martes, 12 de julio de 2011

Lo que queda del Gobierno

La gravedad de los problemas que acechan a la economía española es tal que este cambio de piezas dentro del Gobierno de Rodríguez Zapatero resulta irrelevante.

LA remodelación del Gobierno tras la salida de Pérez Rubalcaba va a pasar sin pena ni gloria política porque el problema de Zapatero sigue siendo el agotamiento de su crédito para dirigir el país. La coincidencia de los nombramientos de José Blanco, Elena Salgado y Antonio Camacho con la subida descontrolada de la prima de riesgo de la deuda española no es una mera causalidad ni un capricho del destino. Representa la postración de la economía española ante los mercados internacionales. De poco sirve señalar a Grecia e Italia como responsables de la jornada de miedo que se vivió ayer si, al final, España es tratada como uno más del pelotón de cola.

No hay argumentos para sostener por más tiempo esta legislatura. No aumenta la actividad económica, ni baja significativamente el desempleo ni mejora la confianza internacional en nuestras expectativas. La gravedad de los problemas que acechan a la economía española es tal que este cambio de piezas dentro del Gobierno de Rodríguez Zapatero resulta irrelevante y solo responde a esa dinámica perversa que ha instalado el PSOE entre sus problemas internos y las necesidades nacionales, por la que estas quedan sometidas a la solución de aquellos.


Pero, incluso analizando estos cambios desde la óptica socialista, el acceso de José Blanco a la función de portavoz del Gobierno abre una probable vía de contradicciones con los planteamientos del candidato Pérez Rubalcaba. Que Blanco no participe en la campaña electoral de su partido y, en cambio, sea el portavoz de Zapatero podrá responder a claves tácticas, pero aparenta una escena de cierto pugilato con el candidato socialista. Sea cual sea la explicación de este nombramiento, incluso la de que Blanco haga de enlace entre Gobierno y partido, parece evidente que a Pérez Rubalcaba no le conviene que un Ejecutivo así de plano y amortizado siga en activo durante nueve meses. No debería dudar de que el previsible empeoramiento de la situación económica va a hacer que se le transfieran las responsabilidades del Gobierno. Y cuanto más apele a sus fórmulas mágicas contra el paro, peor, porque esas recetas hacen falta ahora y no para el caso de que gane las próximas elecciones. Pasados los primeros momentos de la euforia impostada por los socialistas el pasado sábado, por la designación de su candidato para las elecciones de 2012, algo tan inapelable como la prima de riesgo de la deuda pública los devuelve a la realidad de que esta legislatura no da más de sí.

ABC - Editorial

0 comentarios: