El régimen parlamentario tiene como seña de identidad la existencia de un Ejecutivo que cuenta con la confianza de la mayoría parlamentaria y recoge de este modo el apoyo social a su proyecto político. Rodríguez Zapatero pretende a día de hoy pactar con el PP en el País Vasco, hacer guiños a la izquierda para atraer a IU, contar con los nacionalistas radicales de ERC o de BNG, acordar la política social y económica con CiU y, en último término, dejar las puertas abiertas al PNV por si acaso cambian las circunstancias. Gobernar es elegir, y por definición no se puede contentar a todos sin caer en el absurdo y la incongruencia. Solo ha transcurrido un año de legislatura y el Gobierno muestra graves síntomas de agotamiento, cuya traducción parlamentaria se puso ayer de manifiesto a pesar de una fuerte dosis de propaganda para negar la evidencia. Es difícil imaginar a este Ejecutivo sacando adelante los próximos presupuestos generales del Estado y viviendo al borde del abismo en todas y cada una de las votaciones parlamentarias a lo largo de la legislatura. Muy al contrario la crisis económica exige un Ejecutivo fuerte y con suficiente respaldo en las Cámaras. Visto lo visto, y dado que el el debate de estado de la Nación es mucho más que un cara cara Zapatero-Rajoy, las votaciones de ayer demuestran que el presidente salió derrotado.
ABC - Editorial
0 comentarios:
Publicar un comentario