jueves, 15 de enero de 2009

Los zahoríes del arte. Por Hermann Tertsch

EN estos momentos en los que algunos ven el principio del fin del mundo, casi todos el ocaso de su bienestar y seguridad y los españoles madrugan cada vez más para disciplinarse en las colas del INEM que nuestro gran demiurgo les ha organizado, se ha producido una noticia que -creía que sería imposible ya- me ha sobresaltado. El bardo Víctor Manuel, consorte de la musa de la Zeja, Ana Belén, ha solicitado solemnemente al Estado la cooficialidad del bable en Asturias. No es que no supiera yo algo ya del inmenso movimiento que se estaba forjando en el norte de la península. Quién conozca Asturias sabe que allí no se habla de otra cosa. Y comprendo que ya era hora de que alguien con autoridad y respetabilidad probada desde su oda a Franco hablara claramente, pese al riesgo que conlleva hacerlo, sobre lo que está en boca de todos en aquellas tierras indómitas que -volvamos a la monserga conocida- ni romanos ni árabes ni castellanos lograron jamás domeñar. Asturias, en su nombre Víctor Manuel, clama por los derechos milenarios del bable, derechos de la lengua y de la tierra, del mar y las montañas, del queso de Cabrales y las angulas. Ya está bien de tanta represión.

Siempre he sido sensible a las prioridades ajenas. Siempre he sufrido con las causas históricas legendarias y heroicas. Y siempre he sido un devoto de los grandes líderes, santos y caudillos de pueblos indómitos. Sin embargo, no sé por qué, lejos de crujirme el alma en compasión por los sufrimientos del pueblo al que las fuerzas del mal no dejan disfrutar de la vida en la milenaria lengua bable, mi primera reacción ha sido intentar recordar cuando leí por última vez el nombre del bardo consorte en letra impresa. Mal como andamos ya a mí edad de memoria, me ha llevado un buen tiempo recordar, única razón por la que he entregado esta columna a última hora. Pero lo logré. Cuando estos artistas entregados al bien ajeno y las causas de la mayor filantropía aparecen en los periódicos, pueden ustedes estar seguros de que no se debe más que al arte del estar. De estar cercanos al arte de ser beneficiarios. ¿De qué? Da igual. Nuestra tropa de la Zeja sabe buscar abrevaderos como los mejores zahoríes en el desierto del Gobi. Son cómodos supervivientes en este Gobi carpetovetónico en que va a convertir España el Gran Timonel entre cánticos de la golfería faldicorta. Si hay que manifestarse a favor de los terroristas de Hamás abrazados a islamistas radicales que maltratan a sus mujeres y promueven la cultura de la ablación, vale. Como si hay que bailar sardanas con canciones en urdu, invocar la dulzaina como la esencia eterna de la democracia o escribir sonetos en bable. Hay que estar junto al abrevadero. Según una sentencia judicial promulgada ayer, la CNT tiene derecho a calificar de «cueva de ladrones» a la SGAE. Nosotros no iremos tan lejos como los amigos anarquistas. Pero no piense la CNT que es la suya una idea original.


ABC - Opiión

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