lunes, 15 de junio de 2009

EL CASO BARCENAS Y EL MAL PERDER DE LOS SOCIALISTAS. Por Antonio Casado

Las alarmas han vuelto a sonar en la calle Génova ante la muy seria posibilidad de que la derivada madrileña del caso Gürtel acabe en el Tribunal Supremo. Allí se quedaría si los aforados del PP, Bárcenas y Merino, no renuncian a sus actas de senador y diputado, respectivamente. Rajoy guardia silencio. Pero otras reacciones de dirigentes del PP, extravagantes, disparatadas, de dudosa fe en el funcionamiento del Estado de Derecho, lo han dejado muy fácil para el uso de la ironía, sin que sirva de precedente. Vamos a ello:

El viernes pasado me referí a la doctrina Ferraz como la caja negra de la derrota de los socialistas en las recientes elecciones europeas. Consiste en la tendencia de los votantes de la derecha a movilizarse en defensa propia ante los casos de corrupción. No pudieron ser más elocuentes los respectivos balances electorales de Madrid y Valencia. La hipótesis habita en los discursos de Camps y Aguirre. Con argumentos similares los presidentes y líderes del PP en ambas Comunidades han visto sus excelentes resultados como una forma de pararle los pies a los “torquemadas del siglo XXI” (la expresión es de Rajoy).


Por extraño que parezca la doctrina Ferraz no queda desmentida sino alimentada por los dirigentes del PP. Más o menos así: sepan ustedes, señores del PSOE, que la mejor manera de seguir llenando las urnas de la derecha es insistir en la corrupción como arma política. Y en esa lógica encaja una reciente declaración del presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra –otro paradigma del tema que nos ocupa-, cuando hace unos días explicaba cómo las urnas habían puesto en su sitio a quienes se empeñan en meterlo en la cárcel.

Lo que tiene menos lógica es que el portavoz oficial del PP, Esteban González Pons, otra criatura de la política valenciana, relacione el reciente cambio de posición de la Fiscalía en el caso Bárcenas con el “mal perder” del PSOE. El portavoz del PP no ve nada nuevo en el hecho de que la Agencia Tributaria envíe a la Fiscalía Anticorrupción un informe del que se desprende la comisión de un presunto delito fiscal del tesorero del PP, Luis Bárcenas. Ni en el hecho de que, a la vista de dicho informe, la Fiscalía pida al juez Pedreira, y éste lo asuma, el envío de la causa al Tribunal Supremo, por el aforamiento de Bárcenas (senador) y también el de Jesús Merino (diputado).

No hay nada nuevo, según Pons. “Lo único nuevo –decía ayer-, es que el PP acaba de ganar unas elecciones al Gobierno”. “Y sin elementos nuevos, lo único que puede provocar un cambio de postura de la Fiscalía es el mal perder de Zapatero, Fernández de la Vega, Rubalcaba y toda la pandilla del Gobierno”, añadía en declaraciones para la radio.

¿Mal perder? Hombre, sería más adecuado hablar de persistencia en el error. Los socialistas no han escarmentado. Deberían estar felices en Génova de ver cómo se crean las condiciones para que su gente vuelva a movilizarse en defensa propia. Si los trajes de Camps y los alcaldes de Aguirre han disparado la facturación electoral del PP en Valencia y Madrid, reanudar la caza contra Bárcenas volverá a ser un mal negocio del PSOE. Apasionante asunto sobre el que podría disertar con conocimiento de causa don Carlos Fabra antes de ingresar en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Más entonado está el portavoz de Justicia, Federico Trillo, cuando afirma sin mover un músculo que la mano del Gobierno está detrás del cambio de postura de la Fiscalía en el caso Bárcenas. Vale. Eso tampoco encaja en el respeto a las instituciones pero si entra en la lógica del discurso oficial de Génova: dejar en evidencia al Gobierno ante los electores, cuya reacción, ya lo hemos visto en las europeas, es machacar en las urnas a los torquemadas del siglo XXI. El argumento, hasta el absurdo: lo de Bárcenas es en realidad oxígeno para el PP.
Fin de la ironía.

el confidencial - Opinión

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