miércoles, 17 de octubre de 2007

OUTSIDERS Y GAMBAS. Por Luis del Pino

17 de Octubre de 2007

Hay algo en lo que no puedo evitar estar en desacuerdo con Federico Jiménez Losantos, y es en su teoría de que el español come gambas compulsivamente, desentendiéndose de cuanto le rodea. No creo que sea cierto. A una gran parte de españoles le importa lo que sucede en su Nación, y mucho. Cuando los españoles han sido convocados a la calle, se han echado al asfalto dos millones de personas, lo cual es una auténtica barbaridad en un país de 45 millones de habitantes.

La culpa de la deriva que está viviendo España no radica en los españoles de a pie, sino en el fracaso total y absoluto de unas elites (política, financiera, empresarial y periodística) que son, con honrosísimas excepciones, las que en efecto actúan como si vivieran en un país donde nunca pasa nada y donde vale cualquier cosa.

Ayer vivimos una jornada de enorme significación. Tres acontecimientos distintos hacían que el 16 de octubre fuera un día especial:

* la entrevista de Zapatero con Ibarreche, para hablar de los planes de secesión de la comunidad autónoma vasca
* la discusión en el Tribunal Constitucional sobre la admisión a trámite del recurso que el PP ha presentado contra la Ley Orgánica que regula el funcionamiento del tribunal y en la que se prorroga ilegalmente el mandato de María Emilia Casas al frente del mismo
* la discusión en el Parlamento de la Nación sobre la propuesta del PP para que se ilegalice a ANV

La entrevista de Zapatero con Ibarreche terminó en un cruce de declaraciones en el que si algo queda claro es que los planes de los nacionalistas que recogen las nueces del árbol que ETA sacude siguen adelante, ante la pasividad de un Gobierno que supuestamente debería defender, y no lo hace, los intereses de la Nación.

La discusión en el Tribunal Constitucional se saldó con la admisión a trámite del recurso del PP, que, de ser aceptado, permitiría desbancar a María Emilia Casas al frente del Tribunal Constitucional, poniendo en riesgo la precaria mayoría dispuesta a liquidar la Constitución del 78 por la vía de la aprobación del ilegal Estatuto catalán. Pero el Gobierno contraataca amenazando con recusar a dos magistrados para evitar perder esa mayoría.

La discusión en el Parlamento se saldó con la derrota de la propuesta de los populares. El Gobierno y sus aliados parlamentarios no ven motivo para ilegalizar a los herederos de una formación ilegal como es Batasuna.

Ante este cúmulo de hechos, que ponen de manifiesto que el 11-M se abrió un proceso definitivo de disgregación de España, en el que quienes han secuestrado la voluntad de la izquierda están dispuestos a ir de la mano hasta el final con todos aquéllos que buscan la destrucción de la Nación, incluidos los asesinos, ¿están los españoles escandalizados? Por supuesto que lo están. ¿Están los españoles a favor de la estrategia de destrucción de la Constitución de 78? No lo están en absoluto, como todas las encuestas demuestran.

Los que no se enteran no son los españoles de a pie, cuyo sentido común es mucho mayor del que algunos aprendices de brujo querrían. Quienes no se enteran son buena parte de los componentes de nuestra clase política, que siguen considerando a los españoles de a pie como meros números en las encuestas. Quienes no se enteran son buena parte de los miembros de la clase financiera y empresarial, que parecen incapaces de ver nada que no tenga relación con la recogida de beneficios a la sombra del poder. Quienes no se enteran son buena parte de los componentes de la profesión periodística, que siguen analizando la situación como si la Nación, la Constitución y el Estado de Derecho no estuvieran en trance de desaparición.

Hace mucho que mucha gente no se entera de nada. Por ejemplo, de que el futuro del país no discurre ya por los despachos, sino en la calle. Por ejemplo, de que mucha gente ha perdido ya la fe en quienes antes pensaba que eran garantes de la estabilidad del sistema. Por ejemplo, de que cada vez son más las personas que perciben la urgencia de la situación y simplemente aguardan disciplinadamente a que aquéllos en quienes aún confían les digan qué hacer.

El mejor síntoma de ese alejamiento entre unas elites ciegas y la gente de la calle es la aparición de "outsiders", personas que no forman parte de la elite y que, sin embargo, tienen una influencia sobre el discurrir de los acontecimientos muchísimo mayor que la que disfrutan los componentes de esa elite. Me refiero a personas como José Alcaraz, o como el propio Federico, o César Vidal: personas que han llegado a convertirse en auténticas referencias morales ante una situación que muchísima gente percibe como crítica y en la que no encuentran a nadie más que les transmita un mínimo de esperanza y les hable de los problemas tal como ellos los ven, y no como nos los quieren presentar. Sólo cuando se produce un alejamiento radical entre la elite y la calle puede llegar a formarse un "hueco de mercado" (en el sentido más amplio del término) capaz de dar lugar a la aparición de este tipo de outsiders.

Ante una situación donde ya no se guarda el más mínimo pudor a la hora de desactivar las instituciones, de pisotear la Constitución, de seguir adelante con los planes soberanistas pactados entre un partido supuestamente socialista y los nacionalistas de todo pelaje y condición, ¿qué puede hacerse?, se pregunta mucha gente. Y hay algunos que, por su condición de comunicadores, se convierten involuntariamente en protagonistas de una labor de denuncia cotidiana y perseverante. Y hay otros que, por su constancia y su firmeza, son capaces de poner en marcha una rebelión cívica y trastocarle los planes a los que no han entendido que una inmensísima mayoría de españoles no quieren dejar de serlo, ni están dispuestos a consentir que terminen saliéndose con la suya los asesinos de tantos españoles.

Ayer, la AVT anunció que el próximo 24 de noviembre volveremos a salir a la calle. Ese día, llenaremos de nuevo el asfalto y las aceras. Y volveremos a demostrar que quienes creen que pueden llevar adelante sus planes contra los españoles, o al margen de los españoles, han perdido el contacto con la realidad. Ante el ataque frontal a todas las instituciones de la Nación, no queda otro camino que la Rebelión Cívica en defensa de la Justicia y del Estado de Derecho.

Y esa rebelión no van a poder pararla.

Libertad Digital 17-10-2007

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