jueves, 14 de mayo de 2009

DEBATE DE CENSURA

LA segunda jornada del debate sobre el estado de la Nación confirmó la ausencia de apoyos explícitos de las minorías al presidente del Gobierno, dibujando así un escenario político muy complejo para Rodríguez Zapatero. Es evidente que el Gobierno no cuenta con una mayoría estable en el Congreso, sin perjuicio de que consiga apoyos aislados para determinadas iniciativas. Aunque así fuera, su estado de precariedad está completamente contraindicado para un período de crisis, porque no sólo tiene necesidad de respaldos para aprobar leyes y convalidar medidas como las anunciadas estos días, sino también para enfrentarse a un horizonte despejado que le permita aprobar los presupuestos generales del Estado para 2010. Después de la chapuza cometida con las cuentas públicas para 2009, el Gobierno no está en disposición de pedir a sus antiguos aliados nuevos actos de fe sobre predicciones de optimismo inverosímil.

Por otro lado, el Gobierno se empeña en gestionar como cierta una situación distorsionada por sus diagnósticos y así es difícil atraer voluntades. Los hechos, los resultados, los datos de la realidad desmienten la estrategia urgente ejecutada por el Gobierno para presentarse como víctima de culpas ajenas y para absolverse a sí mismo de su cadena de equivocaciones sobre la evolución de la crisis. No hubo equivocación, sino falseamiento, porque a diferencia de aquellas instituciones que sí erraron sobre la gravedad de la crisis, pero la reconocían, Rodríguez Zapatero directamente la negaba. Es la diferencia entre un error y una mentira. Hace poco más de un mes, hizo una crisis de gobierno para relanzar su imagen. La operación ha sido un fracaso -salta a la vista- y hace aún más inexplicable la autocomplacencia de Rodríguez Zapatero con la gestión de la crisis. Ahora, la pregunta es con qué aliados fiables cuenta el Gobierno y para qué tipo de política económica quiere sus apoyos. Rodríguez Zapatero anunció ayer y anteayer una batería de medidas, cuya letra pequeña augura efectos muy distintos de los prometidos por el jefe del Ejecutivo y que, antes o después, acabarán traduciéndose en un incremento de los impuestos o de la presión fiscal, porque el déficit público que se está formando, si no aumenta la recaudación del Estado por un relanzamiento de la actividad económica, tendrá que ser pagado con cargo a los ciudadanos. Por tanto, si el Gobierno vive en el filo de la navaja se debe a que no plantea un proyecto global de recuperación económica, a que su modelo productivo alternativo está lastrado por la abstracción, a que rehúye las evidencias sobre la necesidad de reformar el mercado laboral y vigilar la situación de las pensiones y a que toma medidas sin estudiar su repercusión.

Lo de menos es saber quién ganó el debate sobre el estado de la Nación. Lo que importa es saber si de ese debate ha salido un gobierno reforzado o si, por el contrario, se han agravado sus carencias. Este debate tenía que servir para despejar dudas, pero ha creado más de las que había. El rechazo al Gobierno ha generado una coalición negativa de todos los grupos parlamentarios. No significa que una moción de censura del PP vaya a contar con su apoyo, pero políticamente, Zapatero ha salido censurado de este debate.

ABc - Opinión

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