miércoles, 23 de marzo de 2011

ZP se va a la guerra. Por José María Carrascal

A las guerras se va,sin que sepamos nunca cuándo se volverá, si es que se vuelve.

«QUÉ dolor, qué dolor, qué pena!», cantaban de Mambrú las niñas de mi infancia. Y seguían: «No sé si volverá». Tampoco sabemos si Zapatero volverá de esa fuga hacia el polo opuesto al que ocupaba. Tras haber abandonado su política social, sus devaneos con los nacionalistas, su diálogo con Eta, su alianza de civilizaciones, coge el fusil y se va a la guerra. «Por un mes prorrogable», nos dice. Pero a las guerras se va, sin que sepamos nunca cuándo se volverá, si es que se vuelve. Que se lo pregunten a Bush, a Blair, a Aznar, y a tantos otros. Más, en una guerra como esta, llena de contradicciones e interrogantes. Nos aseguran que el objetivo no es echar a Gadafi, sino impedir que siga masacrando a su pueblo. Pero ¿cómo puede impedírselo si continúa en el poder? Nos aseguran también que ni un solo soldado de la coalición va a pisar suelo libio. Pero ¿cómo van a alcanzarse los objetivos si las guerras no se ganan desde el aire, sino desde tierra? Nos juran que lo único que se pretende es «evitar un baño de sangre». Pero ¿cómo impedir que el conflicto degenere en guerra civil, que son las que las más sangrientas? Pregunta sobre pregunta, duda sobre duda, que sólo nos despejará el futuro, más incierto que nunca. Sobre todo si pensamos en la contradicción básica que persigue esta alianza. Vamos a suponer que se consigue desalojar del poder a Gadafi, no importa cómo. Y entonces, ¿qué? ¿Nos olvidamos de Libia? Si de verdad nos preocuparan los libios, tendríamos que estar dispuestos a ayudarles a crear lo que ahora no tienen: un sistema judicial, una administración territorial, una policía, un ejército, un cuerpo docente, el entramado, en fin, que constituye un Estado moderno y eficaz, donde pueda desarrollarse una sociedad civil. Pero de eso no quiere saber nadie nada, ni Obama, ni Sarkozy, ni Cameron, ni Zapatero. Y eso es lo fundamental, ya que sin ello, Libia estará a merced del primero que llegue. No debiendo descartarse que Gadafi, acorralado, se alíe con Al Qaeda para sobrevivir. Con lo que habríamos hecho un pan como unas tortas.

Son incógnitas que hubieran tenido que estar resueltas antes de lanzar la Operación Amanecer de la Odisea, pero en las que nadie parece haber pensado. Incluso hay distintos criterios sobre la estrategia y el mando, sobre el papel de la OTAN y el alcance de la operación. Con dos bandos claramente marcados, el de los halcones, partidarios de pegar fuerte, y el de las palomas, partidarios de andarse con toda clase de precauciones. Y la historia enseña que a la guerra no puede irse con precauciones, se hace o no se hace.

Lo curioso es que Zapatero esta vez está en el bando de los halcones. Él lo justifica con el mandato de la ONU y razones humanitarias. Aunque puede también influir que mientras se habla de Libia, no se habla de su futuro.


ABC - Opinión

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