viernes, 4 de diciembre de 2009

Y de los puestos de trabajo, ¿qué?. Por José María Carrascal

SI usted sale a la calle y pregunta cuál es el primer problema de España, la contestación será, no importa dónde se encuentre o a quién pregunta, el paro. Los que están sin empleo, por haberlo perdido. Los que lo conservan, por temer perderlo. No existe preocupación mayor que ésta. Sin embargo, la creación de empleo figura al final del plan presentado por el gobierno para salir de la crisis, cuya plena puesta en marcha se deja para el 2020. ¡Cuán largo me lo fiáis!, podrían decir los parados. Y el resto de los españoles, pues resulta evidente que esa Ley de la Economía Sostenible carece de soluciones para el paro, no ya a corto, sino a medio plazo. Sin embargo, el presidente, con una sangre fría que desborda la cara dura para entrar en el cinismo, se atreve a decir que «el final de la recesión está próximo» y a anunciar que empezará a crearse empleo a finales del año que viene, como hace un año nos anunció que empezaría a finales de éste. Cuando las estimaciones más optimistas lo sitúan a finales de 2011, más probable para 2012 ó incluso para 2013. Con un número de parados que sobrepase holgadamente los 20 millones.

Siendo eso grave, no es lo peor. Lo peor es que ni esta crisis económica es como las anteriores, ni tampoco lo será la recuperación. Cuando el tsunami haya pasado y las aguas se estabilicen, el nivel de empleo que se alcance no será igual al anterior. Muchas empresas se habrán ido al garete, y con ellas, sus puestos de trabajo, desaparecidos para siempre. ¿Qué empresas serán ésas? Las que no tengan la tecnología, la productividad, el dinamismo y la experiencia necesarias para sobrevivir en el mercado global de nuestros días. Que son muchas de las españolas, lastradas por la triple normativa estatal, autonómica y municipal, condenadas a depender de la tecnología extranjera al invertirse poquísimo en investigación y frenadas por un insano mercado laboral, que da todas las ventajas a los que tienen un contrato indefinido y castiga al paro forzado a quienes no lo tienen.

La Ley de Economía Sostenible no aborda ninguno de esos capítulos, como no los abordaron ninguna de las medidas tomadas hasta ahora por el gobierno Zapatero. Pero al menos, las anteriores suponían alguna ventajilla para los más débiles: prolongación del subsidio de paro, 400 euros por aquí, 600, por allá. Pero esta ley es puro escaparate, un globo, unas bambalinas, como han dicho los portavoces de los distintos partidos, aunque al final, algunos de ellos, los vascos, los canarios, le darán su voto, eso sí, haciéndoselo pagar muy bien. O sea que, encima de no servir para nada, esta ley nos saldrá muy cara. Pero esto es el gobierno de Zapatero: caro, vacío e inútil. ¿Qué hemos hecho para merecer esto? Pues algo muy sencillo: elegirlo. Así que no nos quejemos.


ABC - Opinión

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