viernes, 12 de agosto de 2011

La cita. Por Alfonso Ussía

Vivimos en una nación sin Gobierno. El alcalde semietarra de San Sebastián retiró el retrato del Rey del salon de plenos del Ayuntamiento donostiarra. Ninguna reacción. El etarra pseudoetarra de San Sebastián retiró la Bandera de España del salón de recepciones del Ayuntamiento de San Sebastián. Ninguna reacción. O son colaboradores de los casietarras nuestros gobernantes o son unas putas gallinas. Y ahora el alcalde filoetarra de San Sebastián solicita audiencia con la desaparecida ministra de Defensa, Carmen Chacón, para exigirle que desmantele los últimos establecimientos militares del Ejército en la capital de Guipúzcoa. «Lore Toki» y Loyola. El primero, una estupidez de Bono, que quiso hacerse el moderno con el anterior, y todavía no clasificado, alcalde de San Sebastián, Odón Elorza. Elorza es un personaje complicado. Lo decía una gran mujer vizcaína a los noventa años de edad. «Hay vascos que son nacionalistas, y lo reconocen; hay vascos que son nacionalistas y no lo reconocen; y hay vascos que son nacionalistas, y no lo saben». Para mí, que Elorza pertenece al tercer apartado. El hecho es que Bono, siendo ministro de Defensa del primer Gobierno de esa calamidad nacida en Valladolid y desmesuradamente crecida en León, le entregó a Elorza el acuartelamiento de «Lore-Toki», donde el Arma de Caballería mantenía la crianza de los caballos de «purasangre» mejores de España. Ahora están en Ibio, en la provincia de Santander, río Saja superado. Y resta el acuartelamiento de Loyola, que mucho daño produce a los separatistas.

Izaguirre –creo que así se apellida el pájaro– no quiere la presencia del Ejército en San Sebastián. Y le va a exigir a Carmen Chacón la retirada de nuestras tropas de la capital guipuzcoana. No me gustaría estar en el pellejo de doña Carmen. En el plano personal, por tener que compartir lecho matrimonial con Miguel Barroso, que es el listo de la pomada, y no Rubalcaba como algunos creen. Y en el plano institucional, porque es una ministra que sabe que va a dejar de serlo y tampoco se sustenta en convicciones firmes. Porque si yo fuera la ministra de Defensa, o en su defecto, el ministro, ni recibiría al alcalde filoetarra de Bildu, ni cumpliría con la estúpida cesión de Bono.

En Loyola ondea la Bandera de España. La Bandera de todos los guipuzcoanos, de todos los vascos, desde que fuera establecida como tal por Carlos III, después de serlo de la Armada. Y en «Lore-Toki», todavía se iza y se arría cada mañana y tarde. «Lore-Toki» es un prodigioso rosario de prados de decenas de hectáreas. La Real Sociedad de Fomento de Cría Caballar competía con el Ejército en sus praderas de Arizabalo. Si yo fuera el ministro de Defensa, y ante un alcalde que me pide que nuestros soldados abandonen San Sebastián, después de haber retirado el retrato del Rey y la Bandera de España del Ayuntamiento, le enviaría al sujeto un mensaje redactado en los siguientes términos: «Excelentísmo señor Alcalde de San Sebastián. No me toque los cojones –en el caso de doña Carmen, se acepta cualquier dicho de similar intención–. El Ejército está en San Sebastián porque es una ciudad española. Y no se va a mover de ahí. Ni de «Lore-Toki» ni de Loyola. Es más, pretendemos aprovechar las instalaciones para que nuestras Fuerzas Armadas estén presentes en mayor medida y capacidad en aquellos acuartelamientos. Y dado que «Lore-Toki» ha perdido, por culpa de diferentes diarreas nada bonancibles, una parte de su significado, creemos que ha llegado el momento de establecer ahí una nueva bandera de la Legión, que llevará el nombre de Ignacio de Loyola o de Catalina de Erauso. Y si le parece mal, tararí que te ví. Con ninguna consideración, el Ministro de Defensa que España no tiene».


La Razón - Opinión

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