sábado, 8 de octubre de 2011

Aznar y las excusas de mal pagador

Si a los socialistas les quedara algo de vergüenza, evitarían hablar de ETA, especialmente si es para criticar a Aznar. Pero claro, son el partido de Zapatero y Rubalcaba.

El Gobierno de José María Aznar fue el que sentó las bases de la actual decadencia de ETA. Víctima de un atentado diseñado para asesinarlo, el ahora presidente de FAES centró su política en el reconocimiento público a las víctimas, el cerco policial a los terroristas y las iniciativas legales para ahogar el frente amplio que utilizaba ETA para financiarse y aumentar su influencia y legitimación en el País Vasco.

Frente a ese impresionante historial, los socialistas se han aferrado tradicionalmente a la excusa de que al comienzo de la tregua-trampa, bajo la presión de una prensa, un PSOE y una mayoría de su propio partido favorables a la negociación, se refiriera a ETA como el "movimiento de liberación nacional vasco". Sin duda fue algo censurable, pero resulta ridículo tomarlo como una especie de eterna indulgencia plenaria que santifica todas las barbaridades cometidas por el Gobierno del PSOE liderado por Zapatero durante el proceso de rendición, primero, y esa versión soterrada de la misma infamia que ha desembocado en la legalización de Bildu.

Aznar no sólo tiene razón al recordar que el perdón es potestad exclusivamente de las víctimas, pues si no nos vengamos personalmente y cedemos al Estado la administración de justicia no es para que luego se la niegue a unos ciudadanos por motivos políticos. Aznar tiene además toda la autoridad moral y política para decirlo. Gracias a Aznar, se pasó de una suerte de "empate infinito" entre una banda terrorista y un Estado democrático a que éste empezara a tener la iniciativa hasta que la mayoría quedó convencida por fin de que se podía y, por tanto, se debía ganar a ETA. Desde la ley y sin atajos.

El PSOE y sus terminales mediáticas se encargaron de destruir todo eso. Cargó de legitimidad a unos criminales que estaban a la defensiva, los devolvió a las instituciones de las que se les había expulsado y les dio la esperanza de triunfar cuando ya se sabían derrotados. Por eso nadie que haya estado en ese Gobierno tiene ni una brizna de autoridad para criticar a Aznar en lo referente a la política antiterrorista. Si les quedara algo de vergüenza, evitarían hablar del tema. Pero claro, son el partido de Zapatero y Rubalcaba.


Libertad Digital – Editorial

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