sábado, 30 de julio de 2011

Elecciones para el cambio

Era una decisión que se esperaba desde hacía tiempo. Rodríguez Zapatero anunció el adelanto electoral para el 20 de noviembre porque las grandes reformas estaban ya encauzadas. Lo menos importante de la noticia es que se haya rectificado la idea, reiterada públicamente, de agotar el segundo mandato como un «síntoma de normalidad democrática». Lo principal es que los españoles tendrán la palabra para cerrar una etapa negra y dar paso a la alternancia. La cita con las urnas en otoño tiene múltiples ventajas y sólo algún inconveniente. En el debe hay que reseñar la indeseable prórroga de unos Presupuestos desfasados e increíbles y las dificultades que ello supondrá, así como el peso decisivo de los intereses del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno en este calendario. El cambio de discurso ha estado, sin duda, motivado por la estrategia del PSOE. Como bien recordó Mariano Rajoy, él ya pidió un adelanto electoral en el debate sobre el Estado de la Nación del pasado año y el Gobierno de Rubalcaba se negó en rotundo. Se ha perdido un año y España ha empeorado, lo que demuestra que el presidente del PP tenía razón. Se abre un nuevo ciclo político con un candidato nuevo pero que en absoluto es un político recién llegado. Rubalcaba vendió ayer que sabe cómo crear empleo y crecer. Pero el líder socialista no puede pretender hacer borrón y cuenta nueva y que se pase por alto su corresponsabilidad en la gestión del Gobierno socialista que ha conducido a España al crítico estado en el que se encuentra. Rubalcaba ha sido una pieza fundamental en estas dos últimas legislaturas, primero como jefe del grupo parlamentario del PSOE y luego como figura muy relevante del Gobierno. Y ha sido también impulsor de una política económica devastadora desarrollada por la ministra Elena Salgado, estrecha colaboradora suya. Por tanto, tiene sobre sí la pesada losa de uno de los peores gobiernos de la democracia, sino el peor. Enfrente, Mariano Rajoy representa la alternativa reformista que ya fue refrendada mayoritariamente en las últimas elecciones del 22-M. El presidente del PP miró ayer al futuro y apostó por el necesario «cambio político en España» desde el centro, la moderación, el diálogo, la responsabilidad y la transparencia. Como principales y casi únicos objetivos, el crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo, porque «desde ahí vendrá todo lo demás». A diferencia de Rubalcaba, Rajoy puede presumir de un bagaje gubernamental en un Ejecutivo de éxito como el de Aznar. España precisa un Gobierno fuerte con una mayoría suficiente para afrontar un ingente tiempo de reformas que los socialistas no han sabido llevar a cabo con la intensidad necesaria. El escenario electoral despeja dudas, pero no elimina todos los riesgos. Nuestra economía continúa siendo vulnerable a las tensiones de los mercados y a sus propias carencias estructurales. Pero la certidumbre del cambio y los compromisos de Rajoy con una nueva política económica que incentive y regenere la actividad deben promover confianza y dar esperanza.

La Razón - Editorial

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