viernes, 23 de enero de 2009

Los íntimos. Por Alfonso Ussía

La indignidad de pactar con quien sea para mantener el privilegio de un cargo recibido a dedo descalifica por completo a ese tal Blesa

Si yo fuera dirigente, militante o simpatizante del PSOE en Madrid, tendría las palmas de las manos gastadas de tanto frotármelas. Es inconcebible lo que está sucediendo en el Partido Popular madrileño mientras Mariano Rajoy mira a las musarañas.

El PP no tiene sólo el sostén mayoritario de los votantes, sino un apoyo abrumador. Y puede saltar hecho añicos por la deslealtad de los votados hacia los votantes. Y todo por un señor Blesa que quiere seguir siendo el presidente de Caja Madrid, en cuyo cargo lleva doce años, y le parecen pocos. ¿Quién es el señor Blesa para traicionar, humillar, enfrentar y enloquecer los votos de los madrileños? Se dice que es amigo íntimo de Aznar, pero esa condición no me cuadra. No intuyo a José María Aznar enredando en este tinglado. Blesa se mantiene con trucos y trampas legales.

Blesa se mantiene porque Gallardón está con él. Y Blesa se mantiene porque Rajoy, como siempre, no está con nadie, o si lo está no lo dice, y si lo dice no se le entiende.


¿Quién coño es Blesa para poner en peligro la estructura del Partido Popular en Madrid? Pavoroso cuento de espías. Gallardón acusa al consejero Granados de montar una red de informadores para espiar a Cobo. ¿Quién tiene interés por conocer lo que hace o deja de hacer Cobo? Y en la Comunidad se acusa a los partidarios municipales de Blesa de montar un servicio de espionaje para tender una trampa al Vicepresidente de Madrid Ignacio González. ¿Para qué? Voces más atinadas señalan al poder económico de la Caja madrileña como el impulsor de esta historieta de espías de pacotilla. Y a todo esto, el votante, el madrileño, asiste estupefacto al cainismo del partido conservador que está entregando por soberbia, falta de autoridad y exceso de protagonismo, Madrid y su provincia al PSOE. Uno de los bienes, derechos y obligaciones más preciados que poseo, mi voto, me lo están ustedes machacando. Es más; se están pitorreando de mi voto. Y todo por si Blesa sigue o Blesa se va, y me importa un pimiento -como a la inmensa mayoría de los votantes del PP en Madrid-, lo que suceda con Blesa, porque yo no he votado a Blesa, sino a los dos empecinados dirigentes del PP madrileño que han elevado a ese tal Blesa a una categoría pública que de tenerla, la obtuvo doce años atrás gracias al dedo. En este caso, al dedo de José María Aznar. La indignidad de pactar con quien sea para mantener el privilegio de un cargo recibido a dedo descalifica por completo a ese tal Blesa que va a accionar el detonador de la bomba del PP en Madrid. Las leyes hay que cumplirlas, y quienes deben recomendar el cumplimiento de las leyes son los señores Rajoy y Gallardón, el primero mirando al cielo en busca de los primeros bandos de abejarucos y el segundo ayudando al tal Blesa que nadie ha votado a dilatar su chollo zancadilleando a la ley. O Rajoy se impone, o esto va a terminar muy mal. Y no lo merecemos quienes confiamos en el Partido Popular. No me siento escandalizado porque Aguirre y Gallardón tengan puntos de vista opuestos. Un partido político tiene que ser libre y abierto a diferentes tendencias. Pero sí me siento engañado cuando la libertad soberana de mi voto es sometida a los intereses de un individuo que nada tiene que ver ni con mi voto ni con mi libertad. Los abejarucos llegan de África en abril. Deje Rajoy de mirar al cielo. Y a freir espárragos, Blesa. De Aranjuez, pero espárragos.

La Razón - Opinión

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