lunes, 3 de mayo de 2010

Dolorosa cura para Grecia

DESPUÉS de un interminable debate, los países miembros del euro han acordado poner en marcha el mecanismo de salvación de la economía griega.

Es de esperar que la iniciativa se materialice, porque hasta ahora las autoridades europeas y de los grandes países como Francia y Alemania han hecho todo lo posible por disimular una gangrena que está amenazando el prestigio de la moneda única. Las previsiones sobre las necesidades de Grecia han ido empeorando día tras día, y lo que los ministros de Economía de la «zona euro» acordaron ayer en Bruselas representa el último paso antes de que la moneda única se asome al abismo, porque ni siquiera un esfuerzo financiero de este tamaño -alrededor de 110.000 millones de euros- garantiza que el desastre no se produzca y que la Unión Europea salga ilesa de una crisis que supondría un colapso de la moneda única.

El principal interrogante lo constituye saber si Grecia será capaz de cumplir el plan de recorte de gastos al que se ha comprometido, sin precedentes en la historia reciente en tiempos de paz. Con bruscas subidas de impuestos y brutales recortes en la Administración, la cura amenaza con ser -al menos al principio- muy dolorosa, porque hará que la economía se hunda un poco más, aunque con la esperanza lejana de que, dentro de cuatro o cinco años, los griegos puedan volver a respirar. En cierto modo, y a cambio del crédito, Grecia ha perdido su soberanía, pero bastaría una espiral de protestas para hacer la situación incontrolable, lo que terminaría por afectar también a los que firman este préstamo y a la UE.

Para los griegos se ha terminado el espejismo festivo que provocó en muchos países la llegada del euro, que hizo ricos de repente a economías nacionales cuya falta de productividad se escondía con devaluaciones periódicas y en las que nunca llegaba la hora de introducir reformas que habrían sido mil veces menos traumáticas que los recortes que impone ahora la emergencia de la crisis. España no es Grecia, pero se encuentra entre los países que necesitan ajustar su economía hacia una mayor productividad con reformas profundas, antes de que sea demasiado tarde.


ABC - Editorial

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