con todos.


Y, en cambio, detrás del pacto hay poco más que una enorme voluntad de pacto. La presentación del acuerdo por parte de la líder popular catalana Alicia Sánchez Camacho fue un monumento a la vaguedad. Lo más vistoso es una mención de las célebres embajadas catalanas en el exterior, que hay que reducir, aunque nada se concrete ni enumere. Lo más concreto, una mención a la viabilidad de una serie de centros sanitarios y de enseñanza que queda sujeta a un impreciso estudio futuro. Los populares introducen su cuña política, obligando al Gobierno de Mas a presentar una ley de estabilidad presupuestaria, tal como recomienda el líder del PP, Mariano Rajoy.

CiU además cedió ayer los fuegos de artificio de la presentación del pacto al PP, que regresa por la puerta grande a la vida política catalana. Los populares han dejado su condición de apestados. Crecidos por los resultados de las municipales que les han dado -gracias a CiU- alcaldías como la de Badalona o parte del pastel de la Diputación de Barcelona, culmina así el sueño de los populares catalanes. El acuerdo entre PP y CiU, más allá de las cifras, abre horizontes de futuro en dirección a las Cortes Generales y al Gobierno.


El País - Editorial

La auténtica mascarada del 11-M

Lo único que parece evidente hasta el momento es que ha habido personajes dedicados a falsificar pruebas y a desviar el foco de la investigación para provocar un giro político copernicano.

La versión oficial del 11-M, ésa que presuntamente resuelve todas las incógnitas del mayor atentado terrorista de nuestra historia, se construyó sobre tres elementos: el Skoda Fabia, la furgoneta Renault Kangoo y la mochila de Vallecas. El primero de ellos tenía tan poca base que incluso el instructor juez del Olmo decidió prescindir de ella; sobre el segundo pesan muy serias sospechas de que sea una prueba falsa; y en cuanto a la tercera, por si no se hallara lo suficientemente desacreditada hasta el momento, las últimas revelaciones han terminado por enterrarla.

La famosa mochila de Vallecas, que sirvió de base para inferir el contenido del resto de mochilas que sí explotaron en los trenes, estaba formada básicamente por tres componentes: metralla, un teléfono móvil y explosivo. Del explosivo hay poco que añadir, pues ya hemos constatado en numerosas ocasiones que resulta altamente improbable que lo que explotara en los trenes que fuera Goma 2 ECO. La metralla, por su parte, ya sabíamos que era un elemento que chirriaba sobremanera, pues no se encontraron restos de la misma en ninguna de las víctimas del 11-M.


Ayer, gracias a las declaraciones de uno de los Tedax ante la juez Coro Cillán, conocimos nuevos datos que todavía dejan en peor posición este vestigio. Para empezar, el declarante ha manifestado que el jefe de los Tedax, Sánchez Manzano, lo apartó de la investigación después de que se negara a alterar su informe pericial en el que afirmaba que los tornillos de la mochila de Vallecas no tenían nada que ver con los recogidos por los funcionarios judiciales en Mina Conchita o con los encontrados en el foco de explosión de los trenes. Asimismo, hemos conocido que el teléfono Movistar de la mochila probablemente no fuera liberado, tal como afirma la versión oficial, pues no funcionó con una tarjeta prepago Vodafone pero sí con una Movistar.

En definitiva, las declaraciones del Tedax no sólo ponen de relieve el extraño interés de Sánchez Manzano por que el contenido de la mochila de Vallecas se adaptara a una particular teoría preconcebida, sino que arrojan nuevas y serias dudas sobre la principal prueba que condujo el propio 12 de marzo a Zougam y, de ahí, a todas las turbas populares que acusaron al Gobierno popular de estar manipulando lo que a todas luces era un atentado islamista en represalia por la guerra de Irak.

Al final, se produjo el cambio de Gobierno al grito de "queremos saber la verdad", pero no hemos quedado sin la verdad. Lo único que parece evidente hasta el momento es que ha habido personajes dedicados a falsificar pruebas y a desviar el foco de la investigación para provocar un giro político copernicano. Si todavía alguien sigue creyéndose una versión oficial que sólo ha servido para obstaculizar el esclarecimiento de los hechos, va siendo hora de que, tras estas nuevas evidencias, vuelva a preocuparse por saber la verdad.


Libertad Digital - Editorial

Y ahora, elecciones

La dimisión de Rubalcaba forzará una remodelación del Gobierno, pero realmente significa el punto final del Ejecutivo socialista.

EL vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, anunció ayer que abandonaría de inmediato sus cargos en el Ejecutivo, pero lo cierto es que aún no lo ha hecho, porque sigue siendo el número dos de Rodríguez Zapatero y como tal va a comparecer hoy ante el Comité Federal del PSOE. El desacierto continuo se ha instalado en los estrategas de la candidatura de Rubalcaba, hasta el extremo de seguir creando confusión incluso en el paso más sencillo —por inevitable— que tenía que dar, que no es otro que su salida del Gobierno. En todo caso, cada gesto del PSOE sobre Rubalcaba hace más evidente que su candidatura es un recurso agónico para taponar fugas en el electorado de izquierdas y recuperar apoyos fugados a la abstención o a Izquierda Unida. Toda la estrategia de la candidatura de Rubalcaba es pura endogamia. Resulta conmovedor, por lo que tiene de impostado, que el presidente del Gobierno se sienta expectante por lo que vaya a decir su vicepresidente sobre el proyecto socialista. Parece que Rubalcaba no comparte con el Gobierno al que pertenece sus recetas contra el paro, ni con su partido los planes políticos para concurrir a las elecciones. El esfuerzo del PSOE por presentar a Rubalcaba como una promesa política se estrella con la realidad de que el ministro del Interior lleva décadas instalado en el cuartel general de este partido y en las etapas de gobierno socialista más desastrosas para España.

La dimisión de Rubalcaba forzará una remodelación de Gobierno, pero realmente significa el punto final del Ejecutivo socialista, porque la mayor amenaza para Rubalcaba candidato —y sin control directo en el Consejo de Ministros— es Zapatero con nueve meses de mandato por delante. Por eso, la lógica electoral recomienda al candidato socialista anular el margen de actuación del presidente del Gobierno todo lo posible y anticipar las elecciones generales.

El PSOE debe dejar de tratar la crisis nacional como un problema de partido. Es un problema de España, y hace falta que lo enfoque con patriotismo y responsabilidad, convocando elecciones. La crisis económica no da respiro. La actividad económica ha vuelto a frenarse en el segundo trimestre y el empleo no despega. Atacar a los bancos, arrimarse al 15-M y sacrificar la SGAE son guiños oportunistas, pero no la política de Estado que cabría esperar del partido en el Gobierno.


ABC - Editorial