lunes, 12 de julio de 2010

Muchas gracias. Por José María Carrascal

Me gustaría que hubiésemos ganado a Holanda en estabilidad institucional, en índice de paro...

SI el Barça es algo más que un club, el fútbol es bastante más que un deporte, para adentrarse por campos tan importantes como la política, la economía y la moral colectiva. No niego que sea exagerado, El nivel escolar, la balanza de pagos o el número patentes deberían de ser mejores baremos del prestigio de un país y la autoestima de sus habitantes. Pero las cosas son como son, y el fútbol aventaja a todos ellos, por razones que intenté explicar en una reciente Tercera, así que voy a limitándome a comentar la euforia que reina hoy en España, tras ganar el Mundial de Sudáfrica.

Me gustaría que hubiésemos ganado a Holanda en estabilidad institucional, en índice de paro, en diferencial de deuda. Pero como no puede ser, tengo que contentarme con la victoria en Johannesburgo, que tampoco es una tontería y, si no, que se lo pregunten a franceses, ingleses, italianos, brasileños y argentinos, que han tenido que regresar a casa con la frustración de no haber alcanzado lo que ellos y sus pueblos ansiaban.


Que España lo haya logrado es motivo de orgullo para todos los españoles, incluidos los no aficionados al fútbol, por tres razones importantes. La primera, porque jugamos mejor; Holanda sólo más duro. Además, veníamos de eliminatorias nada fáciles, en las que hubo de todo, incluida alguna derrota, de la que supimos sobreponernos sin perder nunca la moral ni el juego. O sea que se hicieron las cosas bien. La segunda, porque fue un partido digno de una final de esta categoría. Ambos equipos salieron a darlo todo desde el principio, puede que ello pesara en la calidad del juego, pero emocionante hasta el último segundo. La tercera razón es ya de más calado, entrando en el resbaladizo terreno político, por lo que voy a ceñirme a los hechos: siendo el fútbol un deporte de equipo, la selección española funcionó como una máquina bien engrasada, en la que cada pieza cumplió la función que le habían encomendado e incluso dio de sí esa «milla extra», que suele traer la victoria. Y esto es tan extraño en la España de hoy, donde cada parte tira por su lado, que vale más que todas las copas mundiales. Que jugadores procedentes de diversos equipos y comunidades encajen tan bien, se lleven tan bien y vibren al unísono defendiendo los colores nacionales, nos confirma que el fútbol ha sobrepasado el marco del deporte, para convertirse en ejemplo ciudadano.

No sé si ese ejemplo cuajará, si la alegría, el orgullo, el espíritu de pueblo unido que inunda esta noche las calles y plazas españolas será barrida por los aires de enfrentamiento que vienen soplando. En cualquier caso, hay que dar las gracias a esos muchachos por su gesta y advertir que nadie se atreva a adjudicársela. Es sólo suya.


ABC - Opinión

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