domingo, 5 de abril de 2009

La AVT pide reunirse con el Nuncio para denunciar la actitud del obispo Uriarte

La Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) solicitó ayer una reunión con el nuncio del Papa en España, monseñor Manuel Monteiro de Castro, para quejarse de que el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, haya expresado su «cercanía» y «sensibilidad» hacia los familiares de los presos de ETA. En recientes declaraciones, el prelado donostiarra además dijo que no era necesario que los terroristas pidieran perdón a las víctimas.

Con esta encuentro solicitado, quienes han sufrido de cerca la barbarie etarra pretenden, a través de Monteiro de Castro, «transmitir al Santo Padre su más enérgica repulsa» ante las declaraciones de Uriarte. Según la AVT, «la vergonzosa labor que una parte de la Iglesia vasca está realizando en este sentido, encuentra uno de sus máximos exponentes en monseñor Uriarte». Además, considera que el prelado de la Diócesis de San Sebastián disfraza «su defensa del entorno terrorista con eufemismos y una pretendida humanidad», con lo que «no hace otra cosa que colocar a víctimas y verdugos en el mismo plano».


El obispo insiste
En lugar de recogerse en un proceso de reflexión interna, el obispo —mediador entre el Ejecutivo de Aznar y ETA en las conversaciones habidas en la tregua de 1998— volvió ayer a desplegar su misericordia hacia los terroristas de ETA, aprovechando su participación en la Marcha a la Basílica de Aránzazu. Así, aseguró que «la construcción de la paz reclama de todos los ciudadanos flexibilidad y magnanimidad para recortar sus aspiraciones incluso legítimas en aras de una paz que es más grande y más importante que la imposible armonización de todas ellas».

En el mensaje dirigido a los participantes en la Marcha, Uriarte dijo que «hemos venido a recordar que la construcción de la paz reclama de todos nosotros un corazón pacífico y pacificador. Postula asimismo una ética de la paz que proclama el derecho a la vida y, en consecuencia, reprueba firmemente los asesinatos y ofrece sin reticencias a todas las víctimas acompañamiento, apoyo, compensación, reparación». En palabras del prelado, «construir la paz comporta defender, incluso para los mayores culpables, el núcleo de aquellos derechos humanos intangibles que en ningún caso deben ser violados». Así, trabajar por la paz entraña «ponderar los derechos y las justas aspiraciones de los pueblos».

ABC

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