Tiene toda la razón don Alfredo Rubalcaba. Bajo el mandato de un ministro socialista, en nada se han parecido nunca las Fuerzas de Seguridad del Estado español a Mortadelo y Filemón. En nada. Su modelo fue otro. Con larga tradición en América Latina: de Carlos Andrés Pérez a Videla. Si lo sabrá él. 3 de junio de 1998. Interrogatorio judicial de Rafael Vera en el Tribunal Supremo acerca de su actuación cuando, en octubre de 1983 y siendo Secretario de Estado para la Seguridad con José Barrionuevo como ministro de Felipe González Márquez, ordena a sus hombres que perpetren un ilegal secuestro en Francia: -«Usted ha dicho que el intento de secuestro del etarra Larretxea por la policía española iba a ser ejecutado sin violar la ley. -Sí. -¿Dónde iban a decir ustedes al juez de la Audiencia que lo habían detenido? -En la frontera. -¿Iban a secuestrarlo en Francia y a decirle a un juez español que lo habían detenido en España? ¿A eso llama usted respeto escrupuloso de la legalidad? -Sí¿ Bueno¿ Era sólo una irregularidad». Serie completa de lo sucedido, según consta en la sentencia condenatoria de Rafael Vera y José Barrionuevo.
Octubre de 1983: el capitán Martín Barrios ha sido secuestrado por ETA, que acabará asesinándolo al cabo de unas semanas. 16 de octubre: agentes españoles secuestran en el sur de Francia a José Antonio Lasa e Ignacio Zabala; no se volverá a saber nada más de ellos; sus cadáveres calcinados serán sólo descubiertos trece años más tarde, el 21 de mayo de 1996, con inequívocos signos de tortura. 18 de octubre de 1983: el comando policial enviado por Vera fracasa en su intento de secuestrar en Francia al etarra Larretxea. 4 de diciembre, el ministro socialista José Barrionuevo y su mano derecha, Rafael Vera, dan orden errónea de secuestrar al viajante de comercio Segundo Marey. Tras conocer su error, perseveran en el secuestro. Nada que ver, ciertamente, con Filemón ni Mortadelo. Como mejor que casi nadie sabe don Alfredo Rubalcaba. Sumario por el secuestro, desaparición, tortura y asesinato, a cargo de miembros de la seguridad del Estado de José Antonio Lasa e Ignacio Zabala en el otoño de 1983: «Durante varios días Lasa y Zabala permanecieron retenidos y torturados¿, situación que duró hasta que sus secuestradores y torturadores, viendo el estado en que se encontraban -tan lamentable que se convencieron de su imposible recuperación- decidieron darles muerte y enterrarlos en un paraje donde su localización fuese prácticamente imposible». Varios guardias civiles, entre ellos el general favorito de los sucesivos ministerios socialistas, fueron condenados en firme por los hechos. No imagino a los benditos Mortadelo y Filemón descuartizando así, primero en vida y después en cadáver, al más abominable de sus enemigos. No. El axioma de don Alfredo Rubalcaba es, se mire por donde se mire, irrefutable. Las Fuerzas de Seguridad jamás han sido en España, bajo mandato socialista, nada que pueda en la más jocosa broma asimilarse con Mortadelo y Filemón. Y, de eso, este superviviente último del ominoso felipismo que es don Alfredo Rubalcaba sabe más que nadie. Casi.
La Razón - Opinión
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