martes, 8 de diciembre de 2009

Rabat amenaza a Madrid por el 'caso Haidar'

Tensión entre España y Marruecos.

El líder del 'partido de Mohamed VI' amaga con suspender la ayuda contra la droga y el terrorismo.

"Queremos enviar un mensaje contundente a España [...]: España debe elegir entre convivir con un Marruecos que demuestra su capacidad de controlar todo lo que sucede en su territorio y luchar contra las plagas que le han afectado o convivir con una región con peligros que pueden tener consecuencias sobre su porvenir y el de Europa".

Son frases intimidatorias, recogidas por la agencia de prensa oficial marroquí (MAP), que recuerdan a la crisis del islote de Perejil en 2002, sólo que, por ahora, no las ha pronunciado ningún miembro del Gobierno de Marruecos. La advertencia ha salido de la boca de uno de los hombres más poderosos del país: Fouad Alí el Himma. Fue viceministro de Interior y ahora es el verdadero líder del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), que al año de haber sido creado ya ganó, en junio pasado, las elecciones municipales y es visto por muchos notables como "el partido del rey".

Himma es, sobre todo, el inseparable amigo del rey Mohamed VI: estudiaron juntos en el colegio real antes de ser nombrado director de gabinete del monarca. Sus palabras reflejan con frecuencia lo que se piensa en palacio.

El íntimo del soberano se presentó el sábado por la tarde en El Aaiún, capital del Sáhara, de donde el 14 de noviembre fue expulsada la activista saharaui Aminetu Haidar, que lleva 22 días en huelga de hambre en Lanzarote para poder regresar. Himma acudió a El Aaiún con el líder teórico del PAM, Cheikh Biadillah. Allí se reunieron con parlamentarios elegidos por el Sáhara, que han fundado una asociación de defensa de la "marroquinidad" de la ex colonia española.

Himma hizo de poli malo y recordó "cómo Marruecos combate todas esas plagas que acechan a España, como la emigración clandestina, el tráfico de droga, el extremismo y el terrorismo". Sus palabras son interpretadas como una amenaza velada de suspender la colaboración en esos ámbitos. Biadillah, que regresaba de un viaje a Madrid, hizo de poli bueno. Aseguró que los responsables españoles con los que se entrevistó "saben distinguir entre el caso aislado de Haidar y unas relaciones hispano-marroquíes con bases sólidas e intereses compartidos".

Por eso, probablemente, España no va a adoptar medidas de presión. "No habrá escalada con Marruecos", declaró ayer con contundencia el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, preguntado por la respuesta del Gobierno ante la negativa de las autoridades marroquíes a permitir el regreso de Haidar.

"Marruecos no está a 5.000 kilómetros, sino a 14, y ninguno de los dos países podemos permitirnos un deterioro de nuestra relación", subrayaron fuentes de La Moncloa. No habrá, por tanto, llamada a consultas del embajador español en Rabat ni se tomarán decisiones que puedan elevar la tensión.

"Hay quien trata de utilizar este asunto para arrastrarnos a una crisis con Marruecos que no hemos buscado, pero no van a conseguir su objetivo", señalaron las mismas fuentes. Aluden, aunque no los citan expresamente, a Argelia y al Frente Polisario. El marroquí Biadillah ha repetido en Madrid hasta la saciedad que la protesta de Haidar forma parte de un "plan diabólico" ideado contra Marruecos por sus dos enemigos. Y España cree que, si Argelia y el Polisario no son los responsables, tampoco son totalmente ajenos.

Por eso, el Gobierno va a hacer gestiones ante ambos. Empezará hoy mismo por el delegado del Polisario en Madrid, Emhamed Khadad, convocado por Ángel Lossada, número dos de la diplomacia española. En el PSOE acusan ya abiertamente al Polisario de haber echado leña al fuego de un conflicto que pone en aprietos al Gobierno, y recuerdan que éste brinda una generosa ayuda a los refugiados saharauis de los campamentos de Tinduf, en el suroeste de Argelia.

Con Argel, reconocen las mismas fuentes, la tarea es más difícil, porque la relación con España atraviesa un mal momento a causa de la inmigración clandestina procedente de sus costas y las disputas comerciales con empresas de hidrocarburos españolas. Su ayuda es además necesaria para rescatar a los tres cooperantes españoles secuestrados hace ocho días en Mauritania.

España ya no espera nada de Marruecos después de su doble negativa a permitir el aterrizaje en El Aaiún del avión que debía repatriar a Haidar. Las gestiones con Rabat ya no serán bilaterales, sino que se harán en foros multilaterales.

España pidió ayuda la semana pasada al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y ahora lo hará con la UE. Hoy se celebra en Bruselas el consejo de asociación con Marruecos, que debe llenar de contenido el estatuto privilegiado que Europa ha concedido a ese país. Moratinos, sin embargo, no asistirá a la reunión.

Para el Ejecutivo no hay crisis con Rabat. José Luis Rodríguez Zapatero reconoció ayer -a su llegada a los actos de conmemoración del 31º aniversario de la Constitución- que, pese a su deseo de mantener buenas relaciones con "los países vecinos", incluido Marruecos, "a veces, como es normal, surgen dificultades". "Pero debe prevalecer el interés general", recalcó.

En un reconocimiento implícito del fracaso de las gestiones realizadas hasta ahora, agregó: "El Gobierno puede hacer todo lo que está a su alcance y, lógicamente, no puede hacer lo que no está a su alcance". Pese a ello, descartó pedir la implicación del Rey como ayer volvió a reclamar Gaspar Llamazares (IU). "Debemos situar las cosas en su dimensión", argumentó el presidente. Eso sí, aseguró que es "todo el Gobierno", y no sólo el Ministerio de Exteriores, el que efectúa gestiones; y desmintió al líder del PP, Mariano Rajoy, quien había dicho tener "la sensación de que [el Gobierno] ha arrojado la toalla" para resolver el caso Haidar. Rajoy instó al Ejecutivo a seguir la batalla diplomática, aunque apostilló -en alusión al frustrado vuelo del pasado viernes- que "sería deseable que terminasen los espectáculos, pues no son edificantes".


El País

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