viernes, 17 de septiembre de 2010

El provocador. Por Alfonso Ussía

El excelentísimo señor don Abas El Fasi, primer ministro del Reino de Marruecos, ha llamado «provocador» a Mariano Rajoy por visitar Melilla. El señor El Fasi, de cuya esposa a sus pies me pongo, ignora que para un español visitar Melilla o Ceuta es como hacerlo a Sevilla, Bilbao, Barcelona, Santander o Madrid. Cuando Marruecos fue descolonizado por España, Francia y Gran Bretaña creándose el Reino de Marruecos, Melilla y Ceuta eran españolas de siglos y no entraron en el invento ni en el reparto. El provocador es el señor Abas El Fasi, a cuya esposa le reitero mi señorial postura ante sus pies, que considera una falta de respeto lo que no es más que el ejercicio del derecho de cualquier ciudadano de España.

Para protestar, los militantes dirigidos por el Gobierno de Marruecos han instituido «El Día del Enfado». De siempre he sido enemigo de los días dedicados a cualquier cosa. Ya lo he escrito. Somos nueve hermanos –éramos diez–, y nuestra madre nos reunió para comunicarnos que siempre lo sería excepto el «Día de la Madre». Aquello fue un invento comercial e ingenioso de Pepín Fernández, el propietario de «Galerías Preciados», y de Ramón Areces, el genial creador de «El Corte Inglés». Después siguieron los días del Padre, de la Mujer, del Hijo y del «Domund», que era un día convertido en hucha. Y años más tarde, el «Día del Orgullo Gay», tan colorido y vistoso. Pero a nadie se le había ocurrido en España instituir días dedicados a los estados anímicos. El «Día del Enfado» marroquí es el punto de partida. Con Zapatero en el Gobierno, en España podríamos celebrar el Día del Desánimo, de la Decepción, del Cabreo Sordo, de la Indignación, de la Indignidad, y como traca final, el Día del Cachondeo. No es mala idea la del Gobierno de Marruecos.

Para participar en el «Día del Enfado» organizado contra Mariano Rajoy por visitar una ciudad española, hay que garantizar la persistente exposición, durante veinticuatro horas, de un gesto adusto e inamistoso. También se admite el gesto distante, tan difícil de conseguir si no se ha nacido en Inglaterra. No es cuestión de racismo, pero un marroquí no está capacitado para mantener la naturalidad del gesto distante durante un día. Los ingleses nacen con él, y con su gesto se mueren. Y en España lo bordan los gallegos, precisamente, porque es una expresión natural que adoptan los hombres cuando viven entre nieblas y brumas. Es el gesto de orgullo ante la imposibilidad de disfrutar la línea del horizonte. Es gesto propio de marinos y de navegantes, pero no de habitantes fronterizos con Melilla, siempre tan clara y altiva a la vista de todos.

Le deseo de corazón una estancia feliz y aclamada a Mariano Rajoy en nuestra querida Melilla, a pesar del «Día del Enfado», eso tan divertido, que ha organizado don Abas El Fasi, al que envío desde aquí mi expresión más huraña, lo que no impide –España y yo somos así, señora–, que me ponga a los pies de su mujer. Ya me levantarán.


La Razón - Opinión

0 comentarios: