lunes, 6 de abril de 2009

UE-EE.UU., una relación esencial

LA relación entre Europa y Estados Unidos es la alianza estratégica más importante del planeta. Es imposible discutir que esa intensa asociación ha dado frutos extraordinariamente importantes para el progreso y la estabilidad. Estados Unidos y Europa representan dos formas diferentes de encarnar los mismos valores de libertad, democracia, imperio de la ley y respeto a los derechos humanos. Es posible que en determinados aspectos aparezcan divergencias concretas, pero en ninguna relación encontrarían ni europeos ni norteamericanos tal grado de complementariedad en lo esencial. Barack Obama ha despertado expectativas gigantescas. El recibimiento que los europeos le dispensan allá por donde pasa es prueba de que la opinión pública es muy sensible a los gestos del norteamericano, lo que permite augurar un periodo de grandes sintonías. Que aparezcan elementos de desacuerdo, como se vio ayer sobre el ingreso de Turquía en la UE, no desmiente todos los gestos extraordinariamente amistosos que se habían visto la víspera en la cumbre de la OTAN.

Desgraciadamente, los problemas a los que europeos y norteamericanos debemos hacer frente no desaparecerán solo porque cambien las circunstancias políticas superficiales y tarde o temprano unos y otros deberán hacer prueba de solidez en la defensa de los valores que nos unen. La aspiración que ha expresado Obama con claros aires kennedianos de lograr un mundo sin armas nucleares es una hermosa idea, pero para llevarla a cabo hace falta mucho más que desearla, cuando se contempla la determinación del régimen teocrático de Teherán o de la dictadura norcoreana -puesta en evidencia ayer con el lanzamiento de un misil- de construir las suyas. La receta de Obama de expresar un mayor grado de comprensión hacia el mundo musulmán no es lo que hará cambiar de idea a los ayatolás, sino todo lo contrario, mientras que esa posición nos aboca a considerar que debemos aceptar como algo normal que en el mundo haya seres humanos a los que no se aplican los derechos que nosotros consideramos naturales y universales. En el camino puede haber distintas opciones, pero en el objetivo de extender la democracia y la libertad no debe haber vacilaciones. Frente la acción de otros actores como China, que han introducido una corriente de pragmatismo inmoral en las relaciones internacionales, las democracias se verían amenazadas por un mundo en el que habría cada vez menos gobiernos elegidos por sociedades libres, aunque solo fuera por el interés egoísta de saber que entre democracias los conflictos siempre se resuelven por la negociación y no por la violencia.

Del lado europeo, habría sido deseable que la UE hubiera estado pilotada este semestre por un auténtico líder sólido y no por un primer ministro dimisionario de un país presidido por un euroescéptico. No era posible elegir el calendario, pero por el contrario sí hubiera sido posible haber puesto en marcha las reformas institucionales que Europa necesita para ejercer el papel que le corresponde en el mundo. Cuando esto sucede, aquellos que han militado irresponsablemente contra los sucesivos intentos de reforma, deberían hacer un ejercicio de responsabilidad y de autocrítica.

ABC - Opinión

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