lunes, 30 de mayo de 2011

Rubalcaba: un despertador del votante socialista. Por Antonio Casado

¿Cómo se las arreglará para desengañar a quienes lo ven como el candidato de la resignación? Dispone de diez meses y talento político no le falta. Ni voluntad. “Solo os pido una cosa: que tengáis tantas ganas de ganar como yo, que tengáis tanta seguridad de que podemos ganar como yo y que tengáis tanta determinación para ganar como yo”, dijo el vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, después de dar el “sí, quiero” a los más de doscientos miembros del Comité Federal del PSOE.

Por tanto, guerra abierta a quienes en sus propias filas especulen con las teorías del mal menor. Hablar de salvar los muebles es también una forma de derrotismo y un regalo al adversario, en su opinión. No lo piensa consentir. Por la cuenta que le trae a él y a su partido. El vicepresidente es un profesional de la política y los profesionales de la política garantizan el desastre de cualquier candidato que, por errores suyos o aciertos del adversario, sea percibido como un interino.


Más que adversario, su verdadero enemigo es un intangible alimentado por las encuestas y el recuento del pasado 22 de mayo. Me refiero a la generalizada percepción de que el PP va lanzado hacia la mayoría absoluta en las elecciones generales. Pero no es ningún intangible sino una magnitud sometida al sistema de pesos y medidas que la considerable ventaja del PP sobre el PSOE no se debe a un espectacular aumento en la facturación electoral del primero sino al hundimiento del segundo a causa del palpable desaliento de sus electores.
«El actual vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior es, por otra parte, el dirigente socialista mejor equipado para frenar al PP en la reconquista de la Moncloa.»
En los cálculos de quienes le aclamaron como aspirante socialista a la Moncloa en el último Comité Federal, que es el depositario de la voluntad de la militancia entre congreso y congreso, es dominante la idea de convertir a Rubalcaba en el despertador del votante socialista. Y él la hace suya. La otra coordenada del análisis es que viene para quedarse, en coherencia con su estratégica aversión a quienes interpretan esta apuesta socialista como una forma de minimizar los daños.

Lo iremos viendo con el paso de los meses. O mejor, de las semanas. De momento corren los días de espera hasta que sea designado oficialmente el candidato socialista a la Moncloa. Si no sale otro, u otros, eso ocurrirá en la reunión del Comité Federal del próximo 15 de junio. Y me van a perdonar si, tras el paso atrás de Carme Chacón, considero imposible la tarea de reunir los avales necesarios a un inesperado aspirante. Todos los que podían tener posibilidades están aplaudiendo con las orejas la solución Rubalcaba.

Lógico. Aunque Zapatero fuese el último en darse cuenta, había una buena razón para desestimar un cruce político y generacional a cara de perro con Carmen Chacón: eximir a la zurrada militancia socialista de un stress añadido a la depresión postelectoral. El actual vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior es, por otra parte, el dirigente socialista mejor equipado para frenar al PP en la reconquista de la Moncloa. O para intentarlo. Por su alta valoración ante los ciudadanos de distinto credo político, por encima de la de Zapatero y Rajoy. Por la adhesión, el reconocimiento y el cariño de su partido. Por haber liderado una política antiterrorista que ha puesto a ETA contra las cuerdas. Y porque la condición de sus enemigos le permite hacer nuevos amigos cada día, dentro y fuera de su partido.


El Confidecial - Opinión

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