domingo, 16 de enero de 2011

Culto al líder. La caída de ZP. Por Alberto Gómez

Cuando un líder socava el sustrato espiritual y las instituciones formales, entonces solo queda su autoridad como garante de algún orden por precario que sea; entonces surge la forma más primitiva de religión: el culto al jefe.

¿A qué se debe el desplome de Zapatero en las encuestas desde el verano hasta ahora? Si es por la crisis, ésta ya comenzó hace tiempo y su desplome debería haber comenzado antes. Un Maquiavelo informado por la teoría de la selección natural daría una explicación tan incompleta como otra cualquiera, pero al menos sería una pista interesante.

De acuerdo con la formulación más comprensiva de la teoría de la selección natural, las sociedades humanas son entidades naturales, sujetas a un proceso evolutivo, en el que se han contrastado violenta y pacíficamente distintas formas de organización interna, por tanto, sus normas, costumbres e instituciones escritas y no escritas, no son arbitrarias. La evolución no funciona solo a nivel biológico sino con cualquier tipo de unidades sujetas a variación y selección. Las sociedades humanas son entidades resultado de la unión de seres humanos. De forma análoga, los humanos son resultado de la unión de células eucariotas y así sucesivamente. Todos los niveles están sujetos a selección natural, y en cada nivel hay colaboración y conflicto entre las unidades que lo forman.


Para favorecer la colaboración y evitar el conflicto, la sociedad tiene sus mecanismos. La gente no busca la libertad ni la verdad. Debe satisfacer antes otras pulsiones más básicas. Atendiendo a la selección natural, la gente busca lo que le permita obtener más posibilidades de supervivencia y reproducción que en un ser social se traduce en la búsqueda de estatus, ayuda de otros y seguridad, que se consiguen a menudo con la conformidad con las ideas y valores del grupo en que se integra. El determinante más básico de la organización social es la naturaleza humana y esta, dependiente de la evolución biológica, cambia muy lentamente.

Fenómenos tan distintos como las religiones –con sus preceptos y ritos–, los conciertos de rock –en torno a bandas de "culto"–, hasta el "culto a la personalidad" en las dictaduras totalitarias, pasando por los mítines de los partidos políticos, por citar unos ejemplos, hacen pensar que la devoción en torno a líderes –bien sobrenaturales, bien reales idealizados que se convierten en modelos a imitar en diversos grados y maneras– es un fenómeno tan persistente en todo tiempo y lugar que es difícil eludir la idea de que estamos ante un instinto humano destinado a mejorar la colaboración y coordinación interna del grupo del que se trate. La psicología evolucionista estudia las religiones desde este punto de vista.

Las civilizaciones, o sea, los grupos humanos entendidos en su forma más extensa, tienen sus normas y valores que permiten la colaboración, asociados a entidades espirituales, lo cual garantiza su pervivencia a salvo de la arbitrariedad y el dictado de sus gobernantes. No es extraño que la religión sea el blanco preferente de los líderes despóticos e iluminados. Pero la ausencia de religión no elimina el omnipresente instinto humano de conformidad religioso, que siempre juega su papel.

Cuando un líder socava el sustrato espiritual y las instituciones formales, entonces solo queda su autoridad como garante de algún orden por precario que sea; entonces surge la forma más primitiva de religión: el culto al jefe. Un líder despótico se ve reafirmado en su poder si su acción destructora se ve acompañada por gestos de autoridad, porque, por su propio interés, el individuo se une al régimen para sobrevivir. Esto se ha podido comprobar a todas las escalas. No solo en los países totalitarios, sino durante los secuestros, con el llamado síndrome de Estocolmo. ZP, el héroe prometeico, justiciero de la mujer de la primera etapa, es una versión soft de ese culto a la personalidad.

La economía es la última piedra de toque para juzgar a los políticos que queda en pie en una sociedad moralmente inerme. Cuando esta falla, entonces es necesario incrementar la sensación de autoridad mediante técnicas más antiguas que la misma Humanidad; técnicas que cualquier jefe de mafia o secta conoce bien por instinto, no importa el moderno ropaje ideológico en el que se envuelvan: ya sea el ataque a minorías para obtener el favor de la mayoría, o el fomento de la envidia, o la división para presentarse ipso facto como garante de unión, o los ataques personales con su aparato de propaganda, o la búsqueda del favor de minorías influyentes: ZP ha ensayado todas estas técnicas con las mujeres, los gays, los controladores, los fumadores, las autonomías... eligiendo lo mas compatible con su agenda de iluminado. El hombre de los golpes de mano, recoge los vítores de los trepas que antes glorificaron al Caudillo o aplaudieron a los GAL.

Ahora bien, la efectividad de todos esos tours de force se basa en la idea de que el líder continuará en el poder. Cuando se hace evidente su debilidad, la voz de "el rey está desnudo" corre como la pólvora porque el rey ha perdido el poder. La misma caída súbita es prueba del despotismo y la destrucción en el que se ha sustentado.


Libertad Digital - Opinión

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