No ha habido que esperar mucho tiempo para que se confirmara lo que LA RAZÓN avanzaba en su portada de ayer: que ETA utilizará los métodos y tácticas de los «indignados» para presionar y excarcelar a sus presos. En efecto, lo sucedido ayer en la localidad francesa de Bayona viene a darnos plenamente la razón. Decenas de batasunos frustraron la detención de una de sus líderes, Aurore Martín, sobre la que pesaba una orden judicial española de busca y captura dictada en octubre de 2010 por delitos de terrorismo. Los hechos no tienen precedentes y son de tal gravedad que, además de poner en entredicho la actuación de la Policía francesa, revelan el grado de envalentonamiento del brazo político de ETA tras la irrupción arrolladora de Bildu en los ayuntamientos vascos. Según las distintas versiones, a media tarde de ayer agentes antiterroristas franceses proceden a arrestar a la prófuga de la Justicia, la cual está acompañada en ese momento por varios periodistas, como si aguardaran a la intervención policial. Al resistirse a la detención, los agentes la inmovilizan y proceden a su traslado, pero lo impide un grupo de personas que, previamente advertido, bloquea la salida del edificio. La Policía francesa, sorprendida y desbordada, desiste de cumplir la orden de detención y deja en libertad a Aurore Martín «para evitar un problema de orden público». La noticia se propaga rápidamente por foros de internet habituales del brazo político etarra y la festejan como un gran éxito de los militantes batasunos. Parece evidente que esta extraña «operación rescate» no fue improvisada y que contó con información interna de los organismos públicos franceses. Desde luego, no es una actuación que la Policía francesa quiera inscribir con letras de oro en su historia y no estaría de más que investigara las causas de su bochornoso fracaso. Pero no es esto lo más relevante. El episodio demuestra que el entramado político de ETA, neutralizado hasta hace pocos meses gracias a la aplicación cabal de la Ley de Partidos y de la Ley Electoral, ha renacido gracias a que seis magistrados del Tribunal Constitucional legalizaron Bildu, y que ha logrado hacerse con el control de un centenar de ayuntamientos, entre ellos el de San Sebastián. Tal inyección de moral ha llevado a la euforia a los militantes batasunos, hasta el punto de que no dudan en enfrentarse a la Policía francesa para impedir el arresto de una de sus dirigentes. Así se explica también que alcaldes proetarras como la de Andoain haya prohibido la entrada a las dependencias municipales de los escoltas que protegen a los concejales del PP y PSE. Y no es extraño tampoco que otros consistorios controlados por Bildu, como el de Ibarra, exhiban abiertamente en el balcón municipal la foto de una terrorista. Están crecidos y dispuestos a imponer su ley, incluso por encima de la autoridad judicial. La nueva estrategia etarra no ha hecho más que empezar. ¿Qué piensa hacer el ministro del Interior para contrarrestarla? Convendría que Rubalcaba hiciera un hueco en su agenda de candidato socialista y explicara cómo hará frente a los nuevos desafíos que batasunos plantean en la calle y en las instituciones.
La Razón - Editorial
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