domingo, 5 de junio de 2011

La política de tierra quemada del PSOE

La sospecha de una abultada deuda oculta en la mayoría de los organismos hasta ahora controlados por el PSOE, exige la mayor transparencia en la presentación de unas cuentas públicas que van a ser gestionadas por otro partido político.

El varapalo monumental recibido por los socialistas en las recientes elecciones autonómicas y municipales les obligará a desalojar centenares de departamentos oficiales con sus prebendas correspondientes. Para muchísimos personajes sin méritos conocidos que llevan décadas viviendo de la política y que, por tanto, van a tener graves dificultades para ganarse la vida honradamente ofreciendo sus servicios en el mercado, es evidente que la catástrofe electoral del pasado 22 de mayo va a tener efectos traumáticos. Lo que se espera de ellos es que, al menos en las postrimerías de sus respectivos mandatos, tengan un mínimo gesto de patriotismo transmitiendo ordenadamente el poder a sus legítimos depositarios por voluntad popular. Por desgracia para todos los españoles el PSOE nunca defrauda cuando se trata de perjudicar los intereses generales, y el traspaso de poderes al PP tras su muy justa derrota electoral no iba a ser una excepción.

A pocos días de que se produzca la toma de posesión de los nuevos alcaldes, diputados autonómicos y autoridades provinciales, los núcleos duros del poder socialista no parecen muy dispuestos a facilitar la transición de los nuevos mandatarios ofreciéndoles la información financiera, jurídica y presupuestaria a que están obligados, aunque sólo sea por respeto a los ciudadanos que democráticamente les han indicado el camino a la puerta.


La sospecha de la existencia de una abultada deuda oculta en la mayoría de los organismos controlados por el PSOE que ahora han de pasar a manos populares, exige la mayor transparencia en la presentación de unas cuentas públicas para ahora van a ser gestionadas por otro partido político. No por cortesía con el rival vencedor, que también, sino por lealtad hacia unos ciudadanos a los que los socialistas todavía pueden perjudicar notablemente falseando los estados financieros de los organismos que han gobernado, en algunos casos durante demasiado tiempo.

En este sentido resulta asombroso que el candidato Alfredo Pérez Rubalcaba, y de él hacia abajo todos los responsables socialistas, salden sus responsabilidades postreras acusando al PP de magnificar el desastre financiero provocado por el socialismo autonómico y municipal con el fin de justificar unas duras medidas de ajuste. Por supuesto que la situación heredada va a exigir nuevos sacrificios, pero eso es un problema de los nuevos responsables políticos, no de los ya felizmente amortizados.

Los socialistas no suelen encajar bien las derrotas electorales porque ello significa perder las prebendas y gabelas que ellos mismos se han adjudicado pro domo sua, pero es lo que ha dictado una vez más la voluntad popular y su único deber es obedecer ese mandato. La situación actual, además, exige un gesto de lealtad institucional al que los altos cargos del PSOE están obligados por sus graves responsabilidades en el desastre que padecemos. Si el caso de Castilla – La Mancha es representativo, y nada parece indicar lo contrario, la opacidad intencionada sobre las finanzas públicas sería una traición en toda regla a los españoles. No sería la primera vez en la ya larga Historia del PSOE.


Libertad Digital - Editorial

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