En política tan importante es el fondo como las formas. En este escenario de crisis económica, una de las prioridades de los partidos políticos ante la cita electoral del próximo 20 de noviembre es dar una imagen de austeridad al ciudadano y evitar el despilfarro de anteriores campañas electorales, en las que los partidos manejaban unos presupuestos más que generosos sin que el ciudadano entendiese muy bien su trascendencia en la cita electoral. Sólo un dato: en las anteriores generales, que se celebraron en 2008 –con la crisis ya gestándose–, los partidos políticos se gastaron en los quince días que duró la campaña más de 50 millones de euros en partidas como publicidad exterior (vallas o banderolas), inserción de anuncios en los medios de comunicación, «mailing» electoral y los distintos actos públicos que celebraron. En esta cita, esta cifra debe mermar considerablemente. En ese sentido, en la reforma de la Ley Electoral que se publicó en el Boletín Oficial del Estado del pasado mes de enero, en relación a las campañas electorales se buscaba que la contratación de la publicidad en los distintos soportes publicitarios sólo podría realizarse en los quince días estrictos de campaña. También se redujo el límite máximo que pueden asumir las candidaturas y se congelaron las subvenciones por voto/escaño y el «mailing» a lo largo de este año.
El Partido Popular no ha sido ajeno a esta medida de ajuste y fuentes de la formación ya han anunciado recortes en varias partidas, como las campañas de marketing y comunicación, así como buscar locales más económicos para celebrar sus actos electorales. Estas medidas serán recibidas con satisfacción por los votantes, que en ningún caso serían cómplices de unos dispendios que ahora mismo la sociedad española no se puede permitir. Es de desear que el resto de los partidos políticos anuncien también medidas concretas con el fin de que sus presupuestos para la campaña electoral sean lo más ajustados posibles a los objetivos a conseguir.
En esa línea de austeridad, los partidos políticos deberían ser más imaginativos. Las fórmulas tradicionales siguen funcionando pero cada vez tienen menos alcance. Frente a la pugna por llenar los grandes escenarios como se ha visto en otras citas electorales, los candidatos y sus equipos deberían ser muy responsables para rentabilizar al máximo los recursos con los que cuentan. Si son un valor importante las siglas, aún lo es más el candidato y que éste tenga un discurso claro, con mensajes directos y que transmita cercanía y empatía por la situación que están viviendo los votantes.
Lo único cierto es que la ciudadanía va a estar muy pendiente de que esta campaña electoral no sea muy gravosa para el bolsillo de todos los españoles. Debe significar un antes y un después, un cambio de modelo de campaña electoral que actualmente es muy costoso y a veces ineficaz. También tiene que ser algo más que un indicio de que los partidos políticos están mentalizados en aplicar unas medidas económicas más rigurosas, en las que la filosofía principal sea la austeridad.
En esa línea de austeridad, los partidos políticos deberían ser más imaginativos. Las fórmulas tradicionales siguen funcionando pero cada vez tienen menos alcance. Frente a la pugna por llenar los grandes escenarios como se ha visto en otras citas electorales, los candidatos y sus equipos deberían ser muy responsables para rentabilizar al máximo los recursos con los que cuentan. Si son un valor importante las siglas, aún lo es más el candidato y que éste tenga un discurso claro, con mensajes directos y que transmita cercanía y empatía por la situación que están viviendo los votantes.
Lo único cierto es que la ciudadanía va a estar muy pendiente de que esta campaña electoral no sea muy gravosa para el bolsillo de todos los españoles. Debe significar un antes y un después, un cambio de modelo de campaña electoral que actualmente es muy costoso y a veces ineficaz. También tiene que ser algo más que un indicio de que los partidos políticos están mentalizados en aplicar unas medidas económicas más rigurosas, en las que la filosofía principal sea la austeridad.
La Razón - Editorial
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