domingo, 21 de febrero de 2010

La brecha y el ninguneo. Por M. Martín Ferrand

ASEGURA el diario que nació siendo independiente de la mañana, y que ya no lo es a ninguna hora del día, que «Rajoy intenta abrir una brecha en el Gobierno ninguneando a De la Vega». Podría ser y, si lo es, ¿el señalamiento cursa con intención de halago o de censura al líder del que era principal y ha devenido en único partido de la oposición? El menosprecio a la vicepresidenta primera, de existir, será cosa de José Luis Rodríguez Zapatero, que no la ha incluido en el trío que debe marear la perdiz y simular grande preocupación ante las distintas formaciones parlamentarias.

Ocurre que Soraya Sáenz de Santamaría, en un pellizco más propio de una colegiala traviesa que de portavoz del PP, nos ha dado a entender que, en las sesiones de control al Gobierno, interpelará a la vicepresidenta segunda en lugar de hacerlo, como hasta ahora, con la primera. Son ganas de descender de categoría, como si el pesado Joe Frazier hubiera renunciado a enfrentarse con George Foreman -que le arrebató el título mundial- para hacerlo con el ligero Pedro Carrasco.

La hipótesis de una brecha en el errático equipo de Zapatero impone la tesis de que, aunque fuera por un instante, ha sido un Gobierno conjuntado, equilibrado antes en sus funciones que en su paridad, sólido y con responsabilidades y competencias ciertas en cada una de sus carteras. Algo que se niega por sí solo a poco que se contemple la deslabonada conducta de los miembros y las miembras encastrados en un torso raquítico sobre el que luce una cabeza diminuta.

En puridad, no tenemos Gobierno, sino un mero resultado electoral, el fruto de una mayoría solitaria, que, atemorizada por el poder sindical, no se atreve a poner en marcha las medidas de austeridad, reducción del gasto, sacrificio colectivo y garantizada impopularidad que podrían reconvertir una crisis que no se supo ver venir y que no se difuminará entre los recuerdos del pasado con la facilidad con que el día sucede a la noche. En los hechos, la comisión que formalmente encabeza Elena Salgado, realmente dirige José Blanco e integra el nunca bien ponderado Miguel Sebastián tiene la función de los payasos que, en el circo, entretienen a los espectadores mientras se instala la jaula de las fieras y el domador, con un batín sobre sus galas profesionales, comprueba la seguridad del montaje. Desde la política establecida no tiene otra posibilidad.


ABC - Opinión

0 comentarios: