sábado, 15 de mayo de 2010

Despilfarro en el Senado

MIENTRAS el Gobierno impone grandes sacrificios económicos a los ciudadanos, el Senado parece estar empeñado en malgastar el dinero de todos con iniciativas que, no por ser legítimas, dejan de ser sorprendentes y hasta irritantes.

La Cámara alta pretende maquillar su escaso peso político a través de una farsa lingüística que a buen seguro indignará a los millones de funcionarios y jubilados que se verán afectados por el «tijeretazo» de Rodríguez Zapatero. En efecto, el próximo 24 de mayo está previsto que el presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla, acuda a la Cámara alta y se dirija a los senadores en catalán. Su intervención será objeto de traducción simultánea al vascuence, catalán, gallego y valenciano con un coste de 6.500 euros para el presupuesto de la Cámara. Pero en tiempos de emergencia económica, este despilfarro es mucho más que una simple anécdota. Javier Rojo, presidente del Senado, es el responsable último de un disparate que tiene su origen en el afán electoralista del PSOE.

Para colmo de males, la reciente moción aprobada por socialistas y nacionalistas permitirá consolidar el esperpento de que los senadores que representan al pueblo español tengan que utilizar auriculares para seguir los discursos pronunciados en lenguas de uso territorial. Javier Rojo pretende justificar lo injustificable apelando a una supuesta «normalidad» en el uso de las lenguas cooficiales en su ámbito respectivo, una falacia que intenta ocultar la triste realidad de que el PSOE prefiere ofender al sentido común a cambio de hacer guiños al nacionalismo.


José Montilla es un político nacido en la provincia de Córdoba que se explica mucho mejor en castellano que en catalán. Su insistencia en defender el Estatuto le lleva desde hace tiempo a ejercer una presión inaceptable sobre el TC y a plantear ahora un debate artificial en la Cámara Alta. De este modo, predominan los objetivos partidistas de un PSC en apuros sobre el sentido institucional y el respeto a la lógica. Sin embargo, está claro que todo vale con tal de arañar algún voto, aunque se trate de una maniobra tan burda que produce una fuerte incomodidad a muchos dirigentes socialistas.

ABC - Editorial

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