martes, 14 de julio de 2009

¿Quién teme a la Esquerra feroz?. Por José García Domínguez

«Por nada arcanas razones de política nacional, Zapatero sigue empecinado en ocultar tanto a la opinión pública como a la publicada, que ha sido el PSC, y sólo el PSC, su interlocutor principal, si no el único.»

Uno, que de economía poco sabe y de hacienda pública todo lo ignora, sólo se atrevería a refutar una única cifra entre las demasiadas que giran en ese carrusel algebraico que ha puesto en marcha Elena Salgado a mayor gloria de la intendencia de las taifas. Y es que, como en el poema célebre, uno no sabe muchas cosas, es verdad, pero lo han dormido con todos los cuentos... y se sabe todos los cuentos.


De ahí que no esté dispuesto a comprar la moto de la Esquerra feroz. Ésa con la que pretenden convencerle de que los ridículos 297.000 votos de ERC habrían forzado, ellos solitos, la quiebra del principio de equidad financiera del Estado. No, ni hablar del peluquín. Por mucho que alardee de testosterona centrífuga Puigcercós, y por más golpes en el pecho que se propinen los machos alfa del ‘clan de la avellana’, los histriones de la Esquerra no le harán creer que han representado algo más que el papel simples figurantes en esa comedia de enredo.

Muy al contrario, el supremo muñidor del gran entuerto asimétrico no ha sido otro que Antoni Castells, uno de los contados supervivientes entre aquellos burgueses ilustrados y discretamente separatistas –en la intimidad– que fundaron el PSC. Es a ese letrista ocasional de Lluís Llach a quien deberemos agradecer los privilegios que tanto entusiasmo han despertando ya entre los socialistas de la España pobre. Así el sustituto del Bellotari –no recuerdo ahora su nombre–, que casi llora de alegría festejando la marea de dinero extra que habremos de disfrutar en Barcelona.
Sin embargo, y por nada arcanas razones de política nacional, Zapatero sigue empecinado en ocultar tanto a la opinión pública como a la publicada, que ha sido el PSC, y sólo el PSC, su interlocutor principal, si no el único. Igual en la maquinación del Estatut que en la comisión del nuevo reparto del botín fiscal. Ya ocurrió aquella noche de vino, rosas y cajetillas de Fortuna, en La Moncloa, cuando Artur Mas se llevó toda la gloria mediática del recién alumbrado engendro confederal. E igual vuelve a suceder ahora mismo, con los comparsas de la Esquerra chupando cámara a cuenta del esforzado Montilla. Sic transit...

Libertad Digital - Opinión

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