sábado, 26 de julio de 2008

Los Sapos que el Rey se traga. Por Luis María Anson

Está en el oficio. El Rey es para el pueblo no el pueblo para el Rey. Para atender a la conveniencia de la nación, Juan Carlos I se ha tragado muchos sapos, primero cuando se movía como Príncipe por los tortuosos caminos de la dictadura, el Rey de derecho, su padre, exiliado en Estoril. Después, ya Rey de un país en el que la soberanía nacional reside en el pueblo, Don Juan Carlos ha dedicado muchas horas, porque el oficio así lo exigía, a recibir, abrazar, conversar, compartir el almuerzo y el protocolo con mandatarios que en no pocas ocasiones le reventaban.

Después de las ferocidades que el caudillo bufón Chávez ha proferido contra el Rey durante meses en la radio y la televisión venezolanas, estaba claro que el interés de España exigía tragarse el sapo e instalarse en el abrazo, la sonrisa, la reconciliación. Venezuela es una gran nación. Los pueblos español y venezolano deben caminar juntos. El Rey ha hecho bien en aceptar los buenos oficios del Gobierno recibiendo al caudillo histriónico en su casa de Mallorca y atenderle cortésmente cuándo lo único que se merece Chávez es el puntapié certero en el rabel.

Otra cuestión es la relación, suficientemente probada, del caudillo bufón con Eta y las Farc. Docenas de datos confirman el cinismo y la tropelía del caudillo castrista. La dignidad del Estado exige a Zapatero pedir cuentas de su política proterrorista a Chávez, en lugar de pasarle la mano por el lomo. En la legislatura anterior el presidente sonrisas creyó que la gran política de España consistía en formar parte del eje Castro-Chávez-Evo, enriquecido más tarde con Ortega de Nicaragua y Correa de Ecuador. Tal vez ya no está de acuerdo Zapatero con los desatinos de Moratinos. Pero entonces deberá exigir al presidente venezolano que aclare su posición con relación a Eta y que cese en las ayudas directas o indirectas con las que ha obsequiado a la banda terrorista.

El Imparcial - Opinión - 26/08/2008

0 comentarios: