martes, 4 de mayo de 2010

Cita a griegas. Por Tomás Cuesta

HASTA donde se sabe, Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy tienen una cita casi todos los miércoles en una sesión de control parlamentario que es pública, notoria e incluso notable, a veces.

Es, por lo general, un duelo imprecatorio en el que suele haber más ruido que nueces y en el que ambos disparan con balas de fogueo. Don Mariano pregunta, que es lo suyo, y don Rodríguez no contesta, que es lo que procede. La cosa da de sí para hilvanar un titular cogido por los pelos o, lo que viene a ser lo mismo aunque no lo parezca, para que algún gacetillero revenido, pelanas y alopécico, brinde por el pasado con la zarzaparrilla del presente y exhiba sin pudor la pluma en plan gallina chueca.

Sin embargo, el hecho de que el «capo» del Gobierno haya convocado al jefe de la leal oposición en La Moncloa justamente este miércoles se ha convertido en una noticia de alcance en los mercados financieros que descuentan y no paran que nuestra economía está entre los bonos portugueses y las hipotecas griegas. Se trata, por lo tanto, de un encuentro privado y exclusivo, algo muy goloso a ojos de Don Dinero que es de natural sensible a los fenómenos que, sin ser paranormales, resultan infrecuentes. Las cosas de palacio van despacio y Zapatero & Rajoy no protagonizan un dueto desde hace año y medio. Dos no dialogan si uno no quiere y la querencia dialogante del señor presidente ha quedado sobradamente demostrada en el lapso abisal que mañana se cierra.


¿A qué grado de deterioro ha debido llegar la hacienda pública si no queda otra salida que la cita a griegas? ¿A cuántos centímetros estamos del despeñadero? Los mismos que tildaban de antipatriotas a quienes afirmaban que el diablo tenía rabo y cuernos, califican ahora de alarmistas a los que aseguran que entre la Puerta de Alcalá y el Partenón no hay demasiadas diferencias. Lo peor, por supuesto, no es que cuenten milongas, sino que todavía hay quien escucha los cantos de sirena. Estamos, una vez más, ante el eterno tocomocho de la supuesta superioridad moral de una izquierda indigente que ha dilapidado la credibilidad de una nación amén de poner en riesgo su existencia. ¡Que no farte de na! Por parné que no quede.

Puede que Zapatero quiera hablar con Rajoy de los créditos que vamos a tener que pagar para conseguir los nueve mil millones del rescate de Grecia. Consejos vendo que para mi no tengo, la solidaridad bien entendida empieza, por lo visto, esquilmando a los propios y ordeñando a los ajenos. Dice Elena Salgado que nos tendrán que devolver el préstamo con suculentos intereses y que, al hacer de la necesidad virtud, nos convertiremos en virtuosos usureros. Mientras, la convicción de que la derecha española es culpable de todo lo que ha hecho y, muy especialmente, de todo lo que no ha hecho, obliga al señor Rajoy a meterse de lleno en la boca del lobo en el momento en el que al lobo le apetece.

Hay que salvar al pobre soldado Ryan, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Rajoy, por sentido de Estado, subirá los peldaños del cubil zapateresco con la misma elegancia con la que subió al cadalso la reina Maria Antonieta. En algo ha de notarse que la derecha-guay ha ido a buenos colegios. La compostura es lo primero. También en las componendas y en las citas a griegas.


ABC - Opinión

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