sábado, 8 de octubre de 2011

Hablemos del próximo presidente del Gobierno de España. Por Federico Quevedo

Sí porque si les soy sincero, a estas alturas lo que puedan aportar el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el resto de los dirigentes de ese partido al debate político nacional, es bastante pobre. No por nada, fíjense que hasta en este aspecto prefiero ser condescendiente, pero después de casi ocho años de Gobierno y de haber conducido al país a la situación en la que se encuentra, el margen de maniobra que tiene el Partido Socialista para hilvanar un discurso mínimamente coherente entre lo que se ha hecho y lo que se propone para el futuro es muy estrecho, por no decir que casi invisible.

Los acontecimientos, además, no ayudan a la campaña del candidato Rubalcaba, que se enfrenta a la que, en mi opinión, es la peor de las situaciones para un candidato sobre el que recae el peso de la responsabilidad de ocho años de gobierno: un decaimiento-desánimo-hastío colectivos como nunca antes se había vivido en este país.


El PSOE llegó al poder en el 82 en medio de una importante crisis social y económica, cierto, pero entonces había esperanza en el futuro. Ahora no. Y eso es lo que va a hacer que la ciudadanía castigue al Partido Socialista de un modo severo en las urnas el próximo 20 de noviembre, y el testigo de la gobernabilidad lo tendrá que recoger el Partido Popular y su líder, Mariano Rajoy. Un Partido Popular que del jueves al sábado celebra su Convención Nacional en Málaga, una Convención de la que se supone deben salir propuestas para el futuro, sobre todo para el futuro inmediato, pero sobre todo debe salir un discurso que empiece a despertar algo de esperanza y de ilusión colectiva en el electorado.
«Lo que va a hacer Mariano Rajoy es pedir a toda la sociedad un esfuerzo común, un gran acuerdo colectivo para sacar a este país adelante, un consenso social y político sin precedentes para ayudar a España a salir de la crisis.»
Será hoy cuando Mariano Rajoy intervenga en la Convención, para clausurarla, y esa será, sin duda alguna, la intervención más esperada de los tres días, porque tengo para mí que no va a ser un discurso cualquiera, sino que va a ser una de esas intervenciones en las que Mariano Rajoy sabe darlo todo y que puede empequeñecer, y mucho, el nivel que hasta ahora está demostrando un Partido Socialista que gasta de manera aleatoria y a la desesperada sus últimos cartuchos.

Ya el jueves por la tarde, Rajoy lanzo dos pequeñas ‘píldoras’ que son del máximo interés: limitación por ley de mandatos para todo cargo público y reducción de número de diputados, diputados autonómicos y concejales para adelgazar la administración y su coste. Verán, probablemente una de las grandes apuestas de este país para los próximos años sea la de llevar a cabo un ejercicio de regeneración democrática que limpie la cara a todo el sistema de arriba abajo, pero hasta ahora son pocos los políticos que se han atrevido a poner el dedo en esa llaga, por no decir ninguno. Mariano Rajoy lo va a hacer, y va a ir más allá el PP: una ley para evitar que las entidades financieras abusen de los más débiles, una reforma del BdE para evitar situaciones de una manifiesta inmoralidad pública como las retribuciones de los directivos de las cajas de ahorros, reforma de la ley de televisiones públicas para permitir su venta o su transformación y evitar el gasto que suponen para el erario público, una reforma laboral que establezca el contrato indefinido único para todos los trabajadores, ayudas a las empresas para que contraten a los más jóvenes y a los parados de larga duración, un reparto del coste de la crisis -que habrá que concretar- entre los más ricos…

¡Vaya! Resulta que después de varios meses mareando la izquierda la perdiz, quien se pone el gorro de defensa de los menos favorecidos y de apuesta por la regeneración del sistema es la derecha, mientras que en la otra orilla solo se les ocurre como gran reclamo para esa masa de indignados de la sociedad restablecer el Impuesto sobre el Patrimonio. Pero, lo más importante, lo que de verdad va a marcar la diferencia entre el discurso de Mariano Rajoy y el de Rubalcaba, entre los modos y las maneras de quien va a ser el próximo presidente del Gobierno y el candidato a dirigir la oposición, va a estar en la mano tendida.

Lo que va a hacer Mariano Rajoy es pedir a toda la sociedad un esfuerzo común, un gran acuerdo colectivo para sacar a este país adelante, un consenso social y político sin precedentes para ayudar a España a salir de la crisis. Eso es lo que vamos a escuchar de boca de Mariano Rajoy, y esa es la primera gran apuesta que necesita España para iniciar el camino de su regeneración y de su recuperación: volver a los tiempos del consenso y la concordia con los que en otros momentos de nuestras reciente historia hemos conseguido superar situaciones, si no igual de difíciles, sí al menos bastante aproximadas.


El Confidencial – Opinión

0 comentarios: