A pesar de los resultados razonables que consigue la banca española, el Ejecutivo debería ser prudente antes de lanzar una de sus habituales operaciones de propaganda
AYER se hizo público por fin el resultado de las «pruebas de resistencia» de la banca europea. Las instituciones financieras españolas —nueve bancos y dieciocho cajas— han conseguido resultados muy dispares. En efecto, las instituciones principales aprueban el examen con holgura, mientras que varias cajas de ahorro suspenden claramente, incluidas algunas que han recibido ayudas del FROB. Se trata, sin duda, de un mecanismo razonable para que los inversores valoren la solvencia de las entidades, logrando así la imprescindible estabilidad de los mercados financieros. A partir de ahora, los rumores infundados no deberían afectar al crédito de los bancos, de manera que nadie podrá culpar de los vaivenes financieros a los especuladores malintencionados. En todo caso, los resultados ofrecen pocas sorpresas, puesto que los «grandes» demuestran su solvencia y, por el contrario, determinadas entidades de segundo nivel ofrecen serias dudas en cuanto a su capacidad de supervivencia en época de crisis.
Debe tenerse en cuenta a la hora de valorar el examen planteado por el Comité de Supervisión Europeo Bancario que la prueba ha sido superada por una amplia mayoría de las 91 entidades analizadas, si bien hay que destacar que entre las siete que suspenden figuran cuatro grupos de cajas españolas, así como la intervenida Caja Sur. Las entidades que necesitan recapitalización o avales los obtendrán de manera automática por parte de los Estados, lo que supone una carga notable para todos los ciudadanos. Sea como fuere, la transparencia es un elemento positivo, si bien a juicio de muchos expertos y del propio FMI los niveles exigidos para el aprobado han sido demasiado indulgentes. A pesar de los resultados razonables que consigue la banca española, el Ejecutivo debería ser prudente antes de lanzar una de sus habituales operaciones de propaganda. Que las entidades financieras estén preparadas para afrontar —en su caso— una situación de crisis extrema no es la panacea de todos los males porque estos datos tienen poco que ver con la economía familiar y de las pymes, así como con la imprescindible creación de empleo. El gobernador del Banco de España explicaba ayer con rigor el significado de este examen de estrés, situando los resultados en su justa medida. Por supuesto que es una buena noticia que la gran mayoría de nuestros bancos estén en condiciones de afrontar un hipotético panorama desolador, que nadie descarta en un futuro, pero ello no justifica ningún triunfalismo por parte de un Ejecutivo desbordado por las circunstancias.
ABC - Editorial
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