domingo, 14 de noviembre de 2010

Iracundia gris. Por Alfonso Ussía

Chusito Eguiguren está casado con una mujer de armas tomar. Rafaela Romero. Doña Rafaela. Tiene malos arranques y peores prontos. Yerra en las dianas de su cólera. O quizá no yerra, lo que sería peor y mucho más preocupante. En lugar de enfadarse con Otegui, o Permach, o Jone Goricelaya, o Iñigo Iruin, se lanzó a despotricar contra la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza. La zarandeó, según parece. «No lloréis por nosotros el día que nos maten», le dijo a la señora Pedraza. «A nosotros ya nos han matado», le contestó la presidenta de la AVT. Y esa respuesta no tiene réplica posible ni vuelta de hoja.

Además, ¿quiénes son los que pueden matar a Eguiguren y a su mujer? Tan sólo los compañeros de fechorías de los que comen con Eguiguren. Esta gente está un poco desnortada. Sólo asesinan los comensales de su marido. Con «Josu» Ternera se ha visto en distintas ocasiones. El tal «Ternera» es un criminal. Aquella explosión junto a la Casa Cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza. Es probable que doña Rafaela, la volcánica doña Rafaela, haya olvidado semejante victoria de la «lucha armada» etarra. Entre las víctimas, murieron cinco niños, entre ellos las sobrinas de José Alcaraz. Iban armadas de «donuts» y cuadernos en sus mochilas, camino del colegio. El responsable de aquella hazaña es el compañero de mesa clandestina de Chusito Eguiguren. Está fugado de la Justicia, y Chusito no ofrece pistas a las Fuerzas del Orden Público respecto a su paradero. Esos son los que matan, airada doña Rafaela. Y las víctimas del terrorismo no merecen tan injusto escupitajo.


En todos los aspectos de la vida hay tonalidades medias entre el blanco y el negro. En la lucha contra el terrorismo, no. Ahí se está en el blanco o en el negro. El gris no sirve. Y el marido de la simpar doña Rafaela se mueve por el gris desde hace muchos años. No se le indigestan las buenas viandas que comparte con el asesino «Ternera». Ni los chacolís con Otegui, mientras hablan de la Real Sociedad de San Sebastián. A propósito, «Real Sociedad», que nada suena a «abertzale», a no ser que Don Alfonso XIII fuera el fundador de Batasuna, lo que no creo, sinceramente.

Esos comensales escogidos por su marido, fogosa doña Rafaela, son los que matan y pueden matar. Y no se eligen las víctimas entre los compañeros de mantel y cuchipanda. Pero si alguna vez, tanto usted como su marido son amenazados o sufren la brutalidad de esa gentuza, no tenga duda de que seremos millones los que estaremos junto a ustedes, y entre esos millones, las víctimas a las que usted ha insultado con desprecio y gravedad.

Si estuviera bajo su piel, doña Rafaela, dormiría mal. No por temor a la ETA, sino por la confusión de sus sentimientos, tan grises como los de su marido, que el matrimonio es harto contagioso. Y si estuviera bajo su piel, que por fortuna no lo estoy, me disculparía inmediatamente con todas y cada una de las víctimas de la ETA, y al no ser posible por la sencilla razón de que mil de ellas descansan enterradas, lo haría con sus familiares, empezando por Ángeles Pedraza y siguiendo por José Alcaraz, tío de dos niñas asesinadas por orden del miserable de «Ternera», el compañero de mesa de su esposo. Pena me da, doña Rafaela, pensar en su desnortada conciencia. Y cálmese.


La Razón - Opinión

0 comentarios: