La víctima directa de la resistencia zapateril es Alfredo Pérez Rubalcaba, la otra cabeza del monstruo socialista.
JOSÉ Luis Rodríguez Zapatero, el presidente que sufre, resiste. Combate contra quienes, con argumentos o buenos deseos, le aconsejan una retirada temprana y sin mayores bochornos. Se acoge a un uso intransitivo del verbo resistir. El transitivo, el que se refiere a vencer las tentaciones, como la de perpetuarse en el sillón presidencial hasta que las circunstancias amarguen, no se le pasa por la cabeza. Eso, vístase de abnegación o, mejor, de contumacia, no deja de ser un flaco servicio a un Estado que se agrieta y una Nación que va de mal en peor y amenaza ya con ir de peor a pésimo. No es cosa de censurárselo al presidente, que está en uso de su derecho y en la más estricta legalidad; sino de señalar la responsabilidad que les alcanza a sus vicepresidentes, ministros y notables conmilitones en la dirección del PSOE. Incluso todos y cada uno de quienes integran el grupo parlamentario socialista, representantes por sus respectivas circunscripciones de la atribulada ciudadanía nacional, debieran hacer señales evidentes del naufragio y obrar en consecuencia para salvar lo que se pueda.
Muy lejos de hacer lo que debiera por servir a la Nación y proteger a su propio partido, los notables arriba señalados, mayoritariamente, concentran su inteligencia en la especulación del modo para sacar adelante los próximos Presupuestos. Cuentan con el PNV, CC y UPN para que así sea y, sin reparar en costes, les resulta suficiente. Por lo que llevamos visto, los votantes de esos tres partidos, enamorados del líder socialista y entregados al socorrismo parlamentario, no son muy exigentes con sus elegidos y en ello, más que en razones de mayor enjundia, se cimenta la resistencia (intransitiva) del de León.
Además de la Nación española, en su todo y en sus porciones, algo que no les interesa a todos, la víctima directa de la resistencia zapateril es Alfredo Pérez Rubalcaba, la otra cabeza del monstruo socialista en que las circunstancias y los últimos comicios han convertido al PSOE. Como coautor del desastre con el que se cierra la legislatura, al aspirante para gobernar la próxima, no le convienen ni la proximidad a que le obliga su pluriempleo gubernamental ni su perpetuación en el equipo hasta final de trayecto. Tiene que apearse, aunque sea en marcha, como le aconseja —¿le apremia?— su viejo mentor Felipe González, que, de vez en cuando, se nos aparece para recordarnos que, en lo que al socialismo respecta, el tiempo pasado fue mejor. Por ese procedimiento, Zapatero, con solo dos legislaturas de poder, puede convertirse en el mayor productor de ex ministros de nuestra renqueante democracia.
Además de la Nación española, en su todo y en sus porciones, algo que no les interesa a todos, la víctima directa de la resistencia zapateril es Alfredo Pérez Rubalcaba, la otra cabeza del monstruo socialista en que las circunstancias y los últimos comicios han convertido al PSOE. Como coautor del desastre con el que se cierra la legislatura, al aspirante para gobernar la próxima, no le convienen ni la proximidad a que le obliga su pluriempleo gubernamental ni su perpetuación en el equipo hasta final de trayecto. Tiene que apearse, aunque sea en marcha, como le aconseja —¿le apremia?— su viejo mentor Felipe González, que, de vez en cuando, se nos aparece para recordarnos que, en lo que al socialismo respecta, el tiempo pasado fue mejor. Por ese procedimiento, Zapatero, con solo dos legislaturas de poder, puede convertirse en el mayor productor de ex ministros de nuestra renqueante democracia.
ABC - Editorial
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