lunes, 6 de diciembre de 2010

Un test al sistema. Por César Alonso de los Ríos

Al revisar la terrible experiencia del caos aeroportuario de este fin de semana ¿cómo han quedado en sus papeles Rajoy, Zapatero, el Rey y, sobre todo, el sistema? Supimos los españoles que el Rey había firmado electrónicamente, al otro lado del charco, la militarización de la navegación aérea a petición del Consejo de Ministros. Si en otra cumbre iberoamericana tuvo el Monarca tuvo que pedirle silencio a Chávez, en esta le ha tocado cumplir con el delicadísimo encargo, constitucional, del Gobierno. Por ello pudimos deducir la existencia de Zapatero. Hecho el encargo, salio del escenario mientras le dejaba la comunicación a Rubalcaba y la gestión a Blanco. El papel de Rajoy fue el de un sufrido usuario que trató de representar a los compañeros de viaje que le había deparado el infortunio. Habló por él González Pons. Este y Zarrías iban a contextualizar partidariamente el debate sobre la solución militar del estado de alerta provocado por los controladores.

¿Quiso Zapatero que la sociedad valorara el significado de su silencio? ¿Quiso que el pueblo llegara a vivir la angustia, la inseguridad masiva, sin la presencia del padre protector o le dejó este papel al Rey al retirarse sin más? La actitud de Rajoy se presta a algunas preguntas. De algún modo lanzó las críticas tanto al Gobierno como a los controladores desde el papel de «hombre cualquiera» al que le resignó la dirección «popular» cuando cabía temer la huelga salvaje. ¿Y el Rey? Bastó su firma para terminar con la alarma. No disponen de tal poder otros Estados. Por esa razón la medida debe ser tomada con el carácter extraordinario, casi sagrado, que tiene. La experiencia que ha vivido la sociedad en estos días decembrinos, marianos y constitucionales ha sido tan costosa como impagable. Unos seres enloquecidos y rabiosamente insolidarios han llevado al sistema español a una prueba inédita hasta el punto de hacerle responder en términos positivos. Sin que sirva de precedente.


ABC - Opinión

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