jueves, 25 de noviembre de 2010

El Tripartito se despide con una decisión de cercanías. Por Antonio Casado

Ayer se celebró en Barcelona la última reunión ejecutiva del Gobierno Montilla, antes de entrar “en funciones” y antes de que el próximo domingo se oficie el funeral por el "Tripartito". No consta que ninguno de los consejeros asistentes padeciese el síndrome de la cámara oculta. Una prueba más de que el “Tripartito” ha entrado en coma y ya no siente ni padece. Porque nadie en su sano juicio hubiera dejado de preguntarse ¿Dónde está la cámara?, si por un azar del destino hubiera tenido ocasión de asistir al debate y aprobación del nuevo decreto de la Generalitat sobre alojamientos turísticos catalanes.

El decreto dispone que ningún establecimiento hotelero podrá obtener la máxima calificación oficial si no incluye en los desayunos “productos de cercanías”, como el pan con tomate o los típicos embutidos catalanes. Ustedes sí que son de cercanías, señores consejeros. Todos. El de Innovación, Universidad y Empresa, Joseph Huguet (ERC), que ha tenido la ocurrencia, y quienes le han dado luz verde para llevarla al boletín oficial de la Generalitat, sin haber considerado la posibilidad de estar siendo víctimas en el juego de la cámara oculta.


Y no lo eran, oiga. La cosa iba en serio. Ahí estuvo el propio Montilla explicando la aportación del nuevo reglamento hotelero a la seguridad jurídica de usuarios y operadores. A lo mejor tiene razón, vaya usted a saber, porque uno no conoce la textualidad del decreto, pero es inevitable desviar la atención hacia semejante extravagancia. Ya lo saben ustedes: si un hotel quiere superar la calificación de las cuatro estrellas y alcanzar las nuevas categorías de “Cuatro estrellas superior” y “Gran Lujo”, tiene que incluir en el desayuno los platos de la tierra. Pan con tomate y embutidos típicos, entre otras cosas.
Es como un chiste surrealista relacionar la modernidad de Cataluña, como destino turístico, con la imposición por decreto del “pá amb tumaca” en los desayunos de sus mejores hoteles
Y para colmo nos lo venden como una decisión orientada a actualizar una normativa hasta ahora dispersa (de hecho deroga ocho decretos y cinco órdenes) y, atención, “obsoleta”. Es como un chiste surrealista relacionar la modernidad de Cataluña, como destino turístico, con la imposición por decreto del “pá amb tumaca” en los desayunos de sus mejores hoteles. Ni esa delicia, dicho sea de paso, ni ninguna otra, por supuesto, puede ser condición impuesta para determinar la calificación de un establecimiento hotelero en competencia con los secadores de pelo en los baños, los metros cuadrados de la habitación o la suavidad de los cojines.

Desde que se formó en diciembre de 2003 el “Tripartito” ha sufrido continuos sobresaltos (la excursión de Carod a Perpignan, la crisis del Carmel, el “3 por 100”, la corona de espinas, caso del Liceo, el impuesto revolucionario de Vendrell, las genialidades de Maragall, el gatillazo del Estatut, etc...), pero nunca la política catalana se había vuelto tan barata como en este final de trayecto, con una campaña electoral marcada por la vulgarización del sexo y otras estupideces como forma de atraer a las urnas a los catalanes que, por supuesto, son bastante más lúcidos y tienen bastante más sentido común que sus políticos.


El Confidencial - Opinión

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