jueves, 4 de junio de 2009

TREMENDISMO. Por Ignacio Camacho

CEGADO por la pasión tremendista y sectaria que los socialistas han transferido a la campaña electoral, el PP ha reaccionado de forma incorrecta ante los datos del empleo en mayo. Se diría que la derecha siente miedo escénico ante la posibilidad de la victoria; incluso en sus mejores expectativas siempre se deja comer terreno en la recta final. En esta ocasión le ha podido la pulsión de contrarrestar la desaforada propaganda gubernamental, y se ha olvidado de lo que piensan los españoles. Ha caído en la trampa de la agitación sin ponderar que la crisis es demasiado profunda para que una simple estadística coyuntural cambie la desoladora zozobra que provoca en los ciudadanos.

El «brote verde» que vende el Gobierno no es aún en modo alguno el inicio de una recuperación, sino apenas una brizna surgida de una efímera escampada en medio del torrencial aguacero. Está ligado a la estacionalidad del turismo y a la desproporcionada inversión pública en obras locales, ladrillos y hormigoneras que se contradicen con el modelo «sostenible» que propugna el zapaterismo. Las estadísticas han sido prolijamente maquilladas mediante el descuento de los desempleados que reciben cursos de formación, los «parados con perspectiva» que, como los de Delphi, eternizan el horizonte de sus lunes al sol con engañosos cursillos sucesivos y estériles. Y sigue sin haber un impulso económico que active la productividad. Todo esto es cierto, pero varios miles de españoles han encontrado trabajo en el último mes y no pasa nada por celebrarlo.

En ese sentido, la comparecencia inicial de Cristóbal Montoro resultó catastrófica. Salió en todos los telediarios negando con crispada cicatería cualquier atisbo de optimismo. Este hombre es un economista solvente y fue un ministro eficaz, pero el PP debe retirarlo de la primera línea porque como comunicador político es desastroso. Su intervención sirvió para rearmar el falaz argumento socialista de que la derecha se alegra del paro. Parecía decepcionado. Luego trataron de arreglar la avería Cospedal, Aguirre y otros, pero nunca hay una segunda oportunidad de causar una primera impresión. Y al PP le ha faltado generosidad para interpretar un dato positivo cuya aceptación no habría mermado en absoluto su discurso de fondo sobre la incapacidad del poder para abordar la recesión con una política seria.

La alternativa a la línea sectaria, irresponsable y tornadiza del Gobierno ha de provenir de una escala de valores distinta, que construya una mayoría desde el rigor y la grandeza moral. Al enredarse en la táctica trincheriza propuesta por el PSOE los populares no han sabido establecer la distancia necesaria. Sin medidas de largo alcance para corregir la base del problema, el impulso espasmódico y coyuntural del dinero público ha provocado una mejoría transitoria del desempleo. Qué trabajo costaba reconocerlo.

ABC - Opinión

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