viernes, 17 de abril de 2009

PASO EL FOLCLORE. Por Alfonso Ussía

Se ha ido como vino, en plan aniversario. Pasó el folclore tricolor. Sea despedido con benevolencia hasta el próximo abril. La III República, dicen. Actos presididos por la bandera efímera. El día que los republicanos adopten, como en la Primera República, la Bandera de todos, quizá ganen puntos e inspiren menos risas. Italia mantuvo su Bandera eliminando de la franja blanca el escudo de los Saboya. Aquí nos pasean ese choque de colores que se muerden y que ondeó durante unos pocos años. La III República la sueñan sólo los comunistas y los falangistas. Fuerzas sociales limitadas. Barroso, el de Puerto Real, ha llamado «genocida» al Rey. Entra en el guión del folclore. Y el pelmazo de Antonio Romero busca veinticinco municipios que se adhieran a la III República española. Barroso, Romero, Anguita, Llamazares, Cayo Lara… ¿Qué hay detrás de ellos? Un fracaso. Del PCE a IU, y de IU a la III República. Un tostón.

El Rey se siente más a gusto con los socialistas que con los populares, y a los socialistas les gusta más La Corona que a un tonto una tiza. La Zarzuela bulle de socialistas, y la estrategia ha dado sus frutos. Es más fácil oír una crítica amarga del Rey de boca de un duque que de un sindicalista de la UGT. Pero en cada abril, los nostálgicos de lo que no vivieron, se reúnen para entretenerse y soñar proclamaciones. Inspira cariño que nos movamos todavía entre esas sombras. ¿Más libertad? ¿Acaso llamar «genocida» al Rey y seguir siendo alcalde no es un ejemplo de libertad plena? Mi respeto a los republicanos. Pero cambien de estética. Qué antigua, qué fea y qué pesada. Menos mal que la exaltación de folclore ocupa sólo un par de días de cada abril. Y ya no pueden gritar «¡Viva Rusia!», porque en lugar del embajador de Stalin vienen los presidentes de las petroleras. Una pena.

Escribe Raúl del Pozo que la Segunda República acabó en una guerra entre maestros y curas. Raúl sabe, y no lo escribe, que los maestros se bajaron de la Segunda República en 1934, y que los curas fueron masacrados. La imagen literaria está muy bien, pero aquello fue otra cosa. Todavía se refieren a Trevijano. Todo muy pasado. Trevijano es a la intuída Tercera República lo que el conde de Romanones al reinado de Felipe VI. Estos señores del leninismo recalcitrante no se han dado cuenta, y ya es hora, de que la Monarquía española de hoy milita en la Izquierda. Como la banca y las grandes fortunas. La Tercera e improbable República no vendría jamás de movimientos ideológicos herederos del pasado. La traerían los nobles, los agricultores y los pequeños y medianos empresarios. Lo que hoy es la clase media.

Esta Monarquía ha funcionado admirablemente bien desde su vocación socialista. Que sea la Izquierda la que pretenda derribarla se me antoja, además de una majadería histórica, un contrasentido. Las imágenes son elocuentes. A las reuniones de las personas Reales ya no van los duques, los marqueses, los condes y los militares de alta graduación, como antaño. Ana Belén, Victor Manuel, Sabina y –muy en breve–, el Gran Wyoming, han ocupado sus espacios. Bien está que una vez al año les guste a los comunistas recordar su confuso folclore. Pero dejen en paz a una Corona que está con ellos y a la que, los que no somos como ellos, también respetamos desde nuestro útil pragmatismo.

La Razón - Opinión

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