miércoles, 31 de marzo de 2010

Un puñetazo.... Por Alfonso Ussía

Un puñetazo en la mesa a tiempo arregla muchos problemas. Pero hay que darlo.

No es una acción agresiva ni violenta. El roble, el pino y el castaño soportan el golpe sin pestañear. Hubo un ministro malhumorado y de temperamento volcánico que lanzaba a la cabeza de su subsecretario la Guía Telefónica. No hay que llegar a tanto. Mariano Rajoy es la síntesis de la cordialidad y las buenas maneras. Inteligente, preparado, con un sentido del humor socarrón y gallego, además de tolerante. Pero de cuando en cuando se echan de menos sus puñetazos en la mesa. Un partido político es un lío. El PP funcionó a la perfección como partido cuando su Secretario General golpeaba las mesas y no se casaba con nadie, a pesar de su afición a los matrimonios. Me refiero a Francisco Álvarez-Cascos, al que tanto se añora. Con Álvarez-Cascos, Jaume Matas habría causado baja en el Partido Popular al ser público el menor indicio de posible corrupción.

No se hubiera producido el desfase argumental de los trasvases. Como ha dicho con acierto el Presidente de Murcia, el trasvase Tajo-Segura no es de Castilla-La Mancha a Murcia, sino de España a España. Pero están los intereses electorales y mi apreciada María Dolores de Cospedal combate en dos trincheras enfrentadas, lo cual es un despropósito amén de una extravagancia. A Rajoy le ha fallado el puñetazo en la mesa ante la clamorosa incoherencia de Gallardón y Cobo. Dice Ana Mato que, a pesar de su suspensión de militancia, Cobo puede seguir siendo el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid. Pues no, lo sentimos. Mientras Cobo se encuentre en suspensión de militancia no puede representar al partido en el que no milita. El mantenimiento de su cargo se lo debe a la chulería institucional del Alcalde y al pasotismo de Rajoy. Puñetazo en la mesa, don Mariano. Un asunto, a primeras luces de menor importancia, pero que ha dañado la estética y la ética del PP ha sido el protagonizado por Nacho Uriarte y su control de alcoholemia. Mala suerte. Uriarte es un buen chico y lo que le sucedió puede ocurrirle a cualquiera. Una inoportunidad del destino. Pero tendría que haber dimitido, y de no hacerlo, invitado a abandonar su escaño y su Comisión en el Congreso. Con la única persona que Mariano Rajoy ha dado puñetazos en la mesa es con Esperanza Aguirre, que representa mejor que nadie los valores liberales del partido conservador. Creo que el problema del Partido Popular está en su estrategia de vestimenta. Ese camino hacia el centro es un camino que no lleva a ninguna parte. El complejo de siempre. Un partido de derechas es tan democrático –o más–, que un partido de izquierdas. El PCE no puede dar lecciones de democracia al PP, entre otras razones, porque la Historia demuestra que el comunismo y la democracia, que el comunismo y la libertad y que el comunismo y los derechos humanos jamás han coincidido. El partido Conservador inglés no se define de centro, sino de derechas. Y nos estamos haciendo un lío. El Partido Popular cuenta con el apoyo de más de diez millones de votantes, número que ha aumentado considerablemente, no por los aciertos de sus dirigentes, sino por las gamberradas del PSOE en el poder. Puede ganar las próximas elecciones, pero tiene la obligación de mantener una disciplina y un criterio objetivo y frío en sus adentros. Una cosa es la tolerancia y otra una casa de putas. Rajoy tiene que dar puñetazos en la mesa. La cordialidad, hacia fuera. La firmeza y la contundencia hacia fuera. Los complejos, a la basura. Y en el partido, disciplina, coherencia y aunque resulte desagradable, inflexibilidad con quienes se saltan las normas y reglamentos. Eso, un puñetazo en la mesa.

La Razón - Opinión

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