El candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, es un mentiroso. Lo es por muchas razones, una de ellas, por ejemplo, insistir de manera machacona en que el PP va a privatizar la Sanidad e instalar el copago, algo que bajo ninguna circunstancia piensa hacer el Gobierno de Esperanza Aguirre que, todo lo contrario, hasta ahora lo que ha hecho es fomentar la universalidad del servicio público de salud y mejorar el acceso de los ciudadanos al mismo. Miente, además, porque oculta su verdadero programa electoral, que no es otro que un programa de nacionalizaciones y expropiaciones al más puro estilo del leninismo pro-soviético.
Una de las áreas que quiere nacionalizar Tomás Gómez es la enseñanza privada, y puede que en el fondo lo haga, no tanto por convicción, como por despecho: le da una rabia tremenda que le hayan pillado habiendo sido alumno de uno de esos colegios privados que ahora quiere nacionalizar -pero no va a poder, porque no gana ni pagando a los ciudadanos-, y ha dicho que tuvo que estudiar ahí porque entonces no había colegios públicos, que fueron creados por la política educativa de Felipe González.
Una de las áreas que quiere nacionalizar Tomás Gómez es la enseñanza privada, y puede que en el fondo lo haga, no tanto por convicción, como por despecho: le da una rabia tremenda que le hayan pillado habiendo sido alumno de uno de esos colegios privados que ahora quiere nacionalizar -pero no va a poder, porque no gana ni pagando a los ciudadanos-, y ha dicho que tuvo que estudiar ahí porque entonces no había colegios públicos, que fueron creados por la política educativa de Felipe González.
Hace falta ser embustero para decir eso sin que se le caiga la cara de vergüenza. Los colegios públicos existen desde hace décadas. Ya existían en tiempos del franquismo, y antes. De hecho, él tenía donde elegir: nueve alrededor de su casa. Lo que, eso si es verdad, fue consecuencia de la política educativa de Felipe González son los colegios concertados. Gómez fue a un colegio privado porque en aquel entonces era un niño de familia bien, pudiente, clase media con posibles, probablemente satisfecha con el franquismo y con el nivel de vida que les permitió la política económica llevada a cabo por la tecnocracia de la época.
Y ya que estamos, permítanme que abandone a Gómez, que ya no da más de si porque todo su programa político se fundamenta en la mentira constante sobre su adversaria, y me centre en otros ilustres socialistas que también van por la vida dando lecciones de empatía con los pobres y sacándole los colores a la derecha por ricos, cuando la realidad es que los que se comportan como nuevos ricos son ellos, la mayoría además muy vinculados a la oligarquía franquista o a la aristocracia de la época. Porque, en eso hay que ser sinceros, los únicos que pueden dar lecciones en este país de coherencia son los comunistas, en todos los sentidos: ellos si van de lo que creen, y lucharon contra la dictadura en las calles y en las cárceles.
Los que presumen de rojos
El jueves, leyendo la noticia de la hija de López Garrido en El Confidencial -ver noticia-, se me ocurrió buscarla en Google, y me encontré, ¡oh, casualidad!, con este divertido documento del ABC, del 13 de julio de 1975, en el que se da cuenta de la boda de don Diego López Garrido y la señorita doña Carmen Moreno de Cala y Bernabéu en la capilla del Castillo de Batres. Solo el relato de los invitados y testigos no tiene desperdicio -ver documento adjunto- y sirve de ejemplo de lo progre que resultaba tal enlace. ¿Y éstos son lo que vienen a darnos lecciones de progresía?
Cómo José Blanco, que le echa en cara a la derecha que lleven a sus hijos a colegios privados y oculta que el lleva a los suyos al British Council Somosaguas, donde comparten clase, mesa y recreo con los nietos de la Duquesa de Alba y lo más granado de La Finca y las urbanizaciones de lujo de Pozuelo de Alarcón. El mismo José Blanco que se construye un ático de lujo en la Isla de Arosa incumpliendo todas las normativas medioambientales y ahora se ha hecho un carril bici y una carretera ‘casi particular’ que le lleva directamente a la urbanización sin pasar por el medio del pueblo.
Qué voy a decirles de José Bono que no se haya contado ya, o de la casa de veraneo de Felipe González en Marruecos, más la que tiene en pleno centro de Madrid que vale un potosí. O de Carmen Chacón, que presume de haber trabajado en un Corte Inglés, pero oculta que lo hizo como otras muchas compañeras suyas porque era lo que se llevaba entre la clase media-alta de la época, porque en realidad no lo necesitaba perteneciendo como pertenecía a una familia muy bien posicionada de Almería, como cuenta todo aquel que la conoce en la zona. ¿Y nos dan lecciones a los demás sobre ética y estética? Pues hombre, hasta aquí podríamos llegar. Esta izquierda de nuevos ricos es peor, si me apuran, que la derecha de siempre. A los segundos, al menos, se les ve venir y no mienten sobre lo que son cuando lo son -que no es la mayoría de las veces-, pero éstos mienten y nos ocultan la realidad para presentar una distinta que poco o nada tiene que ver con lo mucho que les gusta ser iguales que ésos a los que critican.
Y ya que estamos, permítanme que abandone a Gómez, que ya no da más de si porque todo su programa político se fundamenta en la mentira constante sobre su adversaria, y me centre en otros ilustres socialistas que también van por la vida dando lecciones de empatía con los pobres y sacándole los colores a la derecha por ricos, cuando la realidad es que los que se comportan como nuevos ricos son ellos, la mayoría además muy vinculados a la oligarquía franquista o a la aristocracia de la época. Porque, en eso hay que ser sinceros, los únicos que pueden dar lecciones en este país de coherencia son los comunistas, en todos los sentidos: ellos si van de lo que creen, y lucharon contra la dictadura en las calles y en las cárceles.
Los que presumen de rojos
«Esta izquierda de nuevos ricos es peor, si me apuran, que la derecha de siempre. A los segundos, al menos, se les ve venir y no mienten sobre lo que son cuando lo son -que no es la mayoría de las veces-.»Pero en esa lucha no estaba Manuel Chaves, por ejemplo, que ahora presume de rojo y exige que pierda la “derecha de la derecha” en memoria de los padres y los abuelos de los socialistas que lucharon contra Franco… Como su padre, ¿no?, un coronel franquista, y su madre, militante de la Falange Española y de las JONS. En casa de Chaves sí que se llevaban correajes. Como en la Bono, en incluso en la de Felipe González -bueno, en este caso los correajes los llevaba él-.
El jueves, leyendo la noticia de la hija de López Garrido en El Confidencial -ver noticia-, se me ocurrió buscarla en Google, y me encontré, ¡oh, casualidad!, con este divertido documento del ABC, del 13 de julio de 1975, en el que se da cuenta de la boda de don Diego López Garrido y la señorita doña Carmen Moreno de Cala y Bernabéu en la capilla del Castillo de Batres. Solo el relato de los invitados y testigos no tiene desperdicio -ver documento adjunto- y sirve de ejemplo de lo progre que resultaba tal enlace. ¿Y éstos son lo que vienen a darnos lecciones de progresía?
Cómo José Blanco, que le echa en cara a la derecha que lleven a sus hijos a colegios privados y oculta que el lleva a los suyos al British Council Somosaguas, donde comparten clase, mesa y recreo con los nietos de la Duquesa de Alba y lo más granado de La Finca y las urbanizaciones de lujo de Pozuelo de Alarcón. El mismo José Blanco que se construye un ático de lujo en la Isla de Arosa incumpliendo todas las normativas medioambientales y ahora se ha hecho un carril bici y una carretera ‘casi particular’ que le lleva directamente a la urbanización sin pasar por el medio del pueblo.
Qué voy a decirles de José Bono que no se haya contado ya, o de la casa de veraneo de Felipe González en Marruecos, más la que tiene en pleno centro de Madrid que vale un potosí. O de Carmen Chacón, que presume de haber trabajado en un Corte Inglés, pero oculta que lo hizo como otras muchas compañeras suyas porque era lo que se llevaba entre la clase media-alta de la época, porque en realidad no lo necesitaba perteneciendo como pertenecía a una familia muy bien posicionada de Almería, como cuenta todo aquel que la conoce en la zona. ¿Y nos dan lecciones a los demás sobre ética y estética? Pues hombre, hasta aquí podríamos llegar. Esta izquierda de nuevos ricos es peor, si me apuran, que la derecha de siempre. A los segundos, al menos, se les ve venir y no mienten sobre lo que son cuando lo son -que no es la mayoría de las veces-, pero éstos mienten y nos ocultan la realidad para presentar una distinta que poco o nada tiene que ver con lo mucho que les gusta ser iguales que ésos a los que critican.
El Confidencial - Opinión
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