miércoles, 19 de enero de 2011

¿Túnez, el próximo?. Por José María Carrascal

Esta Europa se parece cada vez más a la Roma del Bajo Imperio. Invadida ya está por los extranjeros, barbarusen latín.

LOS titulares anuncian el final de una era en Túnez, omitiendo que comienza otra, tal vez por no saber nadie en qué consistirá. Lo que ha terminado en Túnez es un régimen autoritario, prooccidental, aparentemente estable, que atraía el turismo, protegía las inversiones y gozaba del nivel de vida más alto de la zona, aunque eso tampoco quiera decir mucho. Todo ello se ha venido abajo en pocos días, casi en horas, mostrando cuán frágil era el tinglado y cuán equivocábamos estábamos. Con el agravante de que la sacudida puede extenderse a los países árabes «amigos de occidente», de Marruecos a Egipto.

Se suponía que el autoritarismo con un barniz democrático que viene controlándolos les proporcionaría, junto a la estabilidad, un progreso económico que sirviera de vacuna contra el islamismo y les acercase poco a poco a una democracia auténtica, como ocurrió en la España posfranquista, que no quiso saber nada del comunismo. Pero no ha ocurrido así. Los progresos económicos de esos países han sido escasos y los políticos, más escasos todavía. Lo que se ha disparado, en cambio, es la corrupción, al instalarse en ellos auténticas dinastías familiares, que acaparan los principales recursos, las empresas más importantes y los contratos más suculentos. Sin que occidente en general y Europa en particular hayan movido un dedo para poner fin a tal situación.


Hoy, todo el mundo se escandaliza de la misma y reclama democracia de verdad en la zona. Olvidando, en nuestra cómoda ceguera, la segunda parte de la ecuación: que nuestra democracia no despierta ningún entusiasmo entre los musulmanes. Es más, son muchos los que creen que «su» democracia, la que emerge del Corán, es mejor que la nuestra. La prueba de ello es que, en los países que se celebran elecciones libres, triunfan los partidos islamistas, ayer en Argelia, hoy en Turquía, ¿mañana en Túnez? Las razones son muy simples: por una parte, el resentimiento de aquellos pueblos hacia occidente, hasta hace bien poco su colonizador. Por la otra, que la democracia occidental les ha traído más corrupción que auténtica democracia. Únanle un tercer factor, a modo de mecha, que la mayoría de los habitantes de esos países son jóvenes veinteañeros que no encuentran otra salida que la revolución o el islamismo, que para muchos de ellos son lo mismo, y tendrán la perfecta mezcla explosiva.

Y nosotros contemplándolos como el lugar ideal para unas vacaciones invernales, agradables y baratas. Esta Europa se parece cada vez más a la Roma del Bajo Imperio. Invadida ya está por los extranjeros, barbarusen latín, que realizan las labores más duras y humildes. Hasta que sean más que nosotros.


ABC - Opinión

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