sábado, 23 de diciembre de 2006

Zapatero elige el camino más peligroso

Los peores temores se confirmaron y el encuentro entre Zapatero y Rajoy sólo sirvió para resaltar las grandes diferencias que existen entre el PSOE y el PP a la hora de abordar la negociación con ETA.

Fue sencillamente un fracaso, como las dos partes reconocieron sin molestarse en disimular el distanciamiento, que quedó patente -antes de comenzar la entrevista- en la frialdad de Rajoy al estrechar la mano de un Zapatero que se esforzaba en sonreír. Al término de la reunión, Rajoy aseguró que carece de «la certidumbre» de que el Gobierno esté respetando la legalidad en el llamado proceso de paz.

Sus palabras fueron respondidas por la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega, que aseguró que el Ejecutivo va a cumplir la legalidad a rajatabla.

Respecto a las cuatro condiciones impuestas por Rajoy para apoyar al Gobierno, De la Vega afirmó que son «innecesarias» y «ficticias». La vicepresidenta argumentó que Batasuna tendrá que cumplir la Ley de Partidos para poder presentarse a las elecciones municipales, que el estatuto de Navarra no está en cuestión, que las decisiones políticas tienen que ser adoptadas por las instituciones aunque se cree una mesa de partidos y que los fiscales y los jueces van a seguir aplicando la ley.

Ojalá las cosas fueran como dice la vicepresidenta, pero Mariano Rajoy tiene fundados motivos para desconfiar a juzgar por la errática trayectoria del Ejecutivo desde que ETA declaró la tregua.

Si existe algún responsable de la falta de entendimiento entre Gobierno y PP, ése es Zapatero. Primero, por su responsabilidad institucional. Segundo, porque fue el PSOE quien rompió el Pacto Antiterrorista. Y tercero, porque Zapatero le engañó al líder del PP en el debate del Estado de la Nación, al ocultarle que el PSE se iba a reunir con Batasuna.

Da la sensación de que Zapatero piensa que cuanto mayor sea su grado de acercamiento al PP, menor son sus posibilidades de pactar con ETA. Expresado con una gráfica metáfora, al tener que cruzar como Ulises con su nave entre Scilla y Caribdis, Zapatero ha preferido el riesgo de estrellarse en los acantilados de ETA antes que dejarse atrapar en la mansa corriente del PP.

La actitud de Zapatero es sumamente cuestionable en unos momentos en los que la banda y la izquierda abertzale intensifican su presión para que el Gobierno haga concesiones que desbordan la Constitución y el sentido común.

Lo que ayer sucedió es muy malo para los demócratas de este país, ya que quedó en evidencia que se han agotado las posibilidades de acuerdo entre el PSOE y el PP en este asunto. Zapatero es el que más tiene que perder, ya que corre el serio riesgo de que ETA le deje en la estacada dentro de unos meses rompiendo el alto el fuego. Ello tendría un devastador coste político para el presidente, que ha elegido la ruta más peligrosa.

Editorial de El Mundo, 23-12-2006

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