lunes, 13 de julio de 2009

Rosa Díez parte su partido

Pasa que cada día se lee menos a los clásicos. De una manera general. Los políticos, en particular. Hombre, si Rosa Diez lo hubiera hecho, sabría que “cuando uno no tiene que decir algo que mejore lo ya dicho, o sabido, conviene callarse”.
José Luis Navas

Un montón de escritores de la vieja filosofía (ciencia del pensamiento en desuso esta temporada) lo han venido afirmando desde hace tiempo. Es más, nadie me lo ha dicho, pero estoy seguro que ese tipo de silencios activa la circulación de la sangre. ¡Ah! e impide la vergüenza ajena.


Pues va la señora Diez y, tras presidir un fabuloso corte de mangas a los disidentes de su Partido, o, si se prefiere, a los de la zona directiva del mismo, dice que Unión de Progreso y Democracia atraviesa una crisis de crecimiento. Ya está.

Es decir, para entendernos, algo parecido a lo que ocurre con los preadolescentes pecosos. Desde luego, conviene tener en cuenta que UPyD sigue una trayectoria similar a la ya conocida. O sea, en línea con la más antigua tradición española.

La sociología de esta despendolada patria (o algo así) mía y de mis calostros ancestrales, indica que aquí nunca se ha hecho nada a favor de alguien, sino en contra de algún espécimen, colectivo o semoviente que pasara por allí. Por eso, la Historia de España es tan entretenida y dinámica. Unión para el progreso y lo demás sufre, apenas nacido, lo de todo el mundo hispánico, derrame de mala leche.

Un semihistórico de la política, o lo que sea, Mikel Buesa da un portazo de despedida prematura e, inmediatamente, la autodenominada Unión se parte en ¿dos? No se, pero, en cualquier caso, se va al carajo.

Desde luego, el Consejo político siguió su orden del día, como si, en serio, hubiera orden entre el personal. Ya está. Una vez redactados los estatutos… Pero ¿no había estatutos? Pues tiene razón Rosa; el Partido, no, pero el señor Buesa, a titulo personal, si es posible que esté pasando por la crisis esa. Hombre, se ha dado mucha prisa, ¡No había ni estatutos! ¡joder!

Y la cosa es que los necesitamos. A los Partidos y a sus integrantes, quiero decir. Pero -¡ay que ver- algunas veces uno piensa que habría que renovar el ganado. Es que da la impresión de que se mete en política activa aquel no puede meterse en otra cosa.

dMinorias

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