
Después de las ferocidades que el caudillo bufón Chávez ha proferido contra el Rey durante meses en la radio y la televisión venezolanas, estaba claro que el interés de España exigía tragarse el sapo e instalarse en el abrazo, la sonrisa, la reconciliación. Venezuela es una gran nación. Los pueblos español y venezolano deben caminar juntos. El Rey ha hecho bien en aceptar los buenos oficios del Gobierno recibiendo al caudillo histriónico en su casa de Mallorca y atenderle cortésmente cuándo lo único que se merece Chávez es el puntapié certero en el rabel.
Otra cuestión es la relación, suficientemente probada, del caudillo bufón con Eta y las Farc. Docenas de datos confirman el cinismo y la tropelía del caudillo castrista. La dignidad del Estado exige a Zapatero pedir cuentas de su política proterrorista a Chávez, en lugar de pasarle la mano por el lomo. En la legislatura anterior el presidente sonrisas creyó que la gran política de España consistía en formar parte del eje Castro-Chávez-Evo, enriquecido más tarde con Ortega de Nicaragua y Correa de Ecuador. Tal vez ya no está de acuerdo Zapatero con los desatinos de Moratinos. Pero entonces deberá exigir al presidente venezolano que aclare su posición con relación a Eta y que cese en las ayudas directas o indirectas con las que ha obsequiado a la banda terrorista.
El Imparcial - Opinión - 26/08/2008
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