domingo, 19 de julio de 2009

Herejía en UPD

El partido de Rosa Díez vive su primera gran crisis interna tras los expedientes abiertos a 14 cargos y militantes y la marcha de Mikel Buesa.

Conviene que haya herejías. Sirven para espabilar a los creyentes. Les ayudan a conocer mejor las razones (...) los límites y sobre todo las posibles alternativas razonables de su compromiso”. El autor de estas palabras es el escritor Fernando Savater , miembro del partido Unión, Progreso y Democracia (UPD), que el pasado 9 de julio se descolgaba con frases como estas en un artículo publicado en el diario El País que llevaba por título Los herejes imprescindibles. En el texto Savater lamentaba que a su juicio el establishment político español, así como muchos medios de comunicación, consideraban herética y de alguna forma ilegítima la aparición y consolidación de un partido como UPD, fervientemente antinacionalista y sin ninguna intención, de momento, de pactar con el PP o el PSOE. Pues bien, lo escrito por Savater lo podría haber firmado Mikel Buesa , catedrático de Economía y activista político, que dejó UPD hace unos días por profundas diferencias con la dirección, o alguno de los 14 militantes de la formación, entre los que hay cargos de relevancia, que fueron suspendidos de militancia en junio por disentir de la línea oficial.


Tanto Buesa como el grupo de los 14 denuncian un estilo de dirección autoritario, marcado por la ausencia de democracia interna y un excesivo personalismo de la presidenta del partido, Rosa Díez . La fractura ha llegado a tal punto que en unos días una treintena de militantes abandonarán el partido. La dirección de UPD, sin embargo, no eleva a la categoría de herejes imprescindibles a este grupo; los tacha, más bien, de individuos con ansias infinitas de protagonismo y la única intención de hacer carrera a costa del partido. El malestar interno en UPD venía de largo, al menos desde principios de 2009. Diversos cuadros regionales del partido compartían la opinión de que en UPD faltaba democracia interna y comunicación horizontal, y sobraban decisiones unilaterales, ceses arbitrarios de militantes no afectos a la dirección y un estilo de gobernar no compatible con los valores de libertad, igualdad y transparencia que predica el partido.

Según Javier Carroquino , uno de los fundadores del partido, ex coordinador en Aragón y uno de los disidentes más activos de UPD, la chispa que llevó a los descontentos a actuar saltó cuando la dirección propuso un nuevo reglamento del Consejo de Dirección, el órgano que concentra la mayor parte del poder en el partido, formado por unas veinte personas. Afirma Carroquino que el nuevo reglamento imponía que la composición de este órgano se eligiera mediante una votación con listas cerradas, tomaba decisiones que le correspondían a la Asamblea General, formada por todos los miembros del partido, y convertía los órganos de control internos en “elementos decorativos”.

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