lunes, 8 de junio de 2009

ELECCIONES EUROPEAS 7 DE JUNIO DE 2009


El País: El PP, inmune a la corrupción

El PP es inmune a las acusaciones de corrupción. Al menos no lo paga en las urnas y consigue que su electorado se movilice en feudos afectados por los escándalos.

"SOMOS LOS PRIMEROS SORPRENDIDOS POR LA EMISION DE ESTOS ANUNCIOS Y HA PODIDO DEBERSE A UN ERROR INFORMATICO"

No entraré en mucho detalle de los resultados electorales. Cualquiera que me siga, ya conoce mi opinión acerca de la Unión Europea: un nido de socialistas, un atajo de estatistas, burócratas y liberticidas. No importa quienes sean "nuestros" representantes, se dedicarán a vivir muy bien, a cobrar una pasta y a recortar nuestra libertad.

Por cierto, felicidades a mi Maleni, que según recoge Libertad Digital va a cobrar nada menos que 20000 euros al mes, incluyendo 5000 y pico por dejar de ser ministra de ZP. Es tal el disparate y la desvergüenza montada alrededor del tinglado del Estado, que se le paga a los ministros para que dejen de serlo. Y por si fuera poco, los burócratas se han subido el sueldo de manera disparatada. Mientras la gente va en masa al paro, ellos a cobrar un pastón. Sinvergüenzas.

Y no menos faltos de un mínimo decoro democrático y de respeto a la Ley electoral se muestran nuestros amigos de la Cadena SER, que ayer domingo estuvieron haciendo campaña a favor de Zapatero y sus secuaces. Un error informático, dicen. Que casualidad que sea siempre a favor de los mismos.

Esto es lo que hay. Los medios saludando a los políticos que les concederán las prebendas, y los burócratas celebrando que van a vivir como reyes a nuestra costa. Por supuesto, no fui a votar. No quiero refrendar esta siniestra comedia con mi voto.

La Frase Progre

AMENAZAN CON PINTADAS A LA PRESIDENTA DE GALICIA BILINGÜE

La presidenta del colectivo Galicia Bilingüe, Gloria Lago, denunció hoy destrozos en su vehículo así como pintadas amenazantes en el entorno de su domicilio.

Según una nota enviada por esta organización, las paredes de la entrada de la urbanización en la que se reside Gloria Lago, su coche particular, el vehículo de un compañero del instituto en el que trabaja y una pared de este centro "amanecieron hoy con múltiples pintadas de corte independentista, insultantes o amenazantes".


El automóvil de la presidenta de Galicia Bilingüe sufrió además la rotura una de sus ventanillas. En concreto, en el acceso a su edificio apareció dibujada una diana con su nombre al lado y un símbolo "que hace referencia a Resistencia Galega". En otra pared, los vándalos, entre otras pintadas, escribieron las frases "En Galicia, en galego" o "Gloria Lago, fascista", además de varios logos y acrónimos.

PINTURA SOBRE EL COCHE

El coche de Lago, estacionado en una calle cercana, fue atacado con pintura naranja y negra, mientras que en una pared del centro en el que imparte clases, el instituto San Tomé de Freixeiro, ubicado en la Gran Vía, apareció el lema "Avante á Resistencia Galega".

Finalmente, en el aparcamiento de este centro, el automóvil de un compañero de Lago amaneció plagado igualmente de pintadas. Se da la circunstancia de que este coche es semejante al que habitualmente utiliza el vicepresidente de Galicia Bilingüe, José Manuel Pousada, que trabaja en el mismo instituto.

Gloria Lago interpondrá la correspondiente denuncia en la Comisaría de Policía a lo largo del día de hoy.

Periodista Digital

LOPEZ AGUILAR PERDIO EN SU PUEBLO NATAL.

El Partido Popular ha ganado con claridad al PSOE en Vega de San Mateo, en Gran Canaria, el pueblo natal del cabeza de lista del PSOE, Juan Fernando López Aguilar.

El PP obtuvo en este municipio 1.336 votos, el 50,15% del total, frente a 996 de los socialistas, el 37,39%. Coalición Canaria consiguió 158 votos, el 5,93% de los sufragios; Izquierda Unida 40, el 1,50%, y UPyD, la formación liderada por Rosa Díez, 23 votos.


Periodista Digital

ZAPATERO, "POLITICAMENTE RESPONSABLE" DE LA DERROTA, SIGUE SIN ATREVERSE A APARECER

Él mismo dijo que era "políticamente responsable" de lo que sucediera el domingo. Y lo que ha pasado es que el PSOE ha perdido las elecciones. Pero Zapatero no fue capaz de salir ante las cámaras a asumir la derrota. Mandó a poner la cara a Juan Fernando López Aguilar y a 'Pepiña' Pajín. Él sí estaba en la sede de Ferraz, junto a su talismán, José Blanco, pero prefirió que no se le viera. El optimista ZP se esconde cuando vender humo le puede suponer una pedrada de algún militante o simpatizante socialista realista. Y sigue sin aparecer...

Lo dijo Zapatero días antes de la cita electoral de este domingo: "Yo soy políticamente responsable de lo que suceda". Palabras, humo, nada. El presidente socialista del Gobierno es un experto en hacer justamente lo contrario de lo que había dicho y negar, sin perder un minuto la cara de serenidad, que haya dicho lo que está grabado y transcrito porque lo dijo.

Este domingo ha sido un impulso para el 'marianismo' y un fuerte toque de atención al 'zapaterismo'. Rajoy salió ayer fortalecido como líder del PP tras el triunfo de su partido en las elecciones europeas, con algo más del 42% de los votos, casi cuatro puntos más que el PSOE. En términos absolutos, la formación de Rajoy superó en 580.000 votos al partido de Zapatero.

El PSOE cosecha un retroceso de casi cinco puntos respecto a las elecciones generales del año pasado.

Zapatero no quiso salir a dar la cara ante una militancia cabizbaja. Ya estaba con José Blanco preparando la estrategia. Tiene casi tres años por delante hasta las próximas elecciones generales y no queda un minuto más que perder para tratar de convencer a la ciudadanía de que lo que él vende no es humo o de que lo que los españoles necesitan para salir del hoyo en el que el país se encuentra metido es su humo. Una de dos. Pura estragia.

Periodista Digital

TAN TONTOS NO SOMOS LOS ESPAÑOLESPor José María Carrascal

CUANDO a las ocho de la noche de ayer, ya cerrados los colegios electorales, el centro de datos, dependiente del Gobierno, decretó un apagón informativo, me dije que habían perdido las elecciones. De haberlas ganado, hubiesen puesto en boca de pregonero todos los datos que tenían, música incluida. Pero como no era así, iban a aprovechar las dos horas que tenían hasta hacer obligatoriamente pública su derrota para maquillarla de tal forma que pareciese lo menos posible, y la encontraron en que son «el Partido Socialista que mejor resultado ha obtenido en Europa». El que no se contenta es porque no quiere.

Había ya un indicio de ello en la participación, similar a la de la convocatoria anterior, en 2004, como nos repitieron a lo largo de la jornada. Pero era el espejismo de los datos generales, que manejan tan bien para distorsionar la realidad. Pues ese dato escondía otro que nos daba una realidad bastante diferente. La participación había bajado en algunas comunidades y subido en otras. Había subido en Madrid y Valencia, y había bajado en Cataluña, País Vasco y Asturias. Y mientras Madrid y Valencia suelen votar PP, Cataluña, País Vasco y Asturias votan PSOE. Lo que en buena lógica advertía por donde iban los tiros. El PSOE, pese a la frenética actividad desplegada por Zapatero durante la campaña, pese a sus invocaciones a Obama, pese a echar mano del voto del miedo al lobo feroz de la derecha, no consiguió movilizar a todo su electorado, mientras el PP consiguió movilizar el suyo. Es incluso posible que la campaña negativa contra Camps fuese tomada por los valencianos como un ataque personal contra ellos, y que algo parecido ocurriera en Madrid con los casos Gürtel y de los espías.

Aunque puede que la cosa sea mucho más sencilla: que Zapatero ha perdido la confianza del electorado. Que, como el ilusionista al que se le conocen los trucos, aburre, no se le cree, ni se le fía ni se espera ya nada de él, ni de las recetas que va sacándose de la chistera para solucionar los muchos problemas que tiene planteados España, algunos de ellos creados por él. Es lo que suele ocurrir a los mentirosos crónicos, que llega un momento en que, hagan lo que hagan y digan lo que digan, no les creen ni sus propios allegados. Pues estas elecciones no las ha ganado el PP, que lo tenga muy claro; las ha perdido Zapatero, como él mismo advirtió durante la campaña, aunque no nos extrañaría que ahora lo negase.

Se confirma así la tendencia iniciada en las elecciones gallegas y vascas de que empieza un nuevo ciclo en la política española. Un ciclo en el que el PP no puede limitarse a decirnos lo mal que lo hace Zapatero. Ya lo sabemos. Tiene que decirnos cómo salimos del agujero en que nos hallamos. Aunque lo mejor de la jornada fue comprobar que los españoles no somos tan tontos como creían nuestros políticos.

ABC - Opinión

MOCION DE CENSURA. Por José Carlos Rodríguez

«Jugar a que el INEM le gane las elecciones es suicida. Y tampoco debe olvidar que a sus espaldas hay una alternativa españolista y liberal, llamada UPyD, que se consolida en estas elecciones.»

Si el PP se decide a hacer verdadera oposición, debería recordar todas las semanas que el Gobierno no cuenta ya con el apoyo mayoritario de los españoles. Y debe incidir en que hay una alternativa real a los socialistas, que no se conforma con heredar el poder, y que tiene un plan de regeneración económica y política para España.


Los resultados de las elecciones europeas no son especialmente brillantes para el PP. Con cuatro millones de parados en la calle, y en unas elecciones sin coste para el elector y en las que se puede expresar un voto de castigo sin consecuencias en el reparto de poder en España, deberían haber ganado por no menos de cinco puntos. La ventaja sobre los socialistas, muy pobre, nada debe a Mariano Rajoy.

No es el PP el protagonista de estas elecciones, y de hecho Rajoy ha hecho lo posible por hurtar a su partido cualquier protagonismo. Es el PSOE y su líder, Rodríguez Zapatero. La crisis les está comiendo por los pies. Los españoles están anestesiados de tantos golpes de efecto que ya han perdido su impacto.

Pero Rajoy no debe olvidar el poder que tiene la izquierda movilizada. No hay más que ver lo que fueron los cuatro días de marzo de 2004. Jugar a que el INEM le gane las elecciones es suicida. Y tampoco debe olvidar que a sus espaldas hay una alternativa españolista y liberal, llamada UPyD, que se consolida en estas elecciones.

Por eso, porque es necesario recuperar la confianza en un nuevo liderazgo, porque es urgente echar del poder a los socialistas, este es el momento de recuperar el proyecto de presentar una moción de censura contra el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Esta es la hora de Mariano Rajoy. Es la hora de que tome una determinación sobre su propio liderazgo, sobre su papel en el necesario cambio que necesita la sociedad española.

Libertad Digital - Opinión

LA PROFETISA PAJIN. Por Juan manuel de Prada

HAY quienes esconden sus fantasías onanistas en una habitación de hotel, como David Carradine, y hay quienes las proclaman jubilosos a los cuatro vientos, como Leire Pajín, que nos ha pedido que estemos atentos al «próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta», con la coincidencia, a ambos lados del Atlántico, de Obama como presidente de los Estados Unidos y Zapatero como presidente de la Unión Europea. Este acontecimiento anunciado por la profetisa Pajín ha propiciado todo tipo de glosas jocosas; tantas que probaremos aquí una glosa más amedrentadora, a la luz de la novela profética Señor del mundo, de Robert Hugh Benson, donde también se produce la coincidencia en el tiempo de dos políticos a ambos lados del Atlántico, el inglés Oliver Brand y el americano Julian Felsenburgh, que guardan asombrosas similitudes con Zapatero y Obama.

Zapatero, en una larga entrevista que editaron a modo de libro turiferario, describía así sus creencias religiosas: «En la medida en que he ido evolucionando y madurando, creo que la religión más auténtica es el hombre. Es el ser humano el que merece adoración». La adoración del hombre es también la religión del Oliver Brand imaginado por Benson, empeñado en acabar con el cristianismo, que juzga la religión «más grotesca y esclavizadora», propia de «incompetentes, ancianos y disminuidos». Para Brand, no existe un Dios trascendente: «Dios, en la medida que era posible conocerlo, era sólo el hombre»; y la única condición del progreso humano «era la paz, no la espada que trajo consigo Jesucristo, (...) la paz que brotaba de la comprensión, la paz que emanaba de un conocimiento claro de que el hombre lo era todo».

Esta religión inmanentista que Oliver Brand desea imponer en todo el orbe hallará su plasmación gracias al surgimiento de «un senador americano» llamado Felsenburgh, dotado de una «extraordinaria elocuencia» y »un prestigio fuera de lo común». En su imparable y apoteósico ascenso, Felsenburgh «no había recurrido a ninguno de los métodos habituales en la política moderna. No controlaba periódicos, no vituperaba a nadie, no defendía a nadie. (...) Parecía más bien que su originalidad se debiera a su pasado inmaculado y a lo magnético de su carácter. Era una personalidad pura, atractiva, como la de un niño radiante. Había tomado a la población por sorpresa, surgiendo como una visión fantástica de las negras y cenagosas aguas del socialismo americano». Entronizado como líder global, Felsenburgh organiza una Convención de Oriente, donde pronuncia un discurso que a todos deja contentos. La prensa mundial, entregada a su elocuencia, resume así el discurso: «Felsenburgh parecía conocedor de la historia, los prejuicios, las esperanzas, las expectativas de todas las innumerables sectas de Oriente. (...) En no menos de nueve localidades se le saludó como el Mesías por parte de una multitud mahometana. Por último, en América, que es donde ha surgido esta figura extraordinaria, todos hablan bien de él».

Oliver Brand, ante el ascenso de este nuevo Mesías, está exultante: «Había caído Jehová; el soñador enloquecido de Galilea estaba ya en su tumba; había terminado el reinado de los sacerdotes. En su lugar, se enaltecía la figura extraña y tranquila de Felsenburgh, de poder indomeñable y ternura infinita... Él era el Hijo del Hombre, el Salvador del Mundo. (...) Allí había alguien a quien se podía seguir con entera tranquilidad, un dios sin duda, un hombre también: dios por ser humano, y humano por ser divino». A quienes deseen saber lo que ocurre después, les ruego que lean la grandiosa novela de Robert Hugh Benson; la encontrarán, traducida al español, en la editorial Homo Legens.

ABC - Opinión

EUROHASTIO. Por Gabriel Calzada

Europeas

«Al parecer, el PP ha ganado en España por un par de escaños y el centro derecha amplía su ventaja en el Parlamento Europeo. ¿Y qué más da? Ni la política española se verá afectada ni las políticas europeas serán menos liberticidas.»

Me interesa bastante poco qué partido pueda haber ganado las elecciones europeas. Aparentemente no soy el único. Según la estimación oficial de la Eurocámara, la abstención media en los 27 ha sido del 57%, dos puntos menos que en las anteriores elecciones al Parlamento Europeo. En algunos países, como Polonia, la abstención se situará en torno al 80%. Pero nada de esto detendrá el constante chaparrón de frases altisonantes y la insufrible pedantería típica de los diputados y comisarios europeos.


Mi absoluto desinterés por los resultados no es fruto de la supuesta falta de poder político del Parlamento Europeo. Todo lo contrario. Me aterroriza el inmenso poder que ha acumulado este órgano en los últimos años. Cada vez son más las leyes españolas que no hacen otra cosa que trasponer las directivas que de allí provienen. Desde normativas antimonopolio hasta leyes educativas, pasando por las nuevas regulaciones medioambientales, casi todo tiene su oscuro origen en un parlamento en el que quienes calienten asiento cobrarán la friolera de 7.550 euros brutos al mes, cantidad que casi se verá duplicada con las dietas y otros pagos por "representarnos". Los defensores de esta obscenidad alegan que hay que entender la gran responsabilidad que recae sobre sus hombros. Personalmente, la irresponsabilidad de estos seres me resulta inigualable. Toman todo tipo de decisiones sobre nuestras vidas que limitan nuestra libertad desvalijando nuestras rentas y nuestros ahorros. Quien no asume los costes ni recibe los beneficios de sus decisiones, difícilmente puede ser considerado responsable. El eurodiputado, más que ningún otro político, es un perfecto irresponsable que gasta el dinero de gente lejana en absurdos proyectos como la política agraria común o la política de energías renovables que hacen todavía más pobre al ciudadano que esquilma. La lejanía y la compleja estructura de poder y las listas cerradas provocan que el despellejado ciudadano de la Unión no tenga forma de controlar a esta casta privilegiada que nos mira al resto por encima del hombro.

Todo esto debería despertar mi interés y el de millones de europeos a los que no les importa un comino lo que pase en estas elecciones europeas. Y sin embargo, me hastía. ¿La razón? Posiblemente que la diferencia entre socialistas europeos y populares europeos me resulte, nos resulte, inexistente. A cual más ultraintervencionista. Pongamos el caso de Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea. ¿Es socialista o popular? Pocos lo saben y aún menos están interesados en descubrirlo. Podría ser cualquier cosa porque su política se debate entre la más pura demagogia y el intervencionismo más descarado.

Cuando termino de escribir estas líneas leo en la pantalla de Libertad Digital que, al parecer, el PP ha ganado en España por un par de escaños y que el centro derecha amplía su ventaja en el Parlamento Europeo. ¿Y qué más da? Ni la política española se verá afectada ni las políticas europeas serán menos liberticidas.

Creo que lo único que despertaría mi interés en las elecciones europeas sería la aparición de un partido euroescéptico en este país. Paradójicamente, ese hecho podría ser lo único que redujera la abstención que tanto molestan a la izquierda y a la derecha. ¿Quién se anima?

Libertad Didital - Opinión

SI A ESTO LLAMAN EUROPA.... Por Gabriel Albiac

MÁS de la mitad de los europeos rechazó ayer el voto. Podría ser un cataclismo democrático. Si esto tuviera algo que ver con la democracia. Pero votar no define, por sí sólo, democracia alguna. ¡Si lo sabremos quienes hubimos de vivir los regulares llamamientos a las urnas «orgánicas» del franquismo! ¡Si lo sabrían aquellos siervos del imperio soviético, que eran monótonamente llamados a votar por sus tutores! No es azar que sean los países con más estirpe parlamentaria los que con mayor desdén hayan rehuido esta triste simulación de las grandes liturgias. La más vieja democracia del mundo, la Holanda con cuatro siglos de ciudadanía libre, batió su récord: más del sesenta y tres por ciento de abstencionistas. A los cuales es de justicia añadir los votos del partido que, empatado en escaños con el primero, fue segundo en número de votos, y cuya única definición específica es el rechazo de la UE.

El sueldo de un diputado europeo acaba de ser duplicado. Unos 19.000 euros (sí, más de 3 millones de las antiguas pesetas, para los, como yo, antiguos) mensuales, prebendas -muchas- aparte. Es, lo reconozco, un excelente argumento para ser europeísta. Un diputado de Estrasburgo no sirve, en rigor, para nada a nadie. Salvo a sí mismo. Su confort está resuelto. De por vida. No seré yo quien censure su entusiasmo. Corren tiempos muy duros. Convengamos que, para esos prebostes -o, más bien, ex prebostes, jubilados, voluntariamente o no, de la política activa-, la UE es una cosa extraordinaria. Está mas que justificado que ellos pidan nuestro voto. Aunque, más bien, deberían, visto como están las cosas, suplicarlo. Nada que objetar: cada cual se gana la vida con lo que sabe; y los de profesión electos, no son sabios en demasiadas cosas. Planteémonos sólo la pregunta desde el otro lado: ¿obtienen del Parlamento de Estrasburgo algún beneficio, del tipo que sea, los ciudadanos de Europa?

¿A qué se llama, para empezar, un Parlamento? En tradición democrática, digo. En esa tradición que forjó la modernidad de las más libres naciones. Poder legislativo, por supuesto. Bajo cuyo control estricto ejerce su gobierno el poder ejecutivo.
¿Potestad de control del Parlamento de Estrasburgo sobre la Comisión de Bruselas? Cero. En Bruselas, una casta directamente designada por los gobiernos europeos -hablemos en rigor: por los partidos- ejerce un poder tan impermeable, tan fuera de control, cuanto pudiera soñarlo un mandarín de la gran época. Puede que aquí, en esta tierra de escasa tradición parlamentaria, eso nos pase más o menos desapercibido. O indiferente. En tierras para las cuales el parlamento es parte de la conciencia nacional misma, tal ficción es un insulto. O, para mejor llamarla por su nombre, una fea y consentida podredumbre. Si Holanda y Francia lograron fulminar la estafa que, bajo la batuta de uno de los políticos más turbios del siglo pasado, el Giscard de los diamantes de Bokassa, fue llamada «Constitución Europea», es porque allí sí resultaba evidente hasta qué punto llamar «Constitución» a algo ajeno a división y autonomía de poderes no es sino corrupción. Corrupción del lenguaje: la que lleva a llamar Parlamento a lo que no cumple ninguna de sus condiciones. Corrupción material: porque quienes de esa mentira viven, lo hacen a costa nuestra. De la cínica hipótesis de incluir a un despotismo tan en deriva islamista como el turco dentro de la UE, mejor no hablar: demasiado deprimente.

Ahora ya está. A un político con un átomo de decencia, el bofetón abstencionista debería moverlo a retirarse a la vida privada. No lo hará ninguno. ¡Si a esto llaman Europa...!

ABC - Opinión

EUROPA ABATIDAPor Agapito Maestre)

Europeas

«Si nos insisten, como han hecho algunos políticos y medios de comunicación, con la cantinela de que el 70% de lo que nos afecta a los españoles se decide en las instituciones de la UE, entonces es como para mandarlos a todos "a tomar por saco".»

Lo previsto se ha cumplido. Ha ganado la abstención. Es necesario explicar la abstención, el impresionante desprecio de millones de ciudadanos, a las elecciones europeas para saber por dónde irá la Unión Europea en el futuro. Dos son los asuntos claves, en mi opinión, para abordar esa cuestión que será decisiva para Europa en general, y España en particular: por un lado, la poca visibilidad democrática de sus instituciones y, por otro lado, la carencia de programa económico para abordar la crisis. Con ser grave, muy grave, la crisis institucional que vive la UE, y la misma abstención que hemos de analizar así lo refleja, es un juego comparado con los problemas económicos que tendrá que afrontar este club de Estados-nacionales.


Digámoslo sin rodeos: la crisis económica ha puesto en evidencia a la UE. Ésta no tiene ni política económica. Sí, sí, la UE, que presumía sobre todo de ser una unión económica y monetaria y así era analizada por sus críticos más radicales y demócratas, resulta que carece de una política económica capaz de enfrentar la crisis. Los últimos datos ofrecidos por la oficina de estadísticas de la Comisión son apabullantes: la caída interanual de la economía de los 27 países de la UE ha sido, durante el primer trimestre de 2009, del 4,5%, la inversión, las exportaciones y el consumo privado han sufrido fuertes decrecimientos.

Esos datos, entre otros muchos, parecen avalar la opinión de que Europa está en una de las peores coyunturas de su historia reciente, sobre todo si se reconoce que la economía de la UE retrocede al doble, según los expertos, de ritmo que los Estados Unidos. La cosa es tan grave que incluso un político de naturaleza "correcta", o sea, vacua como Javier Solana, ha tenido que reconocer que a la UE le "falta, sobre todo en tiempos de crisis, una política económica. Puesto que no la tenemos, sí se puede avanzar hacia un consenso que permita hacer frente a las adversas circunstancias". O sea, ahora, los dirigentes políticos de la Comisión venderán por todas partes una "Europa más coordinada". Eso es tanto como vender humo. Nada.

Si a todo ello se le suma que, según el mismo dirigente español, Europa no es sólo la UE sino también todos los "Estados miembros y las instituciones, cada uno con sus respectivas competencias y capacidades", entonces preparémonos para lo peor. Este tipo de opinión trata, obviamente, de escurrir el bulto, es decir, su responsabilidad, así como la del resto de dirigentes de la UE, en la funesta política de la Comisión y otras instituciones. Esta gente pensaba que era suficiente con la unión monetaria, pero la crisis económica es tan dura que también el euro corre peligro.

En fin, la cosa está para salir huyendo; pero si, además, nos insisten, como han hecho algunos políticos y medios de comunicación, con la cantinela de que el 70% de lo que nos afecta a los españoles se decide en las instituciones de la Unión Europea, entonces es como para mandarlos a todos "a tomar por saco". Eso es exactamente lo que han hecho la mayoría de los españoles y el resto de europeos con un poco de decencia, mandar a los grandes partidos a hacer sus deberes. ¿Conseguirá el nuevo Parlamento Europeo salido de estas elecciones un poco de la legitimidad democrática en el desarrollo de sus tareas? Lo dudo.

Libertad digital - Opinión

EL DIA DESPUES. Por Félix Madero

DESPUÉS de tantas dudas hice caso a Ignacio Camacho, y tras leer en ABC que había que votar «por una cierta lealtad con nuestra propia conciencia» me fui al colegio electoral. Con pocas ganas, pero fui, consciente de lo poco que contamos para los dos grandes partidos. Estoy hablando de quienes ponemos nuestros pies en el suelo de la duda, ese estado vaporoso que nos aleja de las evidencias. Los tibios somos una masa sospechosa para los partidos convencionales, y sin embargo es ahí donde se fabrican los cambios del poder. Nos hacen poco caso, pero Zapatero y Rajoy saben que cada día ese espacio crece. Saben -otra cosa es que les importe- que es ahí donde reside buena parte de su futuro.

Si lo que aumentan son los votantes que han hecho de la duda oficio de elector; si lo que sube rabiosamente es una abstención que en su mayoría es crítica y leída; si aparecen nuevos partidos que apuntan maneras... ¿no deberíamos esforzarnos por adivinar hacia dónde vamos? Ya sé que nuestra clase dirigente trabaja con las normas de internet, quiero decir que el futuro les tiene sin cuidado. Importan hoy y las próximas elecciones. Pero algo está naciendo que no sé definir ni explicar, algo que se construye en la contrariedad y la desafección.

Los periodistas tenemos la responsabilidad de demandar una salida. Deberíamos impedir la mentira. O, mejor dicho, negándonos a dar apariencia de dignidad al enredo y la manipulación. Hemos caído en la red que Zapatero nos lanzó, hemos perdido el tiempo con el Falcon mientras el presidente metía el pico de la muleta y el respetable aplaudía la faena. Hemos consentido en llamar debate a una fabulación miserable y barriobajera. Los enviados especiales que han seguido a los líderes en sus caravanas apenas han podido darles los buenos días, o sea, que no ha habido preguntas, ni contactos, ni intercambio de pareceres. Y, por si fuera poco, las imágenes que vemos en la tele son las que los partidos seleccionan. Me cuesta mucho hablar de periodismo en estas circunstancias. El día en que tengamos el valor de decirles con vuestro pan os lo comáis, empezaremos a sentir un cierto alivio profesional. El día en que no vayamos a las ruedas de prensa sin preguntas, el día en que dejemos de informar de un acto si nuestros cámaras no entran. Ese día nos llamaremos lo que decimos que somos: periodistas. Ese día, estos que ayer no pidieron el voto parecerán lo que son: poquita cosa, políticos de otro tiempo. Del siglo pasado, como poco.

ABC - Opinión

UN RESULTADO QUE CONSOLIDA A RAJOY SIN AHOGAR A ZAPATERO

Rajoy salió ayer fortalecido de las urnas. Su ventaja, cifrada en 580.000 votos le otorga dos escaños de diferencia con el partido de Zapatero, que empieza a pagar su gestión de la crisis.

MARIANO RAJOY salió ayer fortalecido como líder del PP tras el triunfo de su partido en las elecciones europeas, con algo más del 42% de los votos, casi cuatro puntos más que el PSOE. En términos absolutos, la formación de Rajoy superó en 580.000 votos al partido de Zapatero, castigado por la mala gestión de la crisis económica, lo que se traduce en una ventaja de dos escaños.

El PP no logra, sin embargo, reeditar su gran victoria de las europeas de 1994 cuando Aznar derrotó por casi 10 puntos a Felipe González, lo que le llevó en volandas dos años después al apurado triunfo de 1996.


La situación no es ahora la misma porque el PSOE obtuvo ayer un 38,5% de apoyo electoral, que demuestra que, aun en los peores momentos, Zapatero mantiene una considerable fidelidad de su electorado. Aun así, el PSOE cosecha un retroceso de casi cinco puntos respecto a las elecciones generales del año pasado. Pero Zapatero puede darse por satisfecho con estos resultados, que son mucho mejores que los obtenidos por los partidos socialistas de Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania.

Zapatero ha perdido pero ha conseguido salvar esta cita electoral que para él llegaba en el peor momento. Tiene casi tres años por delante hasta las próximas elecciones generales y, lo que es mejor para él, dispone del apoyo suficiente en el Congreso para seguir gobernando, lo que no le sucedía a Felipe González en 1994 cuando -con diez escaños menos que hoy- dependía de Jordi Pujol.

Si Mariano Rajoy no va a tener oportunidad de dar la vuelta a la relación de fuerzas en el Parlamento, sí ha acabado con la imbatibilidad de Zapatero, que podía presumir hasta ahora de haber derrotado siempre al líder del PP. Rajoy le ha ganado esta vez y ello demuestra que podría ganarle también dentro de tres años, aunque la alta abstención no permite extrapolar lo sucedido ayer. En cualquier caso, Rajoy se ha volcado en la campaña y ahora merece saborear su triunfo.

De forma muy significativa, el PP ha obtenido excelentes resultados en Madrid y Valencia, comunidades en las que literalmente ha vuelto a barrer al PSOE. La desmesura de las campañas contra Esperanza Aguirre por el caso del espionaje y contra Francisco Camps por el asunto de los trajes ha pasado factura al PSOE, que sigue perdiendo terreno en estas comunidades.

El resultado de los comicios de ayer queda, en cualquier caso, muy condicionado por la alta abstención, ya que sólo el 46% de los ciudadanos acudió a votar, cifra muy parecida a la de hace cinco años, aunque la participación fue mayor de lo que predecían las encuestas.

La Coalición por Europa, formada por CiU y PNV, logra dos escaños, al igual que IU, mientras que la lista proetarra encabezada por Alfonso Sastre se queda sin entrar en el Parlamento Europeo, lo que constituye una excelente noticia para todos los demócratas.

UPyD consigue entrar en la Cámara de Estrasburgo con casi 450.000 votos en todo el territorio, lo que no está nada mal aunque el partido de Rosa Díez ha perdido la ocasión de convertirse en la tercera fuerza política nacional.

Estas elecciones europeas no van a producir ningún vuelco político, pero nadie sabe en estos momentos el alcance y la duración de la crisis, que, según los organismos internacionales, podría alargarse hasta finales del año que viene. En este contexto, lo lógico sería que hubiera grandes acuerdos entre el Gobierno y la oposición para acelerar la recuperación y devolver la confianza a los ciudadanos. El resultado de ayer sin duda los propicia.

El Mundo - Editorial

CON ESTOS BUEYES HAY QUE ARAR. Por Emilio Campmany

Europeas

«En 2012 Rajoy volverá a perder. Cuando eso ocurra, los que hoy le han sacado las castañas del fuego al gallego y han decidido que con estos bueyes hay que arar, quizá se arrepientan de lo que han hecho.»

El Partido Popular ha ganado las elecciones europeas con el suficiente margen como para que Rajoy consolide su liderazgo hasta las próximas elecciones generales. Estas europeas eran la última oportunidad que tenían los electores de la derecha española para cambiar al cabeza de lista en 2012. Han preferido malo conocido que bueno por conocer.


Pase lo que pase en las elecciones catalanas y en las municipales y autonómicas de 2011, Rajoy será el candidato del Partido Popular en 2012. Aunque las perdiera, ese año parece una fecha demasiado tardía para que pueda plantearse con seriedad una sucesión encabezada por alguien de la vieja guardia, sea Aznar, Aguirre o Rato. Gallardón, al ser más joven, podría aspirar a algo, pero tiene a todo el partido en contra y será difícil que pueda desprenderse del rancio aroma que empieza a despedir toda la generación de Aznar, aunque él sea su representante más joven.

Quiere esto decir que lo que ocurra en 2012 señalará quiénes dirigirán el PP durante los quince o veinte años siguientes. Si Rajoy vence entonces, lo harán la docena y media de jóvenes que hoy le rodean como pretorianos, ya duchos en hablar y no decir nada, expertos en eludir cualquier compromiso ideológico. Si, por el contrario, Rajoy pierde por tercera vez, el relevo tendrán que protagonizarlo los hombres y mujeres de esa misma generación, pero serán los que hoy, por tener ideas firmes y gustarles las palabras claras, viven apartados de las moquetas.

Hoy, al elector del PP hay que leerle el refranero y decirle que a lo hecho, pecho. Tendrá que apoyar a Rajoy y su nada ilusionante proyecto de tufo arriolesco consistente en no asomar demasiado la cabeza, no concretar ninguna propuesta en casi nada y sentarse a al puerta de Génova, 13 a esperar a ver pasar el cadáver político de Zapatero. Mucho tendrán que rezar para que, con esta débil estrategia, el equipo del PP que hoy ha visto consolidado su control del partido, sea capaz de ganar en 2012. Y conseguido esto, con más devoción tendrán que hacerlo para conseguir que se atrevan a enfrentar la crisis nacional con sus ideas y no con las de los otros.

No obstante, me temo que, cuando llegue 2012, si el PP sigue apostando por la estrategia de perfil bajo deslumbrados por el espejismo que ha significado el éxito obtenido en estas europeas, Rajoy perderá por tercera vez. Esta estrategia se ha demostrado eficaz cuando Zapatero no logra, porque no ha querido o porque no ha podido, que es lo de menos, movilizar a su favor a los que hoy han votado a IU o a los que han optado por una de las muchas opciones nacionalistas radicales que se han presentado a las elecciones. Pero, será letal cuando, en unas generales, la panzerdivisionen mediática del PSOE se ponga en marcha con el objeto de movilizar a esos electores. Entonces, esta estrategia de no hablar de esto, no opinar de aquello y no comprometerse a nada no servirá y Rajoy volverá a perder. Cuando eso ocurra, los que hoy le han sacado las castañas del fuego al gallego y han decidido que con estos bueyes hay que arar, quizá se arrepientan de lo que han hecho. Pero entonces, será demasiado tarde.

Libertad Digital - Opinión

MOCION DE CENSURA. Por Ignacio Camacho

COMO la rosa de Gertrude Stein, una rosa es una rosa, una derrota es una derrota. Y la rosa de Zapatero salió derrotada ayer por tres razones esenciales. La primera, obviamente, porque ha sacado menos votos y menos escaños que el PP. La segunda porque no ha logrado movilizar el instinto del miedo a la derecha. Y la tercera, y principal, porque hace apenas quince meses había ganado las generales y ahora, en menos de un trimestre, desde el batacazo gallego, ha perdido dos elecciones consecutivas. Si eso no es un cambio de tendencia, se le parece bastante. Y sobre todo, se parece bastante a una moción de censura popular. Popular del pueblo.

La llamada tribal del PSOE, su invocación de los fantasmas ideológicos, su demonización caricaturesca de la derecha, su agitación trincheriza del divisionismo civil, no ha funcionado esta vez, y eso es una buena noticia para la democracia. La abstención, que en teoría supone un fracaso democrático, tiene en ocasiones como ésta mucho que ver con el tono ramplón, zafio, primario, de una campaña-basura desnuda de argumentos y de ideas, deshabitada de esperanzas intelectuales y morales, en la que los socialistas han liderado la carrera de la banalidad, del consignismo, de la simplificación y hasta de la chabacanería.

Pero no les ha salido bien. No esta vez. El Gobierno puede lamerse las heridas pensando en sus malas expectativas, en los cuatro millones de parados, en la quiebra socioeconómica, y hasta en los tres años que restan de mandato; puede conformarse con el revés como un mal menor; puede interpretar la diferencia con cicatería aritmética; puede considerar natural el voto de castigo y sugestionarse con la idea de que no se produciría con el poder en juego; puede refugiarse en la diferencia de escaños soslayando la de votos; puede achicar o minimizar la euforia del PP sugiriendo que las circunstancias propiciaban un descalabro mayor que la oposición no ha logrado infligirle. Pero Zapatero lleva dos derrotas seguidas, ha visto invertirse en su contra la ventaja porcentual que obtuvo en 2008 y ha surgido en torno a su gestión un estado de opinión adversa incuestionable. Si Rajoy sabe gestionarlo, aunque sea a su estilo dificultoso, lento y cansino, puede abrir a partir de ahí una brecha sociológica que cuaje en una mayoría de alternancia. Aznar demostró que no hay derrotas dulces ni triunfos amargos... cuando se tiene confianza en las propias posibilidades. El problema del PP es exactamente ése: creérselo. Dejar de ponerse zancadillas a sí mismo, olvidar el pesimismo cainita con que tiende a autoexaminarse. Aprender a parafrasear con convicción el poema de la rosa de Gertrude Stein: una victoria es una victoria es una victoria es una victoria. Y dos victorias sucesivas pueden ser un cambio de ciclo.

ABC - Opinión

EL PRINCIPIO DEL FIN. Por José García Domínguez

Europeas.

«Lo primero que cabe hacer es felicitarse por la nueva lección de madurez cívica que han dado los ciudadanos del continente volviendo a abstenerse en masa, como suelen; negándose a legitimar una grotesca caricatura de la democracia liberal.»

Bien mirado, si a algo recuerda ese sarcasmo que llaman Parlamento Europeo es a aquel grupo de procuradores en Cortes por el tercio familiar que daba la nota de color –azul, claro– en el máximo órgano decorativo del régimen. De hecho, el abrevadero de adhesiones incondicionales que presidió Torcuato Fernández Miranda se parecía bastante más a una auténtica cámara legislativa que ese pretencioso, carísimo e inane teatrillo de Bruselas.


Así, a la solemne nada que los europeos acabamos de avalar con nuestra indiferencia, de entrada, le hurtaron la iniciativa legislativa. Y es que se trata del único "parlamento" del mundo que nació castrado, amputándosele la facultad para promover nuevas leyes (de eso se encarga la Comisión, o sea, el Ejecutivo). Por lo demás, en la redacción de las directivas que le indica la Comisión, su papel se limita a ratificar lo que manden los países miembros a través del Consejo. Y tampoco nada pinta a la hora de elegir el Gobierno, suprema prerrogativa que asimismo retienen los Estados nacionales.

En cuanto a la célebre política agraria común (nada menos que el 40 por ciento del Presupuesto), su opinión, huelga decirlo, resulta irrelevante; simplemente, no importa. Como tampoco cuenta en la fijación de la política comercial, asunto sobre el ni siquiera se requiere escuchar su voz. E igual sucede, por cierto, con la política exterior, otra materia que le está expresamente vedada. En fin, de la elaboración del Presupuesto comunitario, naturalmente, el Parlamento igual resulta excluido, pues ese cometido se lo reserva la Comisión, es decir, otra vez los Gobiernos nacionales. Las competencias efectivas del cementerio de elefantes más oneroso del planeta, pues, se aproximan más a las de una junta de delegados de curso que a cualquier otra institución conocida.

Así las cosas, lo primero que cabe hacer es felicitarse por la nueva lección de madurez cívica que han dado los ciudadanos del continente volviendo a abstenerse en masa, como suelen. Negándose a legitimar una grotesca caricatura de la democracia liberal, han demostrado ser mucho menos necios de lo que los suponen sus dirigentes. La segunda conclusión global es que no cabe una segunda conclusión global: dentro de cada país, los contados electores han premiado o castigado a los gobiernos locales en base a premisas exclusivamente domésticas.

La tercera, ya española, pasa por certificar que en el PP existen candidatos nacionales capaces de ganarle al PSOE unas elecciones; candidatos tan excéntricos, por cierto, en relación a la retórica canónica de Génova que hasta parecen de derechas; candidatos que recuerdan con voz alta y clara la profunda crisis nacional que sufre España, algo que va mucho más allá de ladrillos y burbujas; candidatos que apelan sin complejos ni ambigüedades al derecho inalienable de los padres a elegir la lengua oficial en que deben ser educados sus hijos; candidatos que no se arrugan ante la progresía al tratar de los valores morales en su discurso; candidatos que triunfan sin necesidad de mendigar el aplauso de Prisa, ni una palmadita en la espalda de La Vanguardia.

Libertad Digital - Opinión

VICTORIA SIN PALIATIVOS DEL PP

CUALQUIERA que sea el enfoque que se tome para valorar el resultado de las elecciones europeas celebradas ayer, la única conclusión política indudable es que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha sufrido una derrota clara y sin paliativos a manos del Partido Popular, proporcional al éxito de Mariano Rajoy. Una diferencia de tres puntos y medio, de más de medio millón de votos y de dos escaños es suficientemente expresiva de que los ciudadanos han retirado su confianza al presidente del Gobierno al año de iniciar su segundo mandato. La presentación de los resultados por parte de la secretaria de Organización del PSOE como un mero percance coyuntural o como aceptables a la vista de las encuestas previas fue una impostura, cercana a lo ridículo, para ocultar la realidad de un fracaso electoral en toda regla, fracaso que es consecuencia de una suma de errores de estrategia y de decisiones de gobierno que han sumido a los socialistas en el descrédito ante su propio electorado. En estas elecciones sólo hay un ganador, que es el PP.

La participación ha sido similar a la de 2004, por lo que no sirve el argumento de la desmovilización. Tampoco la crisis económica, porque el gobierno de Rodríguez Zapatero es el Ejecutivo europeo peor parado electoralmente, después del laborista británico. Lo que le ha sucedido al PSOE es que una buena parte de sus votantes ha decidido castigarlo y otra parte de votantes ajenos, habitualmente receptivos al voto útil, han hecho caso omiso al voto del miedo y a los señuelos de políticas radicales, como la ampliación del aborto. La derrota del PSOE es la derrota de la obstinación socialista por convertir sistemáticamente todo proceso electoral en una demonización de la derecha democrática española. Sus vídeos maniqueos contra el PP, el abuso de la imagen del presidente Obama, la rancia contraposición de clases y el complejo de superioridad de la izquierda han saturado a la opinión pública, mucho más atenta de lo que el PSOE esperaba y deseaba al estado de la crisis económica y al balance negativo de la gestión de Rodríguez Zapatero. No ha habido más abstención que en 2004, por lo que la voluntad del elector ha sido ir a votar para castigar al PSOE y para confirmar al PP y a Mariano Rajoy como alternativas de gobierno.

Los socialistas han cosechado un revés que les debería obligar a replantearse no sólo el rumbo de su estrategia, sino también la continuidad de algunos de sus cargos directivos, claramente desbordados por la dimensión de las responsabilidades que han asumido. La campaña electoral socialista ha estado plagada de errores, de mensajes crispados, de declaraciones torpes, de ideas débiles. Por el contrario, Jaime Mayor Oreja ha sido percibido claramente como un candidato mucho más sólido y convincente que Juan Fernando López Aguilar. El éxito electoral del PP se debe en gran medida a la sinceridad con que Mayor Oreja ha defendido sus planteamientos frente a continuas descalificaciones personales que lo tachaban de reaccionario o extremista, toda una lección para quienes creen que las opciones del PP exigen ocultar parte de sus valores ideológicos conservadores. La cohesión del electorado del PP es una garantía para este partido de cara al futuro, como lo ha demostrado con sus excelentes porcentajes en las comunidades de Madrid y Valencia, objetivos preferentes del PSOE y donde los socialistas han vuelto a quedar anulados por su incapacidad como oposición a Esperanza Aguirre y Francisco Camps.

Por eso, y por más que el PSOE pretenda normalizar esta derrota, incluso exhibiendo la credencial de ser el partido socialista más votado de Europa, el aviso de los electores es evidente. El Ejecutivo no inspira confianza para remontar la crisis económica, a diferencia de la mayoría de los gobiernos europeos, que han ganado sus respectivas elecciones. Tampoco cosecha votos de sus aliados de extrema izquierda y nacionalistas, que han optado por sus propias candidaturas. Ahora, el problema de Rodríguez Zapatero no es disfrazar su derrota, sino explicar qué va a hacer hasta el final de su mandato, si llega a terminarlo. Al presidente del Gobierno no le van a bastar más improvisaciones ni ocurrencias para soslayar su precariedad política, frente a la consolidación, ya incuestionable, de Mariano Rajoy, quien contra muchos pronósticos ha rematado con la victoria de ayer el proceso político interno que abrió en el Congreso de Valencia, tras los hitos de la recuperación del gobierno gallego y del éxito estratégico alcanzado en el País Vasco.

ABC - Editorial

TODO SEGUIRA IGUAL


Que Rajoy se atribuya la victoria es algo bastante discutible, no sólo por el estrecho margen sobre el PSOE, sino porque el candidato a las europeas no era él ni nadie de su entorno más próximo, sino un miembro de la "vieja guardia" como Jaime Mayor Oreja.

Si ha habido dos grandes tendencias en estas elecciones europeas han sido, por un lado, que los electores han castigado a sus gobiernos y, por otro, que el grupo socialista se ha hundido. En Alemania, ha preponderado la primera de esas tendencias –el partido de Angela Merkel ha perdido siete eurodiputados–, en Francia la segunda –los socialistas han perdido 17 eurodiputados– y en Reino Unido, con un mayúsculo descalabro de Brown, ambas.


ESCRIBE
En España, sin embargo, ninguna de esas dos tendencias se ha impuesto. El partido en el Gobierno, que a la sazón es socialista, no ha salido derrotado en las elecciones con la claridad y contundencia que exigían los peores indicadores económicos de Europa (la cifra de cuatro millones de parados no necesita de más explicaciones). Apenas ha perdido tres eurodiputados con respecto a 2004. Una nimiedad que se diluye en unas cifras de abstención de más del 50% del electorado. Sería un enorme error creer que estos resultados son de alguna manera extrapolables a los de unas generales donde, para empezar, suelen acudir a las urnas unos siete millones de personales más y donde, como lo atestigua la historia de España, la izquierda no duda en perdonar todos los disparates cometidos por su partido con tal de que no gobierne la derecha.

Sin embargo, y como cabía esperar, Mariano Rajoy no ha vacilado a la hora de atribuirse personalmente el raquítico éxito electoral y de considerar que de este modo se refrenda la errática estrategia del partido adoptada en el Congreso de Valencia. Rajoy ha pretendido transformar tras los resultados estas europeas en las primarias que se niega a realizar dentro de su partido y ha zanjado cualquier polémica sobre su liderazgo, ideología y estilo de oposición.

Algo bastante discutible –aunque en todo caso inevitable– no sólo por la escasa trascendencia del estrecho margen de la victoria en un contexto de bajísima participación, sino porque, por más que parezca olvidarlo el gallego, el candidato a las europeas no era él ni nadie de su entorno más próximo, sino un miembro de la "vieja guardia" como Jaime Mayor Oreja.

El candidato popular a las europeas no ha renegado de su pasado durante la campaña electoral, ni siquiera ha intentado ocultarlo para evitar que la gente lo asociara con Aznar. Más bien al contrario, Jaime Mayor ha reivindicado en todo momento y de manera constante la herencia de los gobiernos de su partido. Ahí queda para el recuerdo la foto del primer Gabinete popular como acto de apoyo a su entonces ministro del Interior. Mayor Oreja ha defendido sin complejos la unidad de España, la libertad lingüística, la necesidad de combatir políticamente al nacionalismo y su rechazo radical a la nueva ley del aborto; temas cuyo debate, salvo excepciones puntuales, la nueva dirección del PP ha optado por eludir o librar con un perfil bajo.

Tanto representaba Mayor Oreja al PP de Aznar que los socialistas basaron toda su campaña –ya fueran carteles electorales, mítines o debates televisivos– en recordarle que formaba parte del "pasado". Por lo visto, el único que no se ha dado cuenta –o no se ha querido dar cuenta– de esta importante circunstancia ha sido el actual líder de los populares.

El problema es que si Rajoy se atribuye las europeas como un éxito personal y de su estrategia política –en lugar de considerarlo como expresión muy debilitada de una tendencia generalizada en Europa– no sentirá la necesidad de cambiar nada dentro del PP. Y si nada cambia dentro del PP, nada cambiará en el Gobierno de España dentro de tres años. Los socialistas lo saben y no parecen muy disgustados por el resultado de los comicios: saborean una dulce victoria de Rajoy que bien podría convertirse en 2012 en su tercera amarga derrota.

Libertad Digital - Editorial

UN SERIO AVISO

Con una participación tan baja como en 2004, el PSOE recibe un castigo por la crisis económica.

Con una participación por debajo del 50%, nadie puede cantar victoria ni, mucho menos, considerar los resultados de ayer un adelanto de futuros triunfos o derrotas en elecciones nacionales, en las que la abstención es siempre mucho menor. Con todo, se ha verificado el principio de que las europeas son una ocasión para castigar al partido del Gobierno: el PP ha obtenido 2 escaños y 3,75 puntos más que el PSOE, lo que apuntala a Rajoy como aspirante y constituye una seria advertencia para Zapatero.


Ese desenlace guarda relación con la irritación que los efectos de la crisis, especialmente el paro, provocan en la población y que se manifiesta tanto en el voto a otras candidaturas como en la abstención. Es significativo que la participación fuera sensiblemente más alta en los caladeros principales de voto del PP, con la Comunidad Valenciana y Madrid a la cabeza.

El electorado conservador tenía más incentivos para movilizarse que el de centro-izquierda. Era una ocasión para adelantar a Zapatero en unas elecciones celebradas simultáneamente en toda España. Ello, unido a la debilidad parlamentaria del Gobierno, alimentaba los cálculos de los estrategas de Génova sobre la posibilidad de forzar el fin de la legislatura. Del "váyase señor González" del periodo 1993-1996 al "kataklok" con que ilustró Rajoy al final de esta campaña su estrategia de ganar por derrumbamiento del rival, la política española lleva años moviéndose en ese terreno de imaginar el cambio de mayoría ligado al hundimiento del Gobierno, bien por escándalos, bien por abandono de los aliados.

Curiosamente, la campaña ha revelado que esa mentalidad está vigente también en el interior del PP: más que por ganar un congreso, los críticos con Rajoy esperaban poder sustituirle explotando su eventual estrellamiento en las elecciones de ayer. Cálculos en este caso algo contradictorios, porque una derrota del PP en las europeas lo habría sido a la vez del candidato Mayor Oreja, uno de los símbolos de la vuelta al aznarismo que preconizan esos críticos.

El electorado potencial del PSOE estaba menos movilizado (menos dispuesto a repetir el voto) según adelantaban los sondeos. Cuando no se juega el signo del Gobierno y sólo indirectamente los asuntos que diferencian a la derecha de la izquierda (pensiones, seguro de paro, despidos), disminuye el incentivo de ese electorado para acudir a votar. Para contrarrestar ese efecto, los socialistas han dramatizado la campaña exagerando el peligro para la democracia y el Estado del bienestar de una victoria de la derecha, de nuevo presentada como la más extremista de la UE.

La intensidad de la campaña, y el hecho de que haya estado centrada en temas de política interior, con especial incidencia en la denuncia de la corrupción, no ha conseguido reducir la abstención, con lo que ésta no puede atribuirse simplemente a desinterés por los temas europeos: seguramente ha influido el hartazgo que esa bronca permanente produce en sectores no incondicionales de los electorados respectivos; y perjudica proporcionalmente más al PSOE como parte menos movilizada por la expectativa del cambio.

Se trata de estrategia, pero también de inercia: Zapatero se encuentra más a gusto en ese discurso, y lo saca cada vez que los sondeos le son desfavorables. Con el agravante de que esa confusión favorece a la extrema derecha real, populista, xenófoba y antieuropeísta que asoma en varios países al calor de los efectos de la crisis. Lo cual no justifica la cínica pretensión por parte de la plana mayor del PP durante la campaña de absolver a sus dirigentes imputados en casos de corrupción con el argumento de que no afectaban a sus expectativas de voto.

El País - Editorial

EUROIZQUIERDA: DESCALABRO

El dato más relevante de los comicios europeos concluidos ayer es la grave crisis que atraviesa la izquierda europea. En los países más importantes que gobierna fue derrotada, como es el caso de España o Portugal, vapuleada, como en Austria, o simplemente humillada, como el Reino Unido o Hungría. Y en aquellos en que está en la oposición -Italia o Francia- o aspira a ser alternativa -Alemania- su derrota también fue apabullante. Pero lo más preocupante para la democracia europea es ver cómo la debilidad de la izquierda europea está reforzando a partidos extremistas, xenófobos o antieuropeos, casos que hemos visto en estos comicios en países como Holanda, el Reino Unido o Austria, por mencionar sólo algunos. El Partido Popular Europeo sale reforzado de esta elección y se convierte en la gran formación europeísta de referencia: con sus actuales integrantes sumaría más de 300 escaños sobre los 736 totales. En sus manos está la tarea de frenar el auge del euroescepticismo.

ABC - Editorial

Electric Light Orchestra - Confusion

RESULTADOS ELECCIONES EUROPEAS