Aunque la ministra de Defensa no pueda pasarle revista con esa cara tan seria que pone. Pero nos ahorraríamos una pasta, que bien nos vendrá para pagar los próximos rescates, ahora que los piratas han descubierto lo fácil y productivo que resulta asaltar barcos españoles. Hablando de la ministra: ¿por qué nos dijo que tenían perfectamente localizados a los tres tripulantes desembarcados, y que estaban bien, si resulta que no llegaron nunca a tierra? ¿Mentía o era producto del despiste que ha mostrado desde que llegó al Ministerio? ¿O las dos cosas al mismo tiempo, como ya es habitual en un gobierno en el que resulta difícil decir qué es mayor, la incompetencia, la descoordinación o la deshonestidad?
Aunque nunca han quedado tan de manifiesto como ahora, y miren que las ha hecho gordas: la negociación con ETA, con la bajada de pantalones ante De Juana y el «accidente» de Barajas; el nuevo Estatuto catalán, tres años atascado en el Constitucional, después del «Os daré lo que me pidáis»; la crisis económica, que no iba a afectar a España, y resulta que seremos los últimos en salir de ella. Pero esta vez han batido récords al desacreditar también al Ejército español, que ha interpretado el papel más triste de todos. Si de nuestros políticos se espera que mientan y de nuestros jueces, que obedezcan a los políticos, de los militares podía esperarse que no se prestaran a encubrir una farsa escrita de principio a fin por los piratas somalíes e interpretada por los españoles, tanto en mar como en tierra. Con el Gobierno, como siempre, a remolque de los acontecimientos, tomando medidas erróneas y mintiendo para ocultarlas. La vicepresidenta acusa al PP de «ponerse al lado de los piratas». Su gobierno viene haciendo algo más indigno: humillarse ante los terroristas de dentro y de fuera.
ABC - Opinión
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